La hora estaba cerca, ya no podía huir de su inminente destino. Sus manos frías temblaban de nervios y pavor mientras era vestida y maquillada. Podría decirse que se sentía preparada para un sacrificio, pues fue casi como un ritual, todo hecho paso a paso, desde su higiene personal, hasta colocarle el dichoso vestido blanco que días atrás le había sido entregado. Era bellísimo claro, pero era un recordatorio más, de que su vida cambiaria en pocas horas.
Se sentía tan incomprendida, muy sola, incluso por Silco; a pesar de estar rodeada de sirvientes que le ayudaban a arreglarse para estar lo más radiante posible, nadie entendía la desesperación que atormentaba su ser.
Al ver el espejo, se miró a si misma sin reconocer el reflejo, pues prácticamente quedó irreconocible, pero era ella, vestida de novia, adornada con encantadores accesorios y un maquillaje que la hacían lucir delicadamente exquisita. Tragó con dificultad, sus sentimientos se revolvieron, jamás imaginó verse tan espectacular para un evento de esa magnitud donde sería la protagonista. Recordó un cuento que Vi, su hermana fallecida, le contó una vez, una historia de una joven huérfana y pobre que encontró el amor con un príncipe y estos se casaban en una boda ostentosa frente a su pueblo quienes eran testigos de aquella unión tan singular. Su apariencia era similar a esa princesa del cuento favorito de su infancia, pero con la diferencia, de que la novia no era feliz y no amaba al príncipe.
La maquillista le dio el ultimo toque a su rostro, con ello su trabajo había concluido. Solo faltaba algo muy importante, el peinado, pero eso era trabajo para otra persona.
Sin previo aviso la puerta se abrió, y desde el espejo Jinx vio a Silco entrar tranquilamente. Sus ojos se abrieron al verlo de un traje elegante casi como el príncipe de su cuento de hadas. El hombre no se quedó atrás, pues puso una cara de sorpresa al mirarla con ese vestido blanco y bien arreglada.
- Estas... tan radiante. – comentó por reflejo, sin dejar de verla de pies a cabeza. – pareces una princesa. – sus comentarios se quedaron cortos, ella realmente se veía esplendida.
- Y tu un príncipe. – respondió con ojos cristalinos y una sonrisa. – mi príncipe. – pensó.
El industrial llegó a ella y la tomó de las manos. Jinx nuevamente imaginaba historias ficticias en su mente, esta vez donde Silco y ella eran los verdaderos novios de aquella boda real que se celebraría en frente de una gran multitud. Era más fácil sobrellevar su carga con esa mentalidad, que seguir atormentándose con su cruel realidad; pero las cosas no funcionaban así, porque cuanto más alto llegaba su mentira, mayor era el daño al azotarse en el suelo de la verdad.
Finamente volvió a la realidad cuando Silco la colocó de vuelta frente al espejo y se alejó para ir por una silla donde Jinx descansó.
- ¿Qué haces? – dijo mientras lo observaba buscando entre las cosas de su tocador.
- Tenemos tiempo. – vio el cepillo en su mano. – siempre he procurado cuidar este hermoso cabello. Y hoy no será la excepción.
- ¿me vas a peinar? – sus ojos brillaron de emoción.
- Por supuesto, es el último paso y estarás lista.
Alació el suave cabello azul con mucho cuidado y paciencia, la chica se ruborizó al sentir sus delgadas manos sobre ella. Silco era el encargado de crear esas dos grandes trenzas características en Jinx, mismas que presumía con orgullo cuando las hacia volar al correr por las calles de las fisuras. No obstante, la ocasión era distinta, esta vez no las llevaría, el peinado debía ser distinto.
En lugar de repartir su cabello en dos, lo recogió por detrás para hacerle una sola trenza enraizada y con grandes gajos. Mientras lo hacía, la nostalgia se hizo presente, por que comenzó a recordar la primera vez que trenzó ese cabello, nunca nadie la había vuelto a peinar más que él. La vio crecer, y con ello, esa brillante y hermosa cabellera azulada, y aun no podía creer lo rápido que pasó el tiempo, pues lejos estaba esa niña tímida y temerosa que llegó a sus brazos al no tener donde más ir.
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NO TE SEPARES DE MI / ARCANE / JILCO
FanfictionJinx está enamorada, por desgracia sus sentimientos no son correspondidos de la menra que ella quiere. Aún así, ella hará lo que sea por aquella persona, sacrificando su felicidad e incluso su libertad por el sueño del ser amado. Silco pensó que ha...