Parte 2

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Los días pasaban y la relación de Gustabo y Noah cada vez era más cercana. En varias oportunidades, el castaño lo invitó a cenar con él y Castro. Quienes los vieran en esas noches pensarían que son una bonita familia que come en medio de divertidas charlas y muchas risas.

Hubo una oportunidad que luego de la cena, se pusieron a jugar un juego de mesa. En ese momento las risas y los enojos de quien perdía eran tan auténticos que ambos mayores sabían que debían hablar luego.

Castro y Noah fueron a la cocina a buscar más helado y galletas.

Cuando atravesaron el umbral que dividía la cocina de la sala, se llevaron la sorpresa de que el joven rubio estaba profundamente dormido con una bonita sonrisa adornando su rostro. Castro se quedó mirando a su compañero, aquel chico que pertenecía a la CIA igual que ella pero... era diferente. No podía ver a Gustabo cómo el adulto que era. En ese momento, ante sus ojos había un niño pequeño, un niño indefenso que buscaba un lugar donde estar seguro. Poco sabía de Gustabo pero era consciente de todo el abandono y soledad que atravesó durante su vida.

Iba a hablar pero vio cómo su compañero de vida, aquel hombre que tanto amaba, ya estaba a la altura del rubio acariciando su pelo.

Noah: ¿No te recuerda a un niño pequeño?

Se sentó junto a su esposo y miró hacia los ojos celestes que parecían gustarle las caricias.

Noah: ¿Te imaginas si...?

Castro: ¿Si...?

Noah: Si Gus fuera nuestro hijo...

Castro analizó un poco las palabras de su esposo y sonrió.

Castro: Sin dudas sería un hijo del cual estar completamente orgullosos, tanto a nivel personal como profesional.

Noah: Es un gran policía, de hecho, su trabajo es ejemplar y admirable.

Luego de la pequeña charla, Noah cargó a Gustabo hasta la habitación de huéspedes. Lo acomodaron, arroparon e instintivamente, Castro le dio un beso en la frente.

Castro: Te toca.

La mujer miró a su marido con una sonrisa, este le correspondió y besó la frente del rubio.

Estando ambos en su cama matrimonial.

Noah: Sería lindo que esto ocurriera todas las noches, ¿no, querida?

Castro: Realmente... sí, sí lo sería.

El hombre se sentó en su cama y tomó las manos de su esposa.

Noah: Sabes... hace unos días una idea cruzó por mi cabeza...

Castro: ¿De qué se trata?

Castro se sentó al igual que su marido.

Noah: Sé que va a sonar muy descabellado e incluso que sea difícil y...

Castro: Cariño, ya dilo.

Noah: ¿Qué tal si adoptamos a Gustabo? Sé que él ya es un adulto pero puede ser parte de nuestra pequeña familia... puede ser nuestro hijo...

Castro: Noah...

LA FLOR SOLITARIA|| GUSTABO GARCÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora