Capitulo 1

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—¿Se ha ido?

Estaba segura que mi rostro reflejaba mi aturdimiento. Oficialmente Ecrin había dejado Italia. Justo un día antes de su boda.

Lo peor es que ahora yo tomaré su lugar.

—Así es Eileen. Ecrin no quería casarse y la hemos enviado a España por un tiempo. —Mamá decía con total frialdad mientras cepillaba mi oscuro cabello negro— Tu te casaras mañana con Nikkolas Venkour

No, claro que no.

Clorérica me puse de pie y cuando estaba al punto de discutir con mi madre mi destino, me asestó una bofetada en mi mejilla previendo mis intenciones

—No está en discusión. Prepárate que mañana en la mañana te casarás —Con lágrimas en mis ojos puse mi mano en mi mejilla izquierda, sentía un escozor y a juzgar por la fuerza más tade un gran moretón adornará mi cara. Ella se dirigió a la puerta de mi habitación, sin embargo antes de salir me miró con desdén y dijo: —Ve al gimnasio, estás muy gorda.

Y ahora sí… me dejó sola

En realidad nunca he estado realmente acompañada. Desde pequeña era la hermana desafortunada. A la que sus padres no le prestaban atención, y si lo hacían era solo para remarcar las cosas malas

Por ejemplo. En tercer grado intenté hacerle un pastel a mis padres. Recuerdo que la noche anterior jugando con mi gemela habíamos roto un jarrón único que mi padre había comprado en una subasta en Japón. Le costó millones. Ecrin lo rompió sin querer. Empezó a llorar y yo con tal de calmarla intenté recoger los pedazos rotos. Mis padres me descubrieron, intenté explicarlo pero no me hicieron caso. Me gané una paliza. Creí que estaban muy molestos conmigo así que al día siguiente quise hacerles un pastel. Ni siquiera lo probaron y lo botaron a la basura.

El caso es que no se porqué me sorprende que no mandaran a Ecrin al matadero. Sino a mi. Ella siempre ha sido la favorita a pesar de que somos gemelas. Parcticamente iguales. Bueno… en personalidad discrepamos un poco.

Me tiré a la cama y ahora que estaba sola me permití llorar. Con ganas y remordimiento. La resignación quemaba mi orgullo.

No quiero casarme con alguien a quien no amo y ni siquiera conozco. Nunca he visto su cara en ningun noticiero o revistas. Alguien que tiene fama de sangriento, despiadado y sádico. El pakhan de la mafia rusa no está en mi lista de perfectos esposos.

Undiendome en mi desgracia no me di cuenta en el momento en que el sueño me venció. Solo sé que a la mañana siguiente Rose me despertó muy temprano. Me vistieron con un hermoso vestido blanco, de princesa; un escote de corazón, encaje y pequeñas rosas rosadas hacen un hermosos conjunto. El peinando y el maquillaje fueron algo sutil, dándole protagonismo al vestido.

La verdad mi ánimo estaba apropiado para un funeral y no para una boda. La mía. Siempre soñé con que este momento estaría sonriendo, feliz porque había encontrado al hombre perfecto que me acompañaría por el resto de mi vida. Sin embargo, ahora caminando hacia el altar, tomando el brazo de mi padre, solo quiero llorar.

El hombre que allí me espera no ha volteado a verme. Su cuerpo corpulento está cubierto por un traje negro a medida. El hombre es enorme a diferencia de mi.

Una vez que llegué al altar evite mirarlo cuando papá le entregó mi mano. Definitivamente no estoy preparada para encontrarme de frente con el viejo verde que dentro de nada tendré que llamar esposo.

A la hora de decir nuestros votos me hizo estremecer la gruesa voz de Nikkolas, su tono de voz era amenazante, de ese tipo que te hace doblegar ante sus deseos.

EileenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora