Capítulo 6

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—Eres un tonto imposible Alfa, bájame. Esto es francamente embarazoso—murmuró New.

En un momento, su fuente se rompió mientras se besaban en la puerta principal. Demonios, por el aspecto de las cosas, podrían haberlo llevado un poco más allá... hasta que el bebé decidió que era tiempo de interrumpir. Lo siguiente que New supo, fue que Tay le pidió que se quedara ahí. Un segundo después, Tay tenía la mochila llena de lo que necesitaban y tomó a New en sus brazos como si New no pesara nada.

—Salgan del camino—gritó Tay a sus vecinos de al lado, una joven pareja que se retiró apresuradamente cuando Tay mostró sus colmillos. Entraron al ascensor. Con voz más suave, Tay dijo:—¿Puedes presionar los números? No eres exactamente un peso ligero.

—Entonces bájame, idiota.—New siseó.

¿Qué demonios? Debería haber esperado que algo así
sucediera. Cuando Tay sugirió por primera vez que practicaran los posibles escenarios cuando el bebé llegara, New se rió. Le dijo a Tay que esto no era un simulacro de incendio. Pero cuando el Alfa le dio uno de esos ‘no preguntes, solo obedece’ New sabiamente se calló.

Además, Tay se veía demasiado lindo cuando estaba nervioso.

Ahora el Alfa le estaba diciendo a New lo que quería, o temía oír. Esa noche anterior no había sido un error o una cosa de una sola vez. Cuando New mencionó a Achi, Tay tenía una respuesta preparada, como si esperara que New sacara el armamento grande.

Maldito Achi, te apareaste con un hombre condenadamente obstinado.

La imaginación de New trabajó horas extras. Juró que vislumbra el fantasma del otro Omega de pie delante de ellos, no era un fantasma vengativo, pero sí uno sonriente.

—Ya que tu fuente se rompió es mejor que te lleve cargado.

Las puertas se abrieron. Una pareja de ancianos se apartó por el gruñido de Tay.

—Buena suerte—les gritó la Sra. Fitz—. ¡Estoy emocionada de ver a su nuevo bebé!

New le devolvió el saludo—. Gracias, Sra. Fitz.

—¿Qué jodidos fue eso?—Tay preguntó.

Estaban fuera del departamento ahora y frente al auto de Tay. El Alfa lo deslizó fácilmente al asiento trasero.

New puso los ojos en blanco—. Los Fitzs. Viven abajo, ¿no lo sabías?

Cuando Tay frunció el ceño, New continuó:—A veces voy a su casa a almorzar. El Sr. Fitz me está enseñando a jugar al ajedrez y me encantan las galletas de la Sra. Fitz.

Tay negó con la cabeza—. Realmente eres increíble, New. Yo, por otro lado, no soy bueno con la gente.

Tay abrió el asiento del conductor y subió. El loco Alfa ya había trazado el camino más rápido al hospital hacía eones. New se agarró a los asientos cuando Tay prendió el encendido.

Cuando Tay maldijo a mitad de camino, New asomó la cabeza desde su posición para escuchar una sirena de policía.

—Cálmate y hazte hacia un lado,—le dijo New a Tay.

—No tenemos tiempo para esta mierda—se quejó Tay.

—Cariño, detente y habla con el policía. Explica la situación. Estoy seguro que no voy a dar a luz fácilmente sabiendo que estás atrapado en una celda de la cárcel.

Eso convenció a Tay de detener el auto. Un breve dolor atravesó a New, y bloqueó una gran parte de la conversación. Gimiendo, New abrió los ojos para ver que las cosas no iban tan bien. Tay parecía que estaba a punto de arrancarle la garganta al oficial de policía.

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