CAPÍTULO 4 🌹

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Y tal y como me lo propuse lo cumplí, estuve una semana más haciendo exámenes día tras día y en el momento en que se acabaron pude respirar al fin, Thomas y yo volvimos a encontrarnos y a quedar por las tardes y los fines de semana para hacer cosas juntos desde la más clásica hasta la más surrealista; a veces simplemente nos juntábamos para ver películas.

Una de las veces fue en su casa, yo llevaba tiempo dándole la lata con ver Harry Potter pero él se resistía por lo que al final y tras muchas, muchas súplicas aceptó resignado así que un sábado por la mañana tras haber ido a correr y a comprar todas las porquerías que podrías imaginarte nos plantamos en el sofá de su casa y vimos la saga entera de películas en una sentada, al final y en contra de todo lo que él quería acabó gustándole y me prometió que leeremos los libros juntos; eso sí aunque no quiera reconocerlo echó unas cuantas lagrimitas.

-¡Yo no he llorado en ningún momento! -Me hizo gracia lo indignado que parecía.

-¡Claro que lo hiciste no seas mentiroso !

-Te reto a que me digas un solo momento en el que lloré -replicó.
Cuando murió Cedric en el cementerio, ¡Te vi llorar no mientas! -Le acusé cuando vi que iba a abrir la boca.

-¡Yo no hice eso en ningún momento! ¡Deberías ajustar la graduación de tus gafas! -mi rostro debió parecer demasiado indignado porque se echó a reír, ante eso me levanté y empecé a pegarle con el cojín.

-¡Eso no se vale tramposa! -Me empezó a atacar él.

-¿¡Yo tramposa?! ¿Me llamas ciega y ahora encima tramposa? -Me enfadé más fingidamente y le empecé a dar más fuerte con los cojines, cuando vio que iba a perder soltó su cojín y me agarró de la cintura para tirarme al sofá y hacerme cosquillas.

Yo me retorcía de la risa intentando decirle que parara pero él no lo hacía solo se reía y me miraba con una cara malvada para posteriormente hacerse más cosquillas, cuando vio que estaba apunto de ahogarme por fin paró, y entonces nos encontramos los dos jadeando por el cansancio en el sofá por el esfuerzo, el arriba y yo abajo de él.
De repente todo se quedó en silencio, sentí como el tiempo se detenía mientras él y yo nos mirábamos a los ojos, yo solo podía observar sus ojos ámbar que brillaban con la luz del sol a la vez que sentía nuestras respiraciones acompañándose lentamente, como si nuestro corazones latieran al mismo ritmo, como si fueran solo uno.

Y de repente tal como llegó la magia se fue, porque llamaron a Thomas y tuvo que levantarse corriendo a cogerlo, yo me senté rápidamente y cogí el plato con chocolates y chuches y empecé a comer, era lo que más me relajaba.
Tras unos minutos llegó y se sentó a mi lado, estuvimos un momento en silencio y luego simultáneamente como si supiéramos lo que necesitábamos él me pasó el mando del televisor y yo a él el cuenco con chocolatinas y así comiendo y en silencio nos dispusimos a buscar nuestra siguiente película.
Unos días después en una de nuestras conversaciones decidimos irnos dos semanas a un hotel con vistas a la playa en New York a pasar un tiempo de nuestras vacaciones juntos; acordamos que nos iríamos las últimas semanas de agosto para que sea como una buena retirada de las vacaciones.
Así que tras pasar todo el verano con mis amigos y con él entre salidas, fiestas de pijamas, comida… Casi no sentía ya las flores y fue el mejor verano de toda mi vida, es de lo único de lo que no me arrepiento, de haberlo intentado pues gracias a eso tengo unos recuerdos inolvidables y que si al final llego a morir podré llevarme conmigo.

Por fin llegó la hora de irnos a New York, la verdad es que estaba muy emocionada por viajar allí, siempre había querido verlo y estaba muy contenta de tener una oportunidad de poder ver la ciudad y su playa antes de morir.
Thomas y yo tomamos el avión temprano en la madrugada para poder aprovechar el día una vez nos instalaremos.

-Bueno Eve, soltamos nuestras maletas y vamos a hacer un poco de turismo por la ciudad, ¿Te parece?

-Me parece perfecto, y ya luego en la tarde podemos ir un rato a la playa.

-Genial pues andando.

-¿Tienes ya el número y la llave de nuestra habitación?

-Si, es la 125, he pedido que me den dos llaves y así cada uno puede entrar y salir cuando quiera -me entregó una que guardé en mi mochila y entramos en la habitación.

Era una habitación de camas separadas pero sé que incluso así más de uno se sorprendería por el hecho de que compartamos habitación juntos, la verdad es que a nosotros no nos importa, nos conocemos desde pequeños, entonces hemos pasado prácticamente toda nuestra vida juntos; por lo que para nosotros es algo no cotidiano pero tampoco fuera de lo común.
Desempacamos nuestras maletas tras llegar a la habitación, cogimos dinero por si comíamos afuera y salimos del hotel a conocer un poco la ciudad y sus tiendas.

Estuvimos por Brooklyn viendo las tiendas que había allí, estaba muy concurrido incluso entre semana, había muchos puestos caseros que era algo que nos gustó mucho y al final tras tanto paseo y ver tantas tiendas no pudimos no pararnos en una pastelería a probar algunos pasteles; como no yo me pedí un croissant enorme relleno de Nocilla, Thomas pidió una tarta de Kinder con Ferrero. Una cosa que nosotros siempre hacíamos era pedir algo de chocolate que podría gustarnos a ambos y así los dos podíamos tomar algo del otro si no nos gustaba.

-MMM, este croissant está buenísimo, es que mira Thomas todo el chocolate que tiene, es maravilloso -le mostré el croissant encantada y él me sonrió.

-Se ve muy bueno , está tarta en serio está muy rica, es la perfecta mezcla entre los dos sabores de chocolate.

-¿A ver? Dame un poco por favor, anda síii -le supliqué poniendo ojitos, el solo me sonrió y me dio un trozo; a cambio yo le di un bocado de mi croissant.

Y así estuvimos todas las vacaciones, entre tiendas, playa, el hotel y muchas cosas más creando recuerdos preciosos que nunca olvidaría; especialmente aquella noche, cuando solo quedaban unos días para irnos de allí, él me preparó algo muy especial.
Estuvo todo el día muy raro y en la noche me hizo ponerme un vestido que él me había comprado allí pero sin decirme porque, y luego, tras salir de la habitación me venda los ojos y me condujo fuera del hotel hasta la playa; al llegar me quitó la venda y cuando abrí los ojos había una mesa iluminada con l luz de la luna y de unas cuantas velas y la cena ya preparada allí. Yo me giré hacia él sin creer lo que estaba viendo con una sonrisa.
-¿En serio esto es para mi?

-Claro que si, te has esforzado mucho en tus notas y..

-¿Y? -Le animé a continuar.

-Mira no sé qué te pasó aquella vez que estábamos estudiando, no quisiste decírmelo y le restamos importancia cuando sé que era algo importante y grave, pero esperaré hasta que estés lista para contármelo -el me sonrió y yo no pude sino enamorarme de él más de lo que ya lo estaba.

Me abalancé hacia él y lo envolví en un abrazo que lo tiró a la playa, él me rodeó la cintura con los brazos y me apretó contra él durante un rato, luego me levantó y fuimos a la mesa a cenar.
Estuvimos toda la noche charlando entre risas contando anécdotas tanto nuestras de pequeños como de nuestros respectivos amigos, recordando los viejos tiempos y durante aquella noche con él pude olvidar todos mis problemas que me consumían y pude sonreír con total libertad después de mucho tiempo; además Thomas me conocía a la perfección porque preparó mi comida favorita, pasta a la boloñesa y de postre esa fantástica tarta de Kinder y Ferrero que probamos en nuestro primer día, sin duda un maravilloso recuerdo que me llevaría siempre y no olvidaría jamás.

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1390 palabras volvemos a capítulos largos, justo este lo estaba leyendo mi tío y ayy que vergüenza jajaja. Ya solo queda uno antes del final.

Hanaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora