LO QUE SEA POR TI

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El consejo no encontró otra solución, debían llegar a un acuerdo con el líder del distrito suburbano, a quien ignoraron por tanto tiempo transformándolo en un problema mayor y ahora en esos momentos convertido en la cabeza de un imperio más grande y poderoso del que alguna vez imaginaron. La guerra era inminente, pero también lo serían las perdidas, y era mejor formar una alianza y fomentar la paz entre ellos, que insistir en una lucha de poderes. Así que, sin tener más opción, todos votaron.

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Abajo, en los carriles, Silco se dirigía a la guarida de su protegida, caminaba a pasos constantes, meditando en la noticia que le había sido dada unas horas antes. Necesitaba ver a Jinx, estar con ella para calmar sus inquietudes, pero al mismo tiempo, no quería hacerlo tan pronto, ya que la razón de su búsqueda iba más allá de una simple visita a su lugar de trabajo.

Jinx con el ánimo por los cielos, trabajaba sin parar dentro de su caótico taller. Con la música a todo volumen, se entregaba a su labor; era el proyecto más grande de su vida, una misión encargada por Silco, en la que ella daría todas sus fuerzas y energías por terminar para entregársela en sus manos. De un momento a otro el megáfono bajó su volumen lo que llamó su atención; se quitó los lentes para dirigir la mirada a la entrada, encontrándose con la silueta de Silco.

- No deberías forzarte tanto, tienes que descansar. - fue lo primero que el hombre dijo.

- Silco. - ella por su parte llegó corriendo hacia él para lanzarse y darle un abrazo que le estrujó las costillas. Él Simplemente sonrió y correspondió a la acción.

- Mi chica. - se apartó unos centímetros para álzale el rostro y contemplar sus ojos, bellas gemas azules. - mi preciosa Jinx. - se ruborizó al instante. Le emocionaba recibir halagos de él.

- Qué bueno que llegas, quiero que veas algo. - lo tomó de la mano y lo guio hasta donde se encontraba el arma. - está listo, logre terminar el arma justo como querías.

Ver aquel aparato fue una enorme sorpresa para el industrial, ya que se trataba de un artefacto complejo, minuciosamente bien hecho. Realmente Jinx era su orgullo, una chica que aparte de ser muy inteligente, cuando se comprometía daba lo mejor de sí. ¿Cómo no quererla? ¿Cómo no apreciar su talento y entusiasmo? Además, era la única persona en su mundo en quien confiaba por completo. Llevó una de sus manos al frío metal del que estaba constituido el artefacto para palparla y observarlo con detenimiento.

- Es asombroso. - mencionó sin quitarle la vista, no encontraba las palabras para expresar su felicidad.

- Aún hay más. - con entusiasmo fue por la gema hex para encender el aparato; al colocarla hizo reacción con una luz azul que la iluminó. - su nombre es Fishbond, se cuánto te gustan los monstruos de las profundidades.... - se puso nerviosa pues Silco no pronunció ninguna palabra. - ¿te gusta? - se mordió el labio.

- Aun no puedo creer la maravilla que has creado con tu gran intelecto. - lo dijo con una sonrisa en el rostro (nada común en él) porque, aunque confiaba en que haría un gran trabajo, en efecto superó por mucho sus expectativas. - sabía que lo lograrías, siempre supe que debía confiar en ti. - de un momento a otro la tomó por la cintura para cargarla como si de una pequeña se tratase, ambos estaban demasiado felices, Jinx comenzó a experimentar una sensación ya conocida en su interior, justo en su estómago, y no era precisamente por las volteretas.

al terminar su improvisada celebración, Silco la bajó lentamente y cuando hubo puesto sus dos pies en el suelo, se miraron fijamente, sintiendo una conexión que al menos para la chica, era única y especial. Jinx se mordió el labio inferior al desviar la vista hacia los del hombre, después volvió hacia sus ojos, esperando alguna otra respuesta de su parte. Estaba ansiosa, sin embargo, sabía que sus pensamientos no eran los correctos y que tal vez hasta a Silco le parecerían aberrantes.

NO TE SEPARES DE MI / ARCANE / JILCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora