Capítulo 1

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Año 1986.

En Madrid, en el hotel Villa Aguamarina, se celebraba el quincuagésimo aniversario de su apertura.

La cocina del establecimiento funcionaba a un ritmo infernal. Los cocineros terminaban sus minimalistas creaciones dispuestos a deleitar a todas las personas que lo pasaban bien en el evento, mientras los camareros sacaban sin parar una bandeja tras otra.

—Hummm, qué rico... ¿Esto qué es? —preguntó Any a Triana.

—Ternera blanca con chocolate. ¿A que está bueno? —La joven asintió a la vez que se metía un trozo en la boca; su amiga la reprendió—,Vamos, deja de probarlo todo, que te van a pillar.

—Dios..., está riquíiiiiiiiiiiisimo.

En ese momento uno de los encargados abrió una puerta y se quedó mirando a las dos chicas. Con celeridad, ellas pasaron junto a él y, cuando éste se alejó lo suficiente, Triana murmuró:

—Te lo dije... Te advertí de que te iban a pescar.

Al escuchar aquello, Any sonrió. Tragó con rapidez y salió al salón dispuesta a repartir aquel estupendo manjar.

Any era relativamente nueva en aquel hotel, aunque no en ese trabajo, y atendía a todos los comensales con una bonita sonrisa en el rostro. Por norma ni se fijaban en ella. Sólo se centraban en la bandeja que llevaba en las manos y en comer, comer y comer, como si el mundo se acabara o en su casa no hubiera nada en la nevera.

Cuando la fuente ya estaba medio vacía, al volverse vio a un hombre con un traje gris oscuro que escuchaba muy concentrado lo que otro comentaba.

Era alto, de pelo oscuro, elegante en su manera de vestir y con unos sensuales rasgos masculinos, aunque para su gusto, demasiado serios.

Durante un buen rato lo observó mientras se preguntaba si sabría sonreír.

Poco después, y sin querer evitarlo, Any pasó innumerables veces por su lado, con la esperanza de que lo hiciera, pero él no lo hizo ni en una sola ocasión, y ella regresó a las cocinas. Parecía incómodo entre la gente.

Tras salir de nuevo a la sala, cargada con otra bandeja, esta vez de minirrollitos de primavera, se acercó con decisión a él. Sorprendentemente, el amigo del hombre elegante le guiñó un ojo con complicidad para llamarla y la muchacha se acercó con la fuente para ofrecerles su contenido.

Con una sonrisa se sirvió un rollito, mientras que el caballero que a Any le atraía ni siquiera la miró, ni tampoco cogió nada de la bandeja. Eso la desmoralizó y, cuando se alejaba, oyó que el amigo, risueño, comentaba:

—Es mona la camarera, ¿no crees?

Eso la hizo sonreír. ¡Se habían fijado en ella!

Su nuevo y moderno mechones bicolor estaba causando furor entre sus colegas, pero su sonrisa se congeló cuando escuchó una voz ronca que decía en español con cierto acento inglés:

—Es una niña; además, no es lo suficientemente bonita ni interesante como para estar intrigado por ella, y menos con ese estilo que tiene en su pelo.

Any se detuvo.

¡Sería idiota el tío!

Quiso darse la vuelta y estamparle la bandeja de rollitos en la cara a aquel estúpido prepotente por haberla hecho sentir fea y poca cosa. Pero no debía. Si lo hacía, lo más probable era que perdiera el trabajo y lo necesitaba. Sólo llevaba contratada allí dos meses y le gustaba el ambiente laboral.

—Any... Any... —la llamó Triana sacándola de su enfado—. Vamos..., vamos, que tenemos que sacar el champiñón o esta gente se nos comerá por los pies.

DESIRE (AyA Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora