Después de algunos años fuera de casa, Elizabeth ha vuelto a su ciudad natal, que estaba llena de recuerdos y memorias, para seguir coleccionando junto a las personas que dejo atrás y tal vez encontrar el amor con el que siempre soño.
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Desperté por un suave ronroneo en mi estómago.
Al abrir los ojos me topé con la imagen de Mike mirándome con su típico ceño fruncido, hecho bolita sobre mí como si de su cama se tratara.
—¿Miriam te obligó a entrar? — la noche anterior Daniel y yo nos desviamos de la ruta para llegar a casa, por lo que llegamos mucho más tarde de lo usual, así que una vez estuvimos dentro, no me preocupe por saludar a nadie, subí directo a darme un baño y a dormir, en mi lugar, Daniel degustó la buena gastronomía de mi tía, probablemente le explicó a mis familiares que no había tenido un buen día y de paso reportar donde nos habíamos metido.
—No, fui yo— justo aquel chico estaba en la puerta de mi habitación con el pelo húmedo.
Me incorporé tan de golpe, que el gato me bufó por la brusquedad de mi movimiento.
—¿Te quedaste a dormir? — asintió.
—Tu tía me dijo que ya era muy noche y me ofreció amablemente una habitación— sonrió, llevaba una toalla en el cuello y la misma ropa del día anterior, quizás mi tía solo había dicho eso a modo de excusa, porque el chico no vivía a más de 15 minutos de la casa.
Volví a dar un repaso en su ropa y recordé una caja que había dejado al fondo de mi armario, me puse de pie para ir directo a buscarla.
—Al parecer aquí también tienen una habitación para ti— murmuré sin mirarlo.
—Como tu madre me lo dijo numerosas veces, ya soy parte de su familia.
Daniel había comenzado a trabajar para mi familia paterna años atrás, y después exclusivamente para mis padres; fue cuestión de tiempo que se hiciera con el cariño de mis padres, quienes en tal punto lo consideraban como un segundo hijo.
—Traje algunas de tus cosas de la casa de Bathatsó— saqué la caja y revolví lo que había en ella, encontrando una muda de ropa para él —. Se mezclaron con las mías y pensaba devolvértelas— puse sus prendas sobre la caja y la caja sobre la cama, para que él las tomara, finalmente entró en mi habitación, pero solo tomo la ropa.
—Sigues teniendo un excelente criterio para la moda, creo que mejor dejo el resto aquí, tal vez algún día lo necesite— me miró fijamente, repasando mi cabello alborotado.
—Yo espero que no— Mike comenzó a pasearse entre nuestros pies, ronroneando nuevamente. Daniel apartó la mirada y se dispuso a salir.
—¿Puedo ir a la escuela contigo? — dijo antes de salir completamente.
Mi primera opción fue un no, pero no tenía el coraje suficiente para ir sola con Chema.
—Creí que eso era algo obvio— sonrío con mi respuesta, y en lugar de salir volvió a entrar.