Noche 2

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Lucifer y Alastor no intercambiaron palabra alguna durante todo el día, por lo menos no más a las habituales peleas que solían tener, tanto por la atención de Charlie o alguna que otra burla insignificante que no duraba más que un par de ataques antes de que volvieran a lo que sea que cada uno hacía. Por supuesto que la fiesta de victoria se llevó a cabo, otra de las razones por las que tanto el Rey del infierno y el Demonio Radio se mantenían separados.

Lucifer había visto más de una vez a Alastor ser quien recibía a los invitados, naturalmente ya que la mayoría se trataba de los caníbales quienes les ayudaron a derrotar a los ángeles, y sí, el caído no deseaba acercarse a la sección dedicada a ellos, no porque les temiera, si no porque la gran mesa que servía como pequeño buffet estaba completamente llena de las más grotescas imágenes que tenía el infortunio de ver, un patrocinio especial por parte de la líder de Canibal Town, Rosie.

No le tomen a mal, la Overlord era un poco peculiar, pero no le desagradaba, Charlie le había contado como ella amablemente aceptó ayudarle sin problemas y debe admitir que sus modales eran un poco más civilizados que el ciervo que tenía como amigo, no podía entender como alguien podría ser amigo de él.

Volviendo al punto, el soberano se mantuvo cerca de los demás huéspedes, intercambiando una que otra palabra con la novia de su hija ¿Maggie? ¿Vaggie? Era una buena chica, le hacía olvidar que no todos los ángeles especialmente los exorcistas eran tan crueles o le odiaban por lo sucedido, incluso sentía un poco de empatía en cuanto a su situación; era perfecta para su retoño.

Hubo un momento que tuvo que separarse de la abrumadora escena que se llevaba a cabo, aun cuando había aceptado ayudar y asistir a la fiesta, le era imposible acostumbrarse tan rápido a ser visto por una gran multitud, incluso socializar. Tuvo que darse un respiro acompañando al pequeño Razzle, quién parecía bastante interesado en acurrucarse en la estatua de su fallecido hermano.

— Lamento no poder traerlo devuelta, pequeño.

Murmuró en una disculpa mientras acariciaba algunos mechones de cabello rojo, sabía lo que era perder a tu otra mitad, así como le dolía perder a uno de sus más leales y cercanos sirvientes.

Pronto las horas pasaron y poco a poco el ruido y los demonios fueron desapareciendo, cada uno dirigiéndose a su propio hogar/habitación; el cansancio era evidente en la mayoría.

El rubio se ofreció en quedarse para poder limpiar el desastre de la festividad, nada que sus poderes no pudieran solucionar, además, estaba ganando más puntos con Charlie al darle más tiempo para estar con su pareja ¿Qué mejor que tener la bendición de su padre?

Estaba a punto de desaparecer todo cuando notó a cierto pecador bastante interesado en algunas sobras de la mesa dedicada a los caníbales, vaya suerte.

Tras un par de pasos logró posicionarse cerca del más alto, finalmente notando lo que le tenía tan entretenido, entre sus largas garras carmín habían insertados un par de ojos, usando una tercera garra para usarlo como un palillo y tomar otro, la sangre resbalaba por sus dedos y sí, Lucifer estaba seguro de que quería vomitar lo poco que consumió hoy. Aclaró su garganta a la vez que acomodaba su sombrero en una costumbre propia.

— ¿Terminaste? Necesito limpiar esto.

Los ojos del otro demonio se posaron en él, entrecerrándose mientras continuaba los movimientos de sus dedos, su sonrisa se ensanchaba como si supiera que la simple acción perturbaba al soberano, el sonido de la estática de la radio se entre mezclaba con una pequeña risa nada agradable a su parecer.

— ¡Qué interesante, el rey del infierno reducido a una mucama! — Se burló antes de abrir sus fauces y tragarse la primera gelatinosa cuenca.

— Oh, se lo que intentas hacer y no pienso caer en ello, Bambi.

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⏰ Última actualización: Mar 04 ⏰

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