suspiro en cuanto el reloj da las doce en punto y puedo escuchar los pasos apresurados de beomgyu salir de su habitación. cruza el salón y apenas se da cuenta que yo estoy ahí. no hace nada más que mirarme y continuar con su camino incluso después de que comienzo a seguir sus pasos.
él se habría ido de inmediato de no ser por el agarre que tuve en su muñeca, deteniéndolo justo frente a la puerta.
— ¿qué haces? — sus cejas se fruncen, entre enojado y confundido por mi reacción. siento que jalonea un poco.
— no vayas. — no sé si como una orden o como una súplica, quizás una mezcla de ambas porque realmente no quisiera discutir con él. aunque eso es ridículo de pensar, beomgyu definitivamente va a responder.
— ¿qué estás diciendo, yeonjun? — paso saliva. no sé cómo lidiar con él.
— si vuelves a ir a ese lugar...— refuerzo el agarre que tengo en su muñeca y aparto mi mirada de la suya cuando siento que no puedo sostenerla más. no es miedo, es duda. — voy a tener que actuar.
ríe un poco antes de forcejear nuevamente, se burla. sin embargo, no se aleja. da un par de pasos hacia mí y me doy cuenta como busca mi mirada.
— ¿disculpa? ¿actuar, dices? — no contesto, me atrae hacia él jalando del agarre que aún sostengo. — dilo de nuevo.
— no puedo dejar que te vayas. — su sonrisa desaparece al instante y es como si acabase de caer en cuenta que yo estaba hablando en serio y que realmente no estoy dispuesto a dejarlo ir. repentinamente tengo que tomarlo con fuerza cuando comienza a jalar de su brazo con brusquedad, sacudiéndolo y jaloneándo con todas sus fuerzas como si sólo fuera un objeto que me quisiera quitar. sus pies incluso se deslizan en el piso, intentando alejarse de mí.
— ¡suéltame, maldita sea! — su fuerza parece incrementar sorprendentemente rápido e incluso casi hace que me caiga de tanto jalarlo hacia mí. — ¡déjame en paz!
estoy a punto de reclamarle al respecto hasta que se detiene de repente, y siento como todo su peso recae en mí. cuando me doy cuenta, él ha comenzado a llorar desconsoladamente en mi pecho y ya no hace intento alguno de soltar su muñeca de mi mano. le suelto desde que parece que no está dispuesto siquiera a pensar en marcharse.
— ¿...beomgyu? — su respiración se oye entrecortada, y ciñe entre sus manos la tela de mi suéter. niega.
— ¿por qué no lo entiendes? ¿por qué simplemente no me dejas tranquilo? — habla entre sollozos que yo apenas puedo comprender. escucharlo hace que mi corazón se comprima en mi pecho. siento ganas de abrazarlo, acurrucarlo entre mis brazos hasta que su llanto cese. — yo no quiero que me ayudes...
— pero...— me interrumpe antes de que pueda siquiera comenzar. y me empuja tan fuerte, lejos de él, que por poco pierdo el equilibrio de mis propios pies.
— ¡¿qué parte no te queda claro, yeonjun?! ¡no me interesa tener tu ayuda! ¡no necesito tu puta lástima! — sus gritos se sienten torpes e incluso comienza a ahogarse con sus propias lágrimas. su voz parece perder toda su fuerza de repente, y ahora se siente débil, quebradiza. es triste escucharlo cuando me dice:— ¿es tan difícil entenderlo?
— lo entiendo, pero...— una vez más, su voz hablando sobre la mía me obliga a callar. y cuando intento acecarme a él, da un paso hacia atrás y la distancia entre nosotros no disminuye.
— no... no lo entiendes...— solloza. — tú simplemente no puedes entenderlo, yeonjun.
el eco que hace el sonido fuerte de la puerta principal siendo cerrada de golpe por él llena toda la casa, y parece ser la campana que ha anunciado el final de nuestra discusión. se ha ido y yo, más que evitar que lo hiciera, pareciera que lo único que hice fue empeorar las cosas entre nosotros. como siempre, siento la inherente necesidad de seguirlo y ni siquiera me molesto en tomar mi chaqueta antes de irme con él.
cuando llego no logro verlo por ningún lado e incluso pienso que puede que llegara antes que él. pero poco después veo un bulto que se remueve en el piso e inmediatamente reconozco su largo cabello castaño empapado en agua sucia.
— beomgyu...— no tengo la fuerza suficiente para gritarle y que me escuche, pero sólo reacciono para cruzar la calle lo más rápido que puedo y arrodillarme a su lado. tiene una herida abierta en su labio y una marca rojiza en su mejilla, alguien le ha golpeado. saco mi celular para llamar a mi papá, pero en cuanto estoy a punto de marcar el número él cubre la pantalla con una de sus manos y lo aleja.
— si le pides a tu papá que venga... te juro que esta será la última vez que me verás...— murmura entre jadeos, parece apenas tener la fuerza para hablar.
— pero no...— niega, y es la única señal que necesito de su parte para dejar de hablar. se toma de mis manos y lo ayudo a sentarse más apropiadamente. mantengo una de mis manos en su espalda para sostenerlo.
— estoy bien. no ha sido más que un castigo inofensivo. — aunque a mi la combinación de palabras que acababa de usar no me parecía lo más normal, me pregunté por un momento si sería prudente indagar al respecto. decido no pensarlo demasiado.
— ¿un castigo? — cuando levanta la mirada hacia mí, me doy cuenta del hilo de sangre que sale de su labio y corre bajo su mentón. paso saliva. se ve doloroso.
— no estaba aquí cuando vino...— murmura y siento como aprieta una de mis manos entre la suya. — no me encontró cuando vino... y se enfadó conmigo porque no le gusta que llegue tarde...
— ¿quién? ¿quién te hizo esto, beomgyu? — aunque sé que habla del hombre del mercedes benz negro, me gustaría tener un nombre... algo que me ayudara a saber de quién se trata.
el me mira como si hubiera algo que me quisiera decir.
— deberías irte, yeonjun. — pero eso es lo único que me dice. y, aunque su mano se suelta de la mía, yo no me muevo. no estoy dispuesto a marcharme. — no tienes nada que hacer aquí.
— tú tampoco. — una vez más, niega. como siempre, mis palabras no parecen tocar ninguna fibra en él.
— no te entiendo, yeonjun. — inquiere. — si tanto te disgusta lo que hago, ¿por qué sigues viniendo?
— porque no quiero que te pase nada malo. — me doy cuenta que su mirada se suaviza, y es la primera vez que siento que él en serio está dudando de sí mismo. aprieto los labios. quisiera poder solamente llevármelo conmigo. — me da miedo dejarte aquí y no saber si voy a volverte a ver...
deseo con todas mis fuerzas estar en lo correcto y que beomgyu realmente esté considerando la idea de irse esta noche conmigo a casa. aunque fuera por hoy, sólo ahora estaría bien para mí. me mira como si fuera a aceptar.
— vete. — sus palabras me caen como un golpe seco en el pecho. aleja sus ojos de los míos, como si le diera vergüenza mirarme. — no puedes estar aquí... vas a meterte en problemas...
— tú no quieres que yo me vaya.
— ¿y qué sabes tú lo que yo quiero? — parece estar al borde del llanto, pero choi beomgyu es tan impredecible que yo no podría estar seguro de eso.
— beomgyu, por favor... te lo suplico...— y en otro momento habría pensado que es patético de mi parte suplicarle algo a un niño de dieciséis años, pero en ese momento no me importa. le rogaría de rodillas si así podía conseguir hacerlo cambiar de opinión.
— es la última vez que te lo digo, yeonjun, lárgate.
— oblígame. — su terquedad me molesta, y a él la mía igual.
— vete del puto callejón. — veo como muy difícilmente se pone en pie y yo, más como reacción, me levanto con él. temo que su fuerza flaquee y vuelva a caer al piso. afortunadamente, o para mi desgracia, no lo hace. se mantiene en pie y me da esa mirada filosa que suele darme seguido. — ¿acaso quieres meterme en más problemas?
— no voy a irme, beomgyu. — él está a punto de empujarme contra la pared, pero está débil y apenas me echa un poco para atrás. su peso se siente ligero.
— ¡ya vete, yeonjun! — ciñe sus manos a mi pecho, y noto que está iracundo por la forma en la que me mira. las lágrimas comienzan a acumularse en sus ojos y vuelve a sentirse tan vulnerable como lo sentí de vuelta en casa. — vete... por favor, vete...
ESTÁS LEYENDO
𝘀𝗼𝗹𝗲𝗱𝗮𝗱 𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗮ñí𝗮. yeongyu
Ngẫu nhiêna beomgyu nada parecía importarle, ni siquiera el bienestar propio. a él no le importaba lo que las personas hablaran de él, o cómo le miraran cuando caminaba por la calle, ni siquiera le importaba poder acabar asesinado en cualquier noche tranquila...