Una colección de diálogos y relatos cortos narrando el romance entre Spencer Reid y Aaron Hotchner, personajes de la serie Criminal Minds.
(Ninguno de estos diálogos o drabbles siguen un orden en particular, ni tienen continuidad entre sí).
Aaron era consciente de la importancia que tenía la Navidad en la vida de un niño, así que decidió comprar los regalos de Jack con semanas de anticipación para evitar cualquier problema. La gente sufría de fiebre de compras cuanto más se acercaba el 25 y no quería arriesgarse a que su hijo se quedara sin sus juguetes, por lo que planificó una salida junto a Spencer para elegir juntos todo lo necesario. Jack, mientras tanto, había sido llevado por su tío al cine para que no sospechara nada. Ambos hombres se encontraron a las puertas de un gran shopping con sendas sonrisas, pues eran novios muy recientes y todavía les cohibía un poco el salir en público como pareja.
-Solo estamos comprando los regalos de mi hijo, así que no te sientas presionado a tomarme la mano si no quieres-observó Aaron un rato más tarde, mientras subían al primer piso a ver directamente las jugueterías.-Podemos solo comprar, tomar un café y volver a casa. Te llevaré yo, no me gusta que tengas que tomar transporte público tan tarde…
-Te agradezco la oferta, y acepto. Pero no porque me dé miedo tomar el bus de noche, si no porque prefiero estar contigo-aclaró Spencer lo más tranquilo, haciendo que en el rostro serio de Aaron se dibujara una sonrisa.-Ahora bien, ¿tienes la lista? Si nos olvidamos algo podemos venir otro día, pero sería conveniente comprarlo todo de una vez para ya guardarlo en mi departamento. De ese modo no correrás riesgo de que Jack descubra los paquetes por accidente.
Aaron asintió y disfrutó de la visión de Spencer a su lado mientras escogían regalos, adornos y otros enseres necesarios para celebrar la Navidad. Habían acordado pasarlo en su casa junto a su hijo y hermano, y habían invitado también a algunos amigos cercanos para que Spencer no se sintiera tan incómodo con su nueva familia política. Spencer, cuyo único pariente era su madre y la cual no podría asistir porque estaba internada en una clínica, era un muchacho muy dulce y muy bueno pero a quien le costaba mucho desempeñarse en un círculo social nuevo. Él le había prometido una Navidad tranquila y hermosa, y con Derek, JJ y sus queridos amigos del trabajo allí cerca seguro lograba soltarse. La mayoría se irían temprano para seguir la fiesta con sus propias familias, pero bastaría. Después de romper el hielo estaba seguro que Spencer se sentiría de lo más feliz con él y con Jack.
-Le gustan los Transformers, pero yo no entiendo nada de eso. ¿Son estos? No distingo un personaje de otro…
-Estos son Megazords y no, no son Transformers, son de los Power Rangers-explicó Spencer divertido.-Los Transformers son éstos, mira. Tenemos a Megatron, a Optimus Prime… ¿cuál quería Jack?
-Míralo tú mismo-respondió sonriendo con la cartita que Jack le había escrito a Santa el día anterior, y que él muy amablemente se había ofrecido a llevar al correo.-Mi hijo es un niño listo y que sabe lo que quiere… ¡como tú pero con juguetes en vez de elementos de ciencia casera!
-Soy más que juegos de química y laboratorio caseros, pero gracias por recordarlo-comentó Spencer risueño y agregando un soberbio Optimus Prime a su carrito de compras, mientras su novio lo abrazaba por atrás brevemente para demostrarle su afecto. Fue muy breve y nadie los vio, pero si los hubieran visto… no, no le habría importado. Amaba a Aaron y Aaron a él, ¿qué más daba si los veían juntos?
-Lo siguiente es un camioncito de bomberos con luces y sonidos, lo he visto por aquí… ¿mh? ¿Te pasa algo?
-No, no, ¡nada! Me distraje un segundo solamente. ¿Vamos por ese camioncito? Y no te asustes por el precio, ya sabes como son las cosas durante las fiestas. Todo sube…
-En realidad me da igual el precio, Spencer. Pagaré gustoso lo que sea para que mis seres queridos pasen una Navidad feliz- dijo guiñándole un ojo, haciéndolo sentir tan a gusto como niño en una juguetería. Lo cual en cierta forma era, pensó, no se había divertido tanto eligiendo regalos en su vida así que bien podía aplicarse esa frase y disfrutar como un niño.
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