_13_ (Primera Parte)

59 9 32
                                    

_______☆☆☆_______

Debra

-¿¡Te importa si me lo quedo yo!?

-¿¡Qué!?

Missy continuaba dando pequeños saltitos a mi lado, sujetando mi brazo y mostrando un enorme puchero en sus labios. Yo me mantenía inmóvil, con mi rostro inundado de confusión al oír aquella petición. ¿Realmente me estaba pidiendo que...?

-¡Oh, vamos! ¡Pásamelo! -Mi brazo comenzaba a doler de tanto tirón en él. -¡Dijiste que no estáis juntos!

-¡Calla! ¡Shh! -Tapé su boca queriendo evitar que siguiera hablando de ello. -¡No chilles, loca!

Apartó mi mano de su cara y reinició los tirones nuevamente.

-¡Por favor! ¡Por favor!

-¡Claro, Deb! ¡Deja a Missy que atrape a Eros!

-¡No empieces ahora tú! -Cerrarle el pico a Rachel desde el otro lado de la mesa era una tarea más complicada. -Si llego a saber que os comportaríais de una forma tan inmadura no os habría dicho nada. -Tomé asiento en el sillón del reservado y apoyé mis manos sobre la mesa resignada.

-La culpa es tuya.

Torné los ojos hacia Mandy, quien miraba la escena desde la zona central del sofá mientras movía su copa entre sus dedos disfrutando del espectáculo.

-¿Mía?

-Así es. -Bebió un sorbo y, tras dejar la copa sobre la mesa, me miró. -¿A quién se le ocurre confesarle a dos obsesas de los Rydenhat que tu relación con Eros es una farsa?

-¡No creí que lo tomarían de esa forma! -Estaba disgustada por la actitud de las chicas ante aquel secreto.

-Hablamos de dos lunáticas, Deb.

-¡Eh! -Replicó la pelirroja golpeando levemente el hombro de su prima.

-Tienes razón. -Concluí con un pucherito.

-¡Oye! -Ahora Missy me había golpeado a mí.

Las cuatro saltamos en risa.

-¿Entonces... -me codeaba sutilmente la rubia alzando una y otra vez sus cejas buscando complicidad conmigo -...me dejas entrarle a tu falso novio?

Rodé los ojos y dejé caer mi cara contra mi mano maldiciéndome por no haber caído en la cuenta de que Missy se convertiría a partir de hoy en mi sombra hasta que le diese luz verde para atacar a Eros.

Las había extrañado demasiado. El tiempo continuaba pasando y nosotras seguíamos divirtiéndonos en el Rome. ¡Oh, el Rome! Nada en Londres se comparaba con él, ese lugar había sido testigo de cada una de las locuras que yo misma junto a esas tres locas que tenía por amigas habíamos hecho durante años.

Me daba mucha pena no poder compartir mi reencuentro con este adorado lugar con Eros por culpa de su dichoso trabajo, pero en vista de cómo resultaron los acontecimientos con las chicas tras contarle que nuestra relación era sólo una fachada para evitar que su familia le buscase pareja y le obligaran a casarse, podría decir que agradecía que no estuviese aquí soportando a Missy en modo pendón con intenciones de llevárselo a la cama y secuestrarlo.

Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora