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"Hola Violeta, ¿podemos hablar? Sé que es tu último día en Menorca. Por fa, solo quiero charlar contigo un rato"

"Hola, alteza. Por favor, deja de escribirme. Soy republicana"

"Yo también. Cógeme el teléfono"

Violeta no pudo evitar reírse con ese último mensaje y, cuando entró la llamada, decidió contestar.

- Qué graciosa la princesa republicana, ¿no, Your Highness? - dijo Violeta nada más descolgar.

- ¿Es mucho pedir que me sigas llamando Kiki? En todo caso, gracias por cogerme el teléfono.

- Es para zanjar el tema - fue clara Violeta.

- No - se quejó la pelinegra, alargando la vocal, en señal de queja-. ¿Zanjar por qué?

- ¿Cómo quieres que te lo explique, Kiki? - expresó Violeta lo que para ella era evidente.

- Ay, lo bien que suena - la pelirroja podía imaginar su sonrisa desde el otro lado de la línea-. ¿Has leído la dedicatoria que te puse en el libro?

- Sí - admitió-. Es muy bonita.

- ¿Estás de acuerdo?

- Estoy de acuerdo en que Kiki y yo tenemos una conexión especial.

- Estarás de acuerdo también, entonces, en que tú y yo estábamos destinadas a conocernos.

- Eso es. Kiki y yo. No la Princesa Chiara de Newcastle y yo - aclaró.

- Eso es injusto. Yo sí que no sé cómo decirte que soy una chica normal - se desesperó la inglesa.

- ¿A dónde quieres llegar con esto, Chiara? - fue al grano.

- Quiero conocerte.

- Vivo en Granada - evidenció Violeta-. Y tú en un palacio en Newcastle. ¿O es un castillo?

- En realidad, vivo en un ático de Londres - aclaró-. Y puedo trabajar desde cualquier parte.

- ¡Pero si no trabajas! - exclamó la pelirroja-. Los ingleses te pagan solo por existir.

- Por eso mismo - estuvo de acuerdo Kiki-. Me pueden pagar por existir en Granada.

Las dos rieron.

- Nunca pensé que en las familias reales se llevara tanto el humor. ¿Victoria Federica también es tan graciosa?

- No way. Es muchísimo menos simpática que yo - se defendió Chiara.

- Ah, que la conoces... - alzó las cejas Violeta, aunque la otra no podía verla.

- Pues claro. Nos conocemos todos, Violeta.

- Esto no tiene ningún sentido - trató de poner cordura una vez más-. De verdad que no sé qué hago hablando contigo...

- No, no. Esa actitud, no - pidió la inglesa-. Íbamos muy bien. Hablemos de nosotras. De Granada.

- ¿Quieres hablar de nosotras? Vale - le siguió el rollo-. Imagina que vienes a Granada a seguir con tu trabajo de no hacer nada. Imagina que quedamos y nos gustamos más.

Royal Rainbow | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora