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CAPÍTULO UNO:Adán y Eva

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CAPÍTULO UNO:
Adán y Eva

La he visto en clase. Tiene un largo cabello rosado, ojos verdes como el jade y un cuerpo esbelto. Su voz no es angelical, pero su presencia se impone y se diferencia, en cierta parte, del resto.

Busca la atención de su hombre, y agrede a otras mujeres que intentan acercarse a él. No lo entiendo, más no juzgo.

Mientras la observo, mi mente divaga hacia pensamientos que no suelen cruzar mi mente. Es como un enigma que me desafía a descifrar más allá.

Se llama Sakura.

Es, casi irónicamente, una flor de cerezo.
Su baile rebelde y confianzudo parece desafiar todo lo que he aprendido hasta hoy.


Sakura representa una libertad que no había conocido, una soltura y frescura que inunda mi mente.

La imagino caminando por unos prados con gracia y soltura. El calor que emana su cuerpo enciende la curiosidad en mi corazón, que me hace querer seguirla. Los roles se han cambiado y ahora, creo ser un cazador que persigue a su presa. Escucho su risa alejarse, burlándose de mí, quizás por ser lenta, por no seguir el ritmo de su libertad, sus movimientos gentiles y sus pies rápidos.

Me detengo un momento, sintiendo la tentación de alcanzarla, de tocar su piel suave y cálida.

El timbre ha sonado, las clases finalmente han terminado, he intento, fallidamente, calmar la taquicardia que azota mi cuerpo.

¿Cómo se me ha podido ocurrir desear la pareja ajena, para un fin egoísta? ¿Cómo podría yo pensar en ella más que una compañera de mi clase?

Pienso en las enseñanzas de mi fe y la moral que me han inculcado desde pequeña. Este deseo, esta atracción, son inadecuados, como una fruta prohibida tentándome en el jardín del Edén.

Con un suspiro, me retiro del aula, dejando que la distancia entre nosotras crezca una vez más.

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SAINT // sakuhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora