FIN

43 5 0
                                    

El sol comenzaba a elevarse, bañando la habitación en tonos cálidos de oro y ámbar. Sasuke se encontraba frente al espejo, ajustando los detalles finales de su atuendo formal. Aunque había enfrentado innumerables desafíos y adversidades a lo largo de su vida, nada se comparaba con el torbellino de emociones que sentía en ese momento.

Reflexionando sobre los años transcurridos, no pudo evitar pensar en el joven que alguna vez fue atormentado, solitario, con el corazón endurecido por las pérdidas. Sin embargo, ahí estaba, en el umbral de un nuevo comienzo, a punto de unirse en matrimonio con la mujer que había transformado su mundo por completo.

Hinata había sido su luz en la oscuridad, su calma en medio de la tormenta. Con ella, Sasuke había aprendido el verdadero significado del amor, la compasión y el perdón. Había descubierto partes de sí mismo que nunca supo que existían, y había sanado heridas que creía eternas.

Los recuerdos de su primer encuentro, sus desafíos, sus confesiones y el momento en que finalmente se dieron cuenta de que estaban hechos el uno para el otro, se entrelazaban en su mente como una preciosa cinta de momentos que habían tejido su destino juntos.

Mientras los primeros invitados comenzaban a llegar, Sasuke tomó una profunda respiración, intentando calmar el torbellino de emociones que amenazaba con abrumarlo. Cada paso que daba hacia el altar era un paso más lejos de su pasado y hacia un futuro que había elegido, un futuro al lado de Hinata.

Hinata se encontraba frente al espejo, sus manos temblaban ligeramente mientras ajustaba el delicado velo que caía suavemente sobre sus hombros. El reflejo que veía era el de una mujer radiante, vestida para el día más importante de su vida, pero en sus ojos perlados había una profundidad de emociones que solo aquellos que la conocían verdaderamente podrían entender.

Desde pequeña, Hinata había soñado con un amor que superara todas las adversidades, un amor que fuera tanto refugio como fuego ardiente. Y ahora, mientras se preparaba para caminar hacia el altar y unir su vida a la de Sasuke, esos sueños infantiles se sentían insignificantes en comparación con la realidad abrumadora y maravillosa de su amor por él.

Cada momento que había pasado con Sasuke, desde los encuentros casuales hasta las profundas confesiones en noches estrelladas, había sido un paso en el camino que la había llevado a este instante. Sasuke, con su alma atormentada y su corazón en busca de redención, había encontrado en ella una compañera inesperada, alguien que veía más allá de la oscuridad de su pasado y creía en la luz de su futuro.

Cuando ella finalmente apareció al final del pasillo, Sasuke sintió que su corazón se detenía. Nunca había visto a alguien tan radiante, tan absolutamente hermoso. Hinata avanzaba hacia él, su vestido fluyendo suavemente con cada paso, su sonrisa iluminando la estancia más que cualquier adorno. En ese momento, Sasuke supo que no importaba lo que el futuro les deparara, juntos podrían enfrentarlo todo.

Mientras Hinata caminaba hacia el altar, su corazón latía al ritmo de una canción antigua y eterna, el sonido del amor que triunfa sobre el miedo. Al ver a Sasuke esperándola al final del pasillo, todo lo demás desapareció: las miradas de los invitados, el murmullo de las voces, incluso el suave crujir de su vestido con cada paso. Solo quedaban ellos dos, Sasuke y Hinata, y el lazo invisible que los unía.

Las palabras de Sasuke durante la ceremonia resonaron en el alma de Hinata, promesas de amor eterno, de luchas compartidas y sueños conjuntos. Al pronunciar sus propios votos, Hinata sintió la fuerza de su amor por Sasuke fluyendo a través de ella, un río tranquilo pero imparable que había superado todos los obstáculos en su camino.

Y cuando finalmente la besó, sellando su unión, los aplausos y vítores de sus amigos y familiares llenaron el aire. Era más que una celebración de su matrimonio; era la celebración de un viaje, de dos almas que, contra todo pronóstico, habían encontrado su camino la una hacia la otra.

Mientras la celebración continuaba a su alrededor, Hinata miraba a Sasuke, su esposo, y sentía una gratitud infinita por cada momento, cada desafío y cada alegría que habían compartido. Este era su cuento de hadas, no uno de libros o películas, sino uno forjado en la realidad de la vida, con toda su belleza y complejidad.

o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Ocho años después del mágico día de su boda, la vida de Sasuke y Hinata había florecido de maneras que nunca habrían imaginado. En el espacioso patio de su hogar, rodeados de la serenidad de un jardín meticulosamente cuidado, Sasuke se encontraba en medio de una animada lección de baloncesto con su hijo Yuto, de siete años. El joven, con su energía inagotable y su entusiasmo, era el vivo reflejo de su padre, aunque sus ojos perlados y su sonrisa desenfadada revelaban la dulzura heredada de su madre.

Sasuke: ¡Así es, Yuto! ¡Mantén los codos rectos cuando lances! (instruía Sasuke, observando con orgullo cómo su hijo intentaba emular su técnica)

A pesar de los años y de las responsabilidades que conlleva ser padre, Sasuke había mantenido su pasión por el baloncesto, transmitiéndola a su hijo con cada juego compartido, cada risa y cada enseñanza. Mientras padre e hijo disfrutaban de su tiempo juntos, la puerta trasera de la casa se abrió, y Hinata apareció, sosteniendo en brazos a su hija menor, Nomi, de dos años. La pequeña, con sus grandes ojos curiosos, observaba con fascinación el intercambio entre su padre y su hermano mayor.

Hinata: Yuto, Sasuke, la comida está lista (llamó Hinata con su voz suave que siempre lograba captar la atención de su familia)

Yuto: (deteniéndose en seco y dejando escapar un suspiro dramático, lanzó una mirada hacia su madre y su hermana) ¡Pero mamá, aún no he logrado encestar como papá (protestó, aunque la promesa de una comida casera lo hacía dudar)

Sasuke: (recogió el balón y se acercó a Hinata y Nomi, extendiendo un brazo para acariciar suavemente el cabello de su hija) Parece que por hoy hemos terminado. Tu madre tiene razón, es hora de comer (dijo dirigiendo una sonrisa cómplice hacia Hinata)

Juntos, la familia se dirigió hacia el interior de la casa, dejando atrás el sol del atardecer y el eco de las risas en el patio. A medida que se sentaban alrededor de la mesa, repleta de deliciosos platos preparados por Hinata, Sasuke no pudo evitar sentir una profunda gratitud por la vida que habían construido juntos.

De Una Forma Debía EmpezarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora