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Hay muchos lugares que pueden sentirse extremadamente perfectos sin importar que no sea un lugar común, Jungkook siempre sentía eso cuando en cualquier lugar dónde sus manos moldearon la masa para crear un nuevo arte. Esta vez fue turno del estudio de la universidad, desde hace dos días seguía trabajando en el lugar unas dos horas cada día.

Era de esperarse que a su novio no le agradara la idea cuando hay un estudio perfectamente equipado en dónde ambos viven, pero tenía una razón para ello y era que pronto terminaría la escultura.

Solo unos cuantos detalles faltaban para terminarla, por lo que quería mantenerla en secreto del menor hasta la exhibición, con ello se ganó otro berrinche cuando le dijo que no entrara más al estudio de la universidad; unos besos y caricias lograron desaparecer el berrinche del rubio.

-Estás aquí, Jungkook.- el nombrado miró hacía la puerta, encontrándose con su profesor.- ¿Aún te falta mucho?

El menor negó mientras tomaba el trapo para limpiar sus manos, la vista del mayor se notaba ver cada detalle de la pieza frente a él, años de experiencia de seguro veían detalles que ni el mismo creador podía apreciar.- Solo falta agregar unos detalles y algo de color; estará listo en unos pocos días.

Una sonrisa complacida en el rostro maduro le dio un poco de tranquilidad, más porque la escultura estaba quedando mucho mejor de lo que esperó en un inicio, inclusive lo que faltaba agregar fueron ideas que no estaban en su mente ni de asomo al inicio; su inspiración había vuelto.

-Esta es de tus mejores piezas, Jeon.- alagó el mayor.- Me alegra que hayas encontrado algo para liberar tu mente.

Para ambos era muy obvio de que hablaban del menor, Jungkook era más que consciente que sin Jimin probablemente no hubiera podido graduarse este año o lo hubiera hecho con un trabajo que no lo satisface para nada; completamente diferente al que tiene frente a él.

-Gracias, profesor.

-Hablando de tu trabajo, el modelo de esta pieza está afuera; parece que te está esperando.

El profesor se retiró y Jungkook revisó su celular queriendo ver la hora, Jimin le había dicho que terminaría su trabajo para ese tiempo, tal parece que logró completarlo antes.

Con su mochila en mano, salió del lugar hasta una de las bancas fuera del salón, ahí estaba el rubio apoyando su cabeza en la pared y con sus ojos cerrados; se había quedado dormido.

Jungkook no evitó sonreír enternecido por la imagen por lo que rápidamente tomó una foto antes de despertarlo. Una vez lograda su misión, se acercó al menor y besó su frente para comenzar a llamarlo en susurros.

-Jiminie, cariño.

Sin muchas ganas, el menor comenzó a despertar encontrándose con su novio.- ¿Me tomaste una foto, cierto?- preguntó frotándose un ojo con la mano.

-Sí, debí tomar más.- un puchero se forma en los labios del menor.- ¿Terminaste antes? Debiste ir a casa a descansar si fue así.

-Quería esperar a hyung, además quiero que veas el traje; ya lo terminé.

Tomados de las manos, se dirigieron hasta el área de diseño. El lugar se encontraba vacío y con un poco de desorden como el resto de la universidad en esas fechas. Ninguno le prestó atención a eso y entraron al aula dónde todos los trajes para la presentación estaban; todos ocultos puestos en un maniquí.

Jimin se acercó a su área y se acercó al maniquí con su traje.- Me tocó el color blanco,- comenzó diciendo.- uno un poco aburrido, pero para el concepto de "Encanto de medianoche" quedó perfecto.

Jungkook lo escuchaba atento y se mantuvo así cuando el menor quitó lo que cubría al maniquí.

Él no es alguien que sepa de moda, se vestía con lo primero que encontraba en la gaveta y si combinaba no importaba, pero hasta él sabía que Jimin era excelente con sus diseños.

Un largo vestido blanco de tela de seda era lo que había abajo, su forma le recuerda a los vestidos de princesa de Disney, pero con la diferencia que había un delicado encaje en las partes de la mano en incluso debajo de la falda principal; bello con un toque sensual.

Admirado por la prenda, Jungkook miró al menor y se sorprendió viendo el vestido con una expresión nerviosa. Pocas veces se podía ver al menor de esa manera, Jimin también tiene este lado.

-¿Crees que es bueno, hyung? ¿No es común?

El mayor se acercó hasta el menor y, desde atrás, rodeó con sus brazos alrededor de los hombros.- Nada de lo que haces es común, cariño.

-En el desfile estarán muchas casas de ropa, vendrán desde China, París, Estados Unidos, no quiero presentarles algo que ya hayan visto.

-Hacer algo completamente original en esta etapa de la vida es imposible, todo se ha hecho en el arte, pero cada artista es diferente y tienen su toque; puede que hagan una ropa o dibujo muy parecido a otros, pero es especial por como y quien lo hizo, ¿te gusta el resultado del vestido?

Ni un segundo se lo pensó, la respuesta del menor era clara.- Me encanta.

-Entonces es perfecto.

Sintiéndose más convencido, Jimin volvió a tapar el vestido y, tomando la mano del mayor, salieron del lugar.

El atardecer teñía el cielo de colores cálidos, dando sentimientos de paz que dos corazones artísticos necesitaban

-¿Qué deseas comer? Es jueves, tu decides.

El menor se detuvo, captando la atención de Jungkook con esto.- Lo había olvidado,-  menciona mirando al mayor- mi padre me escribió antes de quedarme dormido; quiere que vayamos a cenar hoy.

-¿Ambos?- el rubio asintió.- ¿Por qué tan de repente?

-Bueno, me mudé con mi novio que ni siquiera conoce, tal vez por eso.

-Conste yo lo he querido invitar, pero estaba de viaje.

Buscando consentir a su novio, el menor se acercó dando un ligero beso en los labios.- Tenemos tiempo, ¿me dejas vestirte para esta ocasión? También un poquito de maquillaje no estaría mal.

-¿No debería verme más natural para que me conozca como soy?

-Kookie, es mi padre, nada le sorprende en ropa y maquillaje.

-Buen punto, ni siquiera un regalo pudimos preparar.- el menor estaba preparándose para poder objetar eso, pero Jeon se adelantó.- Cariño, necesito que me ayudes en algo.

Aunque no sabía lo que su mente tenía en mente, el rubio asintió para comenzar a dirigirse junto a este al taller dónde ambos son felices.






































Aunque no sabía lo que su mente tenía en mente, el rubio asintió para comenzar a dirigirse junto a este al taller dónde ambos son felices

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