Sombras en la Niebla: El Misterio de la Mansión Abandonada

Capítulo 4: La Amenaza Oculta

Con el diario en sus manos y la revelación de los oscuros secretos que envuelven la mansión, los amigos continuaron explorando con una mezcla de intriga y temor. Cada rincón oscuro y cada sombra parecía contener una presencia invisible, una sensación de que no estaban solos en aquel lugar.

Mientras se adentraban más en las profundidades de la casa, comenzaron a percibir pequeños indicios de que no eran los únicos habitantes de la mansión abandonada. Un crujido en el suelo detrás de ellos, un susurro apenas perceptible en el aire... señales de que alguien más estaba acechando en las sombras, observándolos con ojos invisibles.

Los amigos intercambiaban miradas nerviosas mientras avanzaban por los pasillos oscuros, sus corazones latiendo con fuerza en sus pechos. ¿Quién podría estar acechando en la oscuridad de la mansión? ¿Eran fantasmas de antiguos habitantes, o había alguien más en aquel lugar, alguien con intenciones siniestras?

Las sombras parecían moverse y retorcerse a su alrededor, alimentando su paranoia y su sensación de peligro inminente. Cada sombra proyectaba una amenaza invisible, una presencia que los envolvía como una red mortal.

De repente, un grito ahogado rompió el silencio de la mansión, haciendo que los corazones de los amigos se detuvieran en sus pechos. Giraron en dirección al sonido, sus respiraciones entrecortadas por el miedo, solo para encontrar una figura oscura desvaneciéndose en las sombras.

El pánico se apoderó de ellos mientras se aferraban unos a otros, sus ojos escudriñando la oscuridad en busca de cualquier señal de peligro. El aire estaba cargado de electricidad, la sensación de que algo malévolo los acechaba en cada esquina.

Con el corazón en la garganta, los amigos se dieron cuenta de que no estaban solos en la casa. Alguien, o algo, estaba acechando en las sombras, esperando el momento perfecto para revelarse. La amenaza oculta en la mansión abandonada se hizo más tangible que nunca, enviando escalofríos por sus espaldas y llenando el aire con una sensación de terror inminente.