CINCO

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Al despertar, vi demasiadas personas en la prisión, hasta creí que estaba alucinando.

— ¡Maggie! — le hablé, salí y la estuve buscando, la gente me empezó a saludar pero hice caso omiso. Nunca fui social ni extrovertida que digamos. — ay, aquí estás, ¿qué pasó? ¿de dónde son todas estas personas? — pregunté.

— de Woodbury.

— ¿del pueblo del Gobernador? — asintió. — ¿por qué los trajeron?

— el Gobernador huyó, ya no iba a volver a su pueblo, los dejó a su suerte.

— ¿entonces Rick, Michonne y Daryl los trajeron? — asintió. — qué bueno. — sonrió. — ¿sabes si Rick ya habló con Carl? — volvió a asentir. — okay, qué bueno...

— ¿Dalton? — escuché a mis espaldas, puedo reconocer esa voz donde sea. — ¡Tony! — volteé, sí es él.

— ¡Nate! — corrí hacia él y lo abracé. — ¡volviste!

— claro que volví. — besó mi mejilla varias veces, lo escuché sollozar. — ¿dónde están mamá y papá? — miré a Maggie.

— ve, yo después te veo y si quieres cambiarte de celda, está bien.

— gracias. — sólo sonrió, tomé de la mano a mi hermano y lo llevé al patio, donde se encontraban las mesas.

— enana, me estás asustando.

— vas a necesitar aire fresco y estar sentado. — dije. — mamá murió. — solté.

— ¿qué?

— sí, unos días antes de que la civilización cayera... le detectaron cáncer de páncreas y empezó el tratamiento, pero no soportó mucho... tuve que dispararle para que no se convirtiera. — me abrazó.

— ¿por qué no me llamaron?

— porque aún no sabían cómo decirte y cuando las líneas cayeron, fue imposible. — lo abracé más fuerte.

— lamento tanto que tuvieras que hacerlo, eres muy fuerte, tuviste que serlo. — besó mi frente. — ¿y que pasó con papá? — preguntó secando mis lágrimas con las mangas de su camisa.

— tú sabes lo torpe y lo mensa que soy.

— no, no lo eres.

— sí lo soy... ¿recuerdas aquella casa en el bosque? — asintió. — nos fuimos a refugiar ahí y la misma noche que mamá falleció, se escuchaban demasiados caminantes alrededor, así que decidí matarlos para distraerme porque no podía dormir, pero no veía nada y no quería que alguno me mordiera y no sabía dónde papá guardaba las linternas, así que decidí salir a ahuyentarlos, pero me perdí y no supe cómo regresar.

— retiro lo dicho, sí eres torpe, ambos lo sacamos de papá. — reí. — ahí está, eso era lo que quería ver. — sonrió. — ¿Así fue cómo llegaste a Núñez? — asentí.

— ¿tú cómo llegaste hasta acá?

— caminando. — sonreí. — había gente que quería volver a Estados Unidos, volví con ellos y a partir de Kansas, emprendí mi camino solo y luego me encontré con Woodbury hace unas semanas.

— ¿quién diría que yo iba a encontrarme con el grupo de Rick y tú con el grupo del Gobernador? — ambos reímos.

— pues me alegro que pasara, ahora sólo falta encontrar a papá. — asentí y volví a abrazarlo. — ¿cómo es este grupo?

— es bueno, menos...

— ¿menos...?

— Carl.

— ¿el hijo de Rick? — asentí. — escuché que mató a alguien de Woodbury a sangre fría, ¿es por eso? — asentí de nuevo. — descuida, te mantendré lejos de él. — besó mi cabeza.

— fuera de él, todos los demás son buenas personas, te caerán bien, en especial Glenn, Maggie y Beth.

— bien, vamos adentro. — volvimos al interior del pabellón.

— ¿ya te asignaron una celda?

— sí, pero aún no me asignaron compañero, ¿quieres serlo? — asentí emocionada. — trae tus cosas. — corrí a mi celda, ahí estaba Glenn acostado en su cama.

— qué bueno que ya estás de mejor ánimo. — asentí. — Maggie me contó que tu hermano estaba en Woodbury.

— sí, ya no me siento tan mal... — tomé mis cosas.

— ¿nos abandonas?

— por favor, es mi hermano.

— bien, abandonanos por tu hermano. — dijo haciéndose el indignado y lo abracé.

— no me voy de la prisión, ni siquiera del pabellón, estaré a unas cuantas celdas... comoquiera te extrañaré... ¿coreano?

— ¡al fin! — carcajeé.

— tenía compañeros asiáticos, sé reconocerlos, no es tan difícil.

— ya me caes aún mejor. — sólo fruncí la nariz y salí de la celda para acercarme a Nate, él me guió a su celda y no dudé en tomar la cama de arriba.

— hey... yo quería la cama de arriba.

— demasiado tarde... — dije burlándome y me subí a la cama. — debiste ser más rápido.

— qué bueno que antes no compartíamos habitación.

— lo sé, ¿te imaginas la mitad de la habitación cubierta de posters de Rammstein y la otra de Taylor Swift? Ah ah... eso no podía pasar.

— ¿qué tiene de malo escuchar a Taylor?

— nada, pero sería raro y más porque eres hombre.

— ¿y eso qué tiene que ver?

— ay por favor, sé lo que los hombres hacen cuando tienen tiempo a solas y están frente a posters de famosas.

— ¡Elizabeth! — me regañó.

— ¿o me equivoco? Claro que no me equivoco, a veces te llegué a escuchar a través de la pared y reza porque mamá y papá no te hayan escuchado, gimes demasiado alto. — dije volteándolo a ver, se puso tan rojo como un tomate.

— te odio.

— me amas.

— en este momento ni un poco. — agarré mi botella y me vacié un poco para lanzársela a mi hermano.

— ¡arrepientete de tus pecados, hijo del mal! — le grité, se levantó y me sacó de mi cama para bajarme a la suya y comenzó a hacerme cosquillas mientras se carcajeaba.

Ya extrañaba nuestras peleas, es demasiado extraña la ocasión en la que de verdad nos enojemos con el otro, que afortunadamente este no es el caso, ambos sabemos que estamos bromeando.

En verdad lo extrañaba demasiado.

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2024 ⏰

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You are my angel [Carl Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora