Edén

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Parte I : Edén

Estuvo ahí en el momento de su creación.

Observó en silente asombro la forma en que las partículas de polvo dorado flotaban a su alrededor, esculpiendo su cuerpo mediante minúsculas cargas eléctricas, flotando por los aires con una gracia y perfección que Lucifer jamás había visto en anteriores creaciones.

La dejaron reposar en el jardín del Edén junto a su contraparte masculina. Los arcángeles y serafines cuidarían de ellos desde lo alto, tal y como su padre les había ordenado.

Todo en perfecta armonía, tal como debía ser.

Pero había cierta naturaleza rebelde en Lucifer, no sabía si es porque era el menor de sus hermanos, constantemente luchando por migajas de atención, o si simplemente había algo malo en él, algo diferente, un cosquilleo inconfundible que lo llevaba a ser más curioso que los demás.

Era un soñador, no importaba las veces que sus creaciones fueran objeto de burla entre el resto de los ángeles, él siempre se esmeraba en destacar, en alcanzar el mismo nivel de perfección que había visto en la máxima creación de su padre.

Lilith era su nombre.

Adam también había sido creado de la misma forma, pero por su sanidad, prefería ignorarlo.

— ¿No crees que hay algo raro en ella? — Una tarde le había preguntado Miguel mientras trabajaban. Ambos encerrados en lo más profundo de su taller, piscinas de éter a su disposición cuya luz dorada resplandecía allí donde el sol no podía llegar.

A diferencia de su hermano, la mayoría de sus creaciones no eran del todo apreciadas en la corte celestial. Sus aves tenían muchas alas, sus reptiles muchos ojos y no importaba lo mucho que se esmeraba en hacer pequeñas bestias a su imagen, si su creación no cumplía un propósito era simplemente destruida. Había estado estresado, luchando contra su imaginación con tal de crear la criatura perfecta.

Era conocido que Lucifer podía ser demasiado autoexigente, tanto, al punto de aislarse de los demás. Fue por eso que cuando sintió la presencia de uno de sus hermanos a sus espalda, hablándole con total naturalidad, Lucifer apenas se esforzó en escucharlo del todo.

— ... ¿Qué? ¿Quién? — Se hizo el desentendido, demasiado atareado con dar forma a las alas de su próxima creación, habiendo olvidado por completo el sinfín de eventos que ocurrían en la tierra bajo sus pies — ¿De qué estás hablando?

— La humana — Miguel sentenció con un tono sombrío, — Lilith.

La mera mención de su nombre hacía que se sintiese ligero, que sus manos se cubriesen de sudor. Por supuesto que la recordaba. ¿Cómo podría olvidarla?

— ¿Q-qué hay con ella?

Miguel se acercó a paso lento. Era el mayor de sus hermanos, se notaba en su rostro, que si bien era muy parecido al de Lucifer, poseía facciones un tanto más angulares y toscas, sus brillantes ojos azules lo miraban con desánimo y cierto aire de altanería.

— No pareciera estar feliz con el regalo que nuestro padre le ha dado. — Se paró a su lado, una mano en su cadera mientras analizaba las temblorosas manos del menor de los ángeles.

— ¿Regalo?

— La vida.

Lucifer recuerda haber fruncido el ceño, ¿Por qué habría ella de estar agradecida con algo que nunca pidió? La vida en el Edén era sencilla, sin duda, pero demasiado estructurada para resultar emocionante.

Edén (LUCILITH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora