Escrito sin corregir 🩷
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Ella tenía muy poco en común con su padre, también tenía muy poco en común con cualquier lazo sanguíneo.
Tampoco con su mejor amigo.¿Tenía alguna conexión realmente especial? La respuesta es no.
Cada mañana se colocaba frente al espejo y teñía sus mejillas de forma inexperta, aplicaba una ligera capa de maquillaje pero sí, su mano se dejaba llevar con el rubor al punto de dejar una mejillas bien rosadas que sí, la hacían ver ridícula pero nadie era lo suficientemente directo para hacérselo saber.
Mientras aplicaba rubor sobre su piel ligeramente bronceada se repetía los principios del arte de amar:
–”La pasión está por encima de todo”- susurraba el primer mandamiento del amor tomando entre sus dedos un mechón de su cabello que constituía en una melena corta con hermosos rizos blancos con un fleco que muchos aseguraban tenía la forma de un corazón. –”Los celos son símbolo de amor” -Continuó con sus enormes ojos oscuros clavados en su propio reflejo –”Procurarás amores que no puedan ser” -Ahora dividía cuidadosamente su cabello en busca de una línea perfecta –”Si el amor no es correspondido, el sufrimiento será su ofrenda pues sólo la tristeza demostrará cuánto han amado” -Entrecerró los ojos concentrada en asegurar el pequeño mechón sin estropear su peinado –”Su amado será centro y motivo de su vida entera”
Al final se colocaba unos enormes pendientes rosados, sí, todo lo que ella portaba debía asemejar la forma de un corazón, incluso su peinado eran un par de mini heart buns.
Hacía tres semanas atrás comenzó a asistir al colegio Monster High y aún no encajaba, en realidad ya se había resignado a nunca encajar entre ellos pues a diferencia de sus pieles de colores pálidos, ella mantenía un bronceado ligero pero encantador que hacía contraste con su cabellera blanca, además de facciones más humanas.
Amore Cupid solía presentarse como la próxima guardiana del amor, después de todo era la hija de Eros. Psique, su madre, fue quien la ayudó a aprender de memoria los mandamientos del amor.
Con sus manos se planchó el vestido acampanado, entonces tomó sus cosas lista para un nuevo día. La rutina solía repetirse, como cada mañana Fastástiko ya la esperaba en la fachada.
Fantástiko era un fauno despreocupado que muchas veces hacía reír a Amore, la hacía olvidarse de la gran responsabilidad de ser una Cupido al menos un par de segundos. Eran mejores amigos desde la infancia aunque carecían de una cercanía que en diez años de amistad debían poseer.
–¿De verdad planeas esconder tus alas hasta graduarte? -Fantástiko torció el gesto con evidente desaprobación –Tus alas de querubín son hermosas. -Aseguró abriendo a su vez las puertas del colegio.
–El primer día de clases un profesor me dijo que eran estorbosas y al menos tres chicos en la cafetería intentaron desplumarme -Ella frunció el ceño encogiéndose al recordarlo.
–Por eso me aseguré de tener el mismo horario, compartiremos clases y a la vez seré tu fiel guardián -Realizó una reverencia exagerada que la hizo reír discretamente. –Y sobre eso ¿En serio? Elegiste comenzar todos los lunes con clase de ciencia, no te culpo por querer dormir más pero son dos horas seguidas. ¡Voy a volverme loco!
–Puedes cambiarla por otra clase entonces, yo me quedaré en Ciencia. -Comentó Cupido avanzando en dirección al aula pero Fantástiko la siguió negando con la cabeza. –Puedo cuidarme sola.
–Ni siquiera lo pienses, no puedo dejarte sola en una clase, sobre todo de ciencias pues la última semana noté que… -Justo en ese momento Fantástiko emitió un quejido de asco y Cupido bajó la mirada al suelo, su amigo había pisado un líquido viscoso y verde formando un camino que iba en dirección al aula de ciencias -¡Esto es el colmo! Ayer di mantenimiento a mis pezuñas. -Cupido continuó su camino para tomar asiento en los sitios de adelante mientras Fantástiko buscaba algo para limpiarse –No, no. Vamos atrás, acá nos forzarán a participar. -Cupido asintió resignada y al subir las escaleras notaron que en la segunda fila el líquido se acumulaba.