Mierda, como amo este vestido.
La modista que se encarga de hacer esta ropa cuando trabajo de encubierto es la mejor, siempre hace que luzca de maravilla. Además, incluye pliegues secretos sobre la tela para esconder armas.
La mejor parte de mi armario, sin duda.
Los oscuros tacones resuenan en el mármol pulido del casino, el mismo que parece sacado de una película de mafiosos, a excepción del pesado humo de cigarrillo que apenas te permite ver el otro lado de la barra. Allí, tan elegante como puedo con mi vestido rojo de satín brillante, voy directo a la, casi vacía, barra, a excepción, claro, de tres hombres y una pareja flirteando del otro lado. La sala de juego, ahora central de operaciones, donde Adras está encubierto mirando de reojo en mi dirección, por el otro lado, en la pequeña sala, junto a la chimenea, la novata de mi equipo, a quien pasó de prestarle atención.
Meter la pata es la excusa perfecta para ponerla de patitas en la calle.
—Su Martini, señorita Dakot —Dice cordial el camarero detrás de la barra.
—Gracias —asiento casi sin mirar a Drystan.
Se ve un tanto tierno con el trajecito de camarero.
El intercambio sería en el bar de Asht, algo no conveniente para nosotros en caso de que algo salga mal. Ahora que lo pensaba, habían pasado más de diez minutos de la hora acordada, y el retoño de Asht no daba señales de vida.
Menuda princesita. Llegando tarde…
—La niñita no aparece —susurro hacia Drystan, que parece muy entretenido con una chica del otro lado de la barra mientras frotaba un vaso que estaba más que limpio.
—Señorita Dakot, paciencia —responde con tranquilidad —¿desea otra copa?
Le fulminó con la mirada antes de mirar hacia la puerta. Si esa chica no llegaba, no solo significaba una guerra entre dos bandos y la pérdida de los diamantes, también nos encontrábamos en territorio enemigo, y sigo creyendo que Asht planea algo.
—¡Hermanita! —Grita en mi oído el idiota de Neptuno, quien se ríe del otro lado del auricular. Él se encargaría de observar todo de la zona de seguridad en la planta superior, soltando todo a través de un audífono oculto tras mi peinado —. Es la chica que va vestida de mi diosa.
—¿Tú? ¿Quién?
No lo veo, pero sé que voltea los ojos como si fuera estúpida.
Es tan irritante, todo el tiempo con sus referencias a sus estúpidos libros, si no está metido en su mundo con musiquita.
—Evelyn Hugo —hace una pausa al ver que ni tengo ni puta idea de quien habla, y continúa —. La chica castaña, coleta alta, vestido verde brillante. ¡Es cultura general Urano! A tu derecha.
—Un… Un —titubea alguien del otro lado, apenas llega a la barra —Mar… margarita naciente, por favor —pide una aguda voz a mi lado, dirigiéndose directo a Drys.
Era una chica algo paliducha, con unos ojos verdes muy profundos, una coleta alta con mechones sueltos a sus lados y un vestido verde, tal y como la describe mi hermano. La observé unos segundos antes de acercarme, sobre todo porque era Drystan quien la atendía. El plan era de Drystan, él recibiría los diamantes y actuaría frente a la princesita, yo solo era su refuerzo más fiel en caso de acciones no establecidas con anterioridad.
Un minuto… Si aquella era la hija de Asht, ¿Por qué estaba sudando? Y temblaba como si hubiera visto al mismísimo diablo.
Concéntrate Urano
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¡A la mierda con las balas!
Teen FictionUrano es la hija del líder de la mafia. Cassandra es una camarera hija de un mafioso. Urano ama el peligro. Cassandra ama la normalidad. Urano odia a Cassandra. Cassandra odia a Urano. Pero hasta el más duro corazón, es capaz de aceptar una ba...