1. Martes 14 de marzo de 2023

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Apagó el despertador por tercera vez esa mañana, pensando en que quizás el tiempo querría detenerse, pero aquel día no era el caso y sabía que, si lo hacía, acabaría llegando tarde al trabajo, aunque las ganas de Maggie de quedarse bajo las sábanas trataron de ganar la batalla pudo hacer de tripas corazón sacando su brazo izquierdo de aquel crisol calentito de paz para coger su teléfono y cesar el molesto zumbido de la alarma de un martes que aún no era consciente, pero daría que hablar.

Inmediatamente buscó sus calcetines entre las sábanas mientras al mismo tiempo pensaba si de verdad hacía falta subirse a la ambulancia como llevaba haciendo desde hace cinco años, pero las ganas de un café calentito es lo que realmente consigue impulsarla a sacar sus pies de la cama, colocar sus calcetines, y enfundarse las zapatillas en forma de conejo dando así por comenzado el día.

Después de estirar cada uno de sus músculos y soltar un par de bostezos, apartó un poco las cortinas para dejar entrar la poca luz que emanaba de la calle, proveniente de las farolas que iluminaban una ciudad embrujada por la niebla cuando el sol aún no había hecho ademán de salir de su escondite.

—Qué buen día para continuar haciendo uso del transporte público —murmuró irónicamente tras vislumbrar tantas luces rojas detenidas a lo lejos.

Como cada día laborable, multitud de coches se agolpaban en la carretera principal cuando aún no eran las siete de la mañana; todos aquellos que intentaban llegar puntuales a sus puestos de trabajo, bajo un cielo que amenazaba con iniciar la llovizna de un momento a otro. Unos lucharán por algún hueco libre en algún parking subterráneo, otros por no mojar sus trajes antes de llegar a la oficina.

Cubierta por una sudadera que hace las veces de pijama, Maggie caminó rápidamente hacia la cocina para preparar su desayuno, dejó el teléfono sobre la isla color arena y sacó la tostadora de uno de los armarios que tiene sobre el fregadero para después introducir dos rebanadas de pan integral en la misma.

Al recibir el mínimo impulso de red Wi-Fi, tras permanecer inactivo durante toda la noche, comenzaron a llegar varias notificaciones a su teléfono móvil, que por su rápida entrada dedujo que su podcast favorito había sido actualizado. Savannah, su mejor amiga, acababa de hacer acto de 'presencia' con uno de sus audios de más de un minuto. Según comprobó después, esos archivos de audio se enviaron poco después de que Maggie se quedara dormida; no dudó en pulsar el play y el botón de aumentar el volumen para escuchar las aventuras de su amiga mientras realizaba otras actividades como por ejemplo conectar la cafetera y colocar la cápsula del elixir del despertar que después vertería en un termo.

No pudo evitar la cara de sorpresa conforme pasaban los minutos, sabiendo que debía contestar sí o sí ante tal noticia:

—Hablaremos de cómo Charlie te pidió matrimonio anoche y tú decidiste no contestarle. Pero primero me vas a permitir decirte que eres tonta —grabó un audio a modo de respuesta a lo que acababa de escuchar mientras se apoya sobre la isla desde la que puede observar su apartamento de 30m2.

La vivienda, que perteneció a un sobrino de una amiga de su abuela, comenzó siendo un domicilio suplente mientras encontraban una solución a una fuga de gas en la residencia de la universidad y acabó convirtiéndose en su hogar permanente a mitad del segundo semestre. Su abuela Freya, una súper fan de los programas de remodelación de casas, comenzó a coleccionar recortes de revistas de decoración que le mostraba cuando iba al pueblo a verla hasta que consiguió, junto a esas ideas, hacer ese apartamento completamente suyo con lo que ella rescataba de aquellos artículos.

Del cajón de verduras del frigorífico sacó un aguacate para abrir y vaciar sobre las tostadas, añadió a la operación una botella de zumo que, cuando el electrodoméstico la alejó de sus ensoñaciones, vertió en el primer vaso de cristal que localizó antes de colocar las rebanadas en un plato y vertió el líquido naranja. Sentada en uno de los taburetes que rodean la isla, desayunó tranquilamente hasta que una nueva alarma de su teléfono comunica que las siete de la mañana están por llegar, y si quiere llegar a tiempo debe acabar rápido.

La pieza que faltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora