Spencer x Aaron (Diálogos y Drabbles)

Capítulo 11.

Un pequeño regalito por el cumpleaños 44 de nuestro hermoso Matthew Gray Gubler 🥰🥰 

Siempre joven 

Hotch no era muy demostrativo con sus emociones, pero eso no significaba que no las tuviera. Podía sentir ternura y demostrarla cuando se trataba de sus seres queridos, y en aquel momento estaba dando una muestra de ello; sonreía abierta y dulcemente a Spencer, su esposo, quien ese día cumplía cuarenta y cuatro años y seguía tan jovial y bello como siempre. 

-Si sigues sonriendo así, gastarás tu cuota mensual- bromeó el atractivo doctor Reid, mientras terminaba de arreglarse ante el espejo. Hotch negó, acercándosele por detrás y abrazándolo.

-Eso es imposible. Nunca se me acabará la dicha mientras estés conmigo, así que podré seguir sonriendo hasta el final.

-Que con nuestro trabajo podría ser pronto, estadísticamente hablando.

Hotch reprimió una carcajada. Aquel Spencer distaba mucho del joven agente que llegara años atrás a su unidad, era un Spencer más relajado, conectado a sus emociones y con más sentido del humor (aunque algo turbio a veces, pero podía pasar eso por alto). Spencer había madurado mucho con los golpes que la vida le había dado y lo respetaba por eso; lo había visto salir poco a poco de su cascarón hasta volverse un hombre pleno, que era capaz de disfrutar de la vida más allá de su trabajo y del estudio, y el verlo crecer así era lo que lo había inspirado a crecer a él. Él, un hombre que siempre había sido seco y duro, cuyo ánimo se agriara todavía más tras la muerte de su esposa, pudo darle una oportunidad a la vida y al amor tras conectar con Spencer y ver lo mucho y muy hermoso que éste podía ser. ¿Cómo no intentarlo cuando ese muchacho vuelto hombre le había demostrado que era posible salir adelante de cualquier dolor y ser feliz?

-Listo… la corbata de moño me queda bien, ¿eh? Muchas gracias por obsequiármela, está hermosa.

-Fue solo un detalle, pero me alegra de que te haya gustado. De todas formas no creas que no tendrás un regalo mejor, ¿eh? Jack me ayudó a reservar el mejor restaurante para nosotros cuatro, y será la cena de cumpleaños más maravillosa que hayas tenido, te lo prometo.

-Nuestro hijo es todo un hombre- suspiró Spencer, dándose vuelta y mirándolo con esos ojos tan claros y puros que solo él podía poseer.-¿Eso significa que nos estamos haciendo viejos, Aaron? 

-Yo tal vez, pero tú no. Tú serás siempre joven y hermoso, como un retrato encantado en la pared. 

Ambos rieron un momento, luego se besaron despacio y anularon cualquier miedo al futuro que pudieran tener con el roce de sus labios. Hotch era consciente de sus años, bastantes más que los cuarenta y cuatro de Spencer; su hijo Jack estaba por graduarse de la universidad e incluso tenía una prometida, así que obviamente estaba más viejo que al inicio de su matrimonio y lo sabía. Pero también sabía que no le importaba, porque su corazón era fuerte y su alma feliz desde que se había casado con Spencer Reid. Esa noche cenarían ellos, su hijo y su futura nuera y todo sería perfecto, y quizás cuando regresaran a casa harían el amor como en sus mejores tiempos, o quizás solo se besaran y quedaran dormidos en brazos del otro. 

-Cualquiera de esas opciones me hace feliz…

-¿Dijiste algo, Aaron?

-Nada, nada. Que vayamos yendo, o Jack y Aisha empezaran a celebrar tu cumpleaños sin ti.

-¡Oh, eso sí que no! Voy a buscar el auto, mientras tú mándale un mensaje a Jack y dile que no pidan el pastel hasta que hayamos llegado. ¡Puede que ya sea mayor de edad pero todavía soy su padre y puedo castigarlo si me desobedece!- exclamó con una sonrisa enorme que se burlaba de sus propias palabras, y desaparecía escaleras abajo en busca de las llaves del auto. Hotch volvió a sonreír para sus adentros. Por muchos años que pasaran, era verdad que Spencer nunca envejecería.