Fue durante una tarde de jugar ajedrez con Lillian en el gran salón cuando su dedo quedó amarrado a un brillante hilo rojo. Ella saltó asustada, lo suficientemente asustada como para perturbar a Lillian. Lena no era una preadolescente muy expresiva. Lillian se acercó, cautelosa pero firme como siempre, a ver qué pasaba en la mano de la niña, pero aunque revisó más de una vez, no notó nada extraño. Lena creyó que finalmente su infernal familia le había hecho perder la cabeza porque, ¿cómo Lillian no veía el gran hilo rojo que colgaba de su dedo? Lillian le dijo que quizás estaba exhausta, que fuera a dormir y que por la mañana se le pasaría. Lena la obedeció como era usual, pero incluso al día siguiente, aquel hilo seguía en su dedo.
Intentó cortarlo con tijeras, bisturís, fuego e incluso con las armas "secretas" de Lex, pero nada surtía efecto. Solo incrementaban su preocupación y la disimulada de Lilian por su cordura.
Su curiosidad la llevó a investigar cada artículo o libro que mencionaba algo sobre hilos rojos, desde protecciones espirituales hasta la popular Teoría del amor. Algunos mitos aseguraban que este hilo se compartía con otra persona destinada a encontrarse contigo. Si le preguntaban diría que es ridículo, Lena estaba comenzando a hartarse.
Una noche, mientras lloraba en su habitación por las burlas de Lex sobre su "locura" Lillian se compadeció y decidió acercarse y consolar a su hija.
-"Lena, siéntate", ordenó Lillian, intentando sonar dulce pero fallando estrepitosamente. La niña se levantó de un brinco como un soldado entrenado, y Lillian suspiró.
-"Lena, entiendo que te sientas frustrada y confundida porque parece que nadie más puede ver lo que tú estás viendo." Soltó despacio mirando al frente sin atreverse a mirar los ojos llorosos de la niña.
-"Quiero que entiendas que lo que estás experimentando puede ser muy real para ti, y eso no te hace loca, Eres una niña muy fuerte, audaz e inteligente, una gran Luthor." afirmo sin intentar mitigar el orgullo que sentía por la niña.
-"Se que te asusta y no esta mal, podremos solucionarlo, si consideras que necesitas ayuda puedes pedírmela. "Finalizó finalmente mirando a la niña quien asintió, Lillian asintió de vuelta y se levanto para irse, pero en la puerta una vocecita la interrumpió.
-"Gracias madre"
-"Por supuesto" dijo antes de alejarse por completo de la recamara.
Lena comenzó a visitar en secreto a un terapeuta, quien, aunque señaló ciertos problemas relacionados con su familia, descartó la idea de que estuviera loca. Esto la dejó aliviada pero aún confundida. Si no estaba loca, ¿de dónde venía aquel hilo? Su terapeuta sugirió que tal vez era una respuesta al estrés que experimentaba debido a su familia. Esta explicación sonaba más lógica, y Lena empezó a vivir con la compañía reconfortante de su brillante hilo rojo.
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Kara lo vio en cuanto la luz solar alcanzó su cápsula. Todo era confuso en ese momento, así que ese fue el último de sus problemas. Su vida fue muy movida desde que llegó a la Tierra y solo tuvo un momento de paz una semana después de estar en casa de los Danvers. Fue allí, recostada en su cama, que levantó su mano para ver el brillante hilo rojo que se apoderaba de su meñique. Sonrió sonrojada al contemplarlo.
En Krypton existía un cuento sobre almas gemelas, que aseguraba estaban unidas por un brillante hilo como el que adornaba su dedo. Sus padres decían que lo tenían, y solo el pensamiento le daba un ligero confort en este nuevo mundo.
El lazo se convirtió en una luz que las acompañó durante su adolescencia. Lena estudiaba hasta no poder más, intentando vivir con lo que significaba ser una Luthor y ser la segunda hija, mientras que Kara estaba en un planeta diferente al suyo, con una hermana que no terminaba de aceptarla. Ese hilo era una esperanza que las hacía querer continuar.