escena 2

16 0 0
                                    

ANTES DE LA CENA, A LAS OCHO DE LA NOCHE
(Las ocho de la noche del mismo día. En la sala Raúl prepara los ingredientes del vermut, mientras Beatriz saca algunos platos y vasos del aparador. Raúl tararea alegremente)
RAÚL: Daniel y yo podemos dormir en nuestra cama y Carlos en el catre. Ustedes pueden arreglarse en la otra pieza, que van a estar más cómodas. ¿Qué te parece?
BEATRIZ: Está bien, Raúl. Así lo decidimos desde la semana pasada.
RAÚL: Sí, me parece que va a ser la mejor manera. (Breve pausa.) Bueno, esto ya está listo. ¿Hace falta algo más?
BEATRIZ: Por ahora no. Dame que lo llevo adentro. (Raúl la abraza)
RAÚL: No vas a decir que no te ayudé.
BEATRIZ: (Bromeando) ¡Oh, si! ¡Una barbaridad!
RAÚL: (Riendo) ¡Betty, sos extraordinaria! (Ella sale hacia el interior y Raúl guarda algunas cosas en la heladera, hasta la entrada de Daniel, que aparece por la puerta del foro. Daniel, golpeando las manos)
DANIEL: ¡Eh! ¿Dónde está la gente? ¡Qué manera es ésta de recibirme!
RAÚL: (Saliendo al patio) ¡Daniel! ¿Cómo estás, viejo? (Lo abraza) Sos el
primero en llegar. ,
DANIEL: Y no te preocupés, que voy a ser el último en irme.
RAÚL: Como siempre, ¿eh, Daniel? ¿Y Alicia?
DANIEL: Viene más tarde. ¡Pero che! ¿Así me recibís? ¿Qué hay para tomar?
RAÚL: (Con un gesto afectuoso) ¿Qué te parece un vermut para empezar? DANIEL: Está bien, no es un mal comienzo. (Raúl se dirige hacia la entrada
posterior de la sala)
RAÚL: ¡Beatriz! Llegó Daniel. Servinos un vermut, ¿querés? (Se vuelve al
patio)
DANIEL: Es una noche magnífica, realmente magnífica. Y este lugarcito está
muy lindo, ¿eh?
RAÚL: En verano es ideal, pero todavía tengo que hacerle algunos arreglos. DANIEL: (Con una inspiración profunda) ¡Ah, esto es lo que les envidio a las casas ubicadas afuera! Tienen espacio, aire. El centro es muy cómodo, pero terminás por ahogarte.
RAÚL: Sin embargo, el sueño de toda mi vida fue vivir en el centro.
DANIEL: Para ustedes que son solos está bien, pero para nosotros... mis pibes toman aire por cuentagotas. (Breve pausa) Tal vez me decida algún día y me largue para estos lados.
RAÚL: ¿Sabés que el dueño ofreció venderme la casa? Pide trescientos
cincuenta mil pesos.
DANIEL: (Con decisión de experto.) Comprala, No lo pienses un minuto más. En esta zona vale el doble y además la propiedad se valoriza constantemente.
RAÚL: Yo pensé lo mismo, Daniel, pero ahora no puedo. Lo poco que tenía lo
metí en el negocio.
DANIEL: Me dijiste que estabas por meterte en algo... ¿camina eso?
RAÚL: Todavía no puedo decirte nada, recién nos iniciamos. Fernando y yo conocemos el ramo y sabemos qué puede dar. Claro que la época es muy difícil.
DANIEL: ¡Uf, con eso de la época difícil! Hace años que se habla de épocas difíciles, Raúl. Son rachas. Además no hay época difícil para la venta de máquinas de escribir. Eso da siempre.
RAÚL: Es cierto, pero nosotros nos iniciamos casi sin capital. Con unos pocos
ahorros que teníamos.
DANIEL: Eso les exigirá mayor sacrificio por un tiempo, pero de todas maneras
puede ser un buen negocio.
RAÚL: Yo creo que sí. En este oficio es muy común que los vendedores se independicen y a la mayoría le ha ido bien. Todo está en saber largarse.
DANIEL: Pero no dejaste la compañía...
RAÚL: No, todavía no. Por el momento al negocio le dedicarnos unas pocas
horas, pero calculamos que dentro de un año podremos dejarla.
DANIEL: ¿Y qué es un año? Pasa volando. Este país es así Raúl, da para todo. Te lo digo yo. Es un país hecho para tipos como nosotros, que no nos quedamos donde estamos. Buenos Aires es una ciudad llena de posibilidades para gente emprendedora. Ese puesto de vendedor no es para vos, dejaselo a quienes no aspiran a otra cosa. Vos tenés pasta para cosas más importantes. (Con un gesto amistoso) Yo tengo confianza de que te va a ir bien.
RAÚL: Ojalá. Todas mis esperanzas están puestas en este negocio. Es la primera vez que decido independizarme y la verdad es que tengo un poco de miedo. Por suerte di con un tipo como Fernando, que es emprendedor y audaz. El fue el de la idea del negocio y me convenció para que lo acompañara.
DANIEL: Está bien, muy bien... (Bromeando) ¡Así que te vas a hacer millonario! Bueno, confío que me vas a reservar el puesto de gerente en la futura empresa.
RAÚL: (Riendo) ¡Aceptado! Con cuarenta mil pesos de sueldo.
DANIEL: (Igual juego) ¿Cuarenta mil nada más? Voy a tener que pensarlo.
(Ríen alegremente)
RAÚL: La verdad es que sería extraordinario que estuviéramos juntos. (Por la derecha aparecen Beatriz y Carlos trayendo una botella y varios vasos, Daniel aplaudiendo)
DANIEL: ¡Muy bien por la dueña de casa! Era hora que nos atendieran un poco.
BEATRIZ: Vamos, que para atenderlo a usted habría que pasarse el día trayendo botellas. (Deja la botella y los vasos sobre la mesa y tiende la mano a Daniel) ¿Cómo le va? ¿Y Alicia?
DANIEL: Viene más tarde. ¿Qué tal Carlos? CARLOS: Bien...
BEATRIZ: Bueno, aquí tienen mientras se prepara la cena.
RAÚL: ¡Macanudo! Unos buenos vermucitos, ¿eh, Daniel? (A Beatriz) ¿Y los
demás?
BEATRIZ: Elvira y Sara están adentro. Jorge debe estar por llegar.
DANIEL: (Levantando la copa) ¡Por la dueña de casa! ¿Y tus cosas cómo
andan, Carlos'?
CARLOS: Como siempre. Estos días de vacaciones en lo de Raúl.
DANIEL: El otro día me acordé de vos. Un amigo mío precisaba un buen
electricista en su empresa, pero no tenía como ubicarte.
CARLOS: Menos mal, no esperarás que te lo DANIEL: (Molesto) Oíme, pero pagaban muy bien.
CARLOS: Peor, donde pagan bien hay que trabajar mucho. El día que decida emplearme me voy a buscar un trabajo que paguen poco, así tenés derecho a no hacer nada y sin ningún cargo de conciencia. DANIEL: ¡Bueno! ... Pero así no vas a ir a ningún lado.
RAÚL: No le hagas caso, Daniel ¿Todavía no lo conocés a Carlos? A ver los vasos. (Sirve. Por la entrada del foro aparece Jorge) ¡Hola, Jorge! ¡Adelante! (Le da la mano) ¿Cómo le va? ¿Conoce a mis amigos? JORGE: (A Carlos.) A usted lo vi antes... (Le da la mano. A Daniel) Mucho
gusto.
RAÚL: (A Daniel) Es mi vecino. Uno de los mejores jugadores de bochas del
país.
JORGE: No tanto... discreto nomás.
RAÚL: (A Daniel) Juega en primera división. DANIEL: ¡No me diga! Es un lindo juego. RAÚL: Jugado bien es bárbaro. Tenés que verlo a Jorge.
JORGE: Mañana jugamos contra los campeones de Olivos. Si quieren pueden
venir.
RAÚL: Podríamos ir, ¿eh Daniel?
DANIEL: Bueno, como no.
RAÚL: Eso es, vamos a ir. (Pausa. A Daniel) ¿Sabés que Jorge jugó una vez
contra Di Paulo?
DANIEL: ¿Di Paulo?
JORGE: El campeón argentino... Habrá oído hablar de él. Hace un tiempo salió
en la tapa de "El Gráfico".
DANIEL: Ah, sí, sí... Di Paulo... ¿Y usted jugó contra él?
JORGE: Sí, en un amistoso. Perdimos dieciocho a tres, pero fue una gran
experiencia. Di Paulo me felicitó después del partido.
DANIEL: ¿Lo felicitó?
JORGE: Sí, de un golpe saqué una bocha contraria tapada y logré los tres tantos de mi equipo. Me puso la Mano en el hombro y me dijo: "Fue un buen golpe". ¡Y Di Paulo no le dice eso a cualquiera! Es un bochador maravilloso. Capaz de sacar dos bochas de un solo golpe.
RAÚL: ¡Notable, eh? Y uno lo ve de afuera y parece un juego simple...
JORGE: ¡Otra que simple! Yo hace seis años que lo juego y reconozco que aún
me falta mucho.
RAÚL: Por eso digo; parece simple. ¿Un poco más de Vermut, Jorge?
JORGE: No, gracias. No acostumbro tomar cuando estoy en vísperas de un partido. Y el de mañana es bravo. (Desde el interior llega Sara y se acerca al grupo)
SARA: (A Jorge) Ah, estabas acá. (A Beatriz) Al final, ese programa era una pavada. ¡Tanta propaganda que le hacen!
RAÚL: Tome un vermut, Sara. (Sirve un vaso) ¿Lo conoce a Daniel? La
esposa de Jorge.
DANIEL: Mucho gusto señora.
RAÚL: ¿Y Elvira?
BEATRIZ: Está atendiendo la cena.
RAÚL: (Que aún tiene la botella en la mano) ¿Otro poco Daniel?
DANIEL: Y bueno... vamos a hacer un esfuerzo. (Ríe y luego bebe un largo sorbo) ¡Ah...! Un vaso de vermut en compañía de los amigos y la perspectiva de una buena cena. ¿Qué más puede pedir un hombre? Estas son las pequeñas cosas que alegran la vida. (Vuelve a beber, luego a Raúl) ¿Te dije que el otro día lo encontré a Alberto? Nos sentarnos a las nueve de la noche en un restorán de Rodríguez Peña, y nos levantamos a las tres de la madrugada. Nos tomamos una botella de vino blanco, tres de tinto y casi media de ginebra. (Con suficiencia) Fue una noche liviana.
SARA: ¡Qué bárbaro! Y ginebra, que es tan fea.
BEATRIZ: Hágase el gracioso usted con la bebida.
RAÚL: Bah, Daniel está acostumbrado. (Por la derecha aparece Elvira y se
acerca a los demás)
ELVIRA: Buenas noches...
DANIEL: (Le tiende la mano) ¿Cómo está? JORGE: Buenas noches, señora. (Le da la mano)
ELVIRA: La cena va a estar lista.
BEATRIZ: Falta Alicia. ¿A qué hora viene Alicia, Daniel?
DANIEL: ¡Qué se yo! Calculaba estar aquí a las ocho.
RAÚL: Ya son casi las nueve. ¿Por qué n o le hablás por teléfono?
DANIEL: No está en casa. Fue a escuchar una conferencia... o no sé qué. Es en una biblioteca cerca de casa. Son unos cuantos charlatanes que no tienen otra cosa que hacer. Y a mi mujer se le ha dado por ahí ahora. ¡Conferencias! Después de diez años de casados... ¡y los días sábados!
BEATRIZ: No sé qué tiene de malo que vaya a escuchar conferencias.
DANIEL: ¡Por favor, que ya discutí ese asunto con mi mujer! No sé cuál es el beneficio de pasarse las horas escuchando a un idiota que habla de cosas que nadie entiende.
BEATRIZ: (Divertida) Para ella es el mismo placer que para usted tomar una
botella de vino.
DANIEL: Tomar vino es un placer...
ELVIRA: La cultura es un placer del espíritu y el espíritu es más importante que
el estómago.
DANIEL: (Confundido) Eso no lo sé. Yo tomo vino desde chico y en cambio jamás escuché una conferencia. Además, yo no estoy contra el espíritu, sino contra las conferencias.
BEATRIZ: Si todos pensáramos como usted, todavía andaríamos con plumas, y
borrachos.
DANIEL: Vea, Beatriz, tal vez tenga usted razón: pero yo me entiendo mejor con los borrachos que con esos... intelectuales que se la pasan hablando estupideces.
RAÚL: (Conciliador) Bueno, bueno, no estamos aquí para discutir ¿eh?, sino
para pasar un rato amable. Hoy es sábado...
CARLOS: Raúl tiene razón. Yo propongo un brindis por los intelectuales
borrachos, así quedarnos todos de acuerdo.
DANIEL: Borrachos, sí. (Bebe) Lo que no entiendo es qué tiene que ir a hacer mi
mujer ahí. ¡Conferencias! ¡Bah, charlatanes!
JORGE: La verdad es que a mí no me molestaría que mi mujer fuera a las
conferencias.
SARA: (Con fastidio) A mí no me metás, ¿querés?
RAÚL: (Sirviendo) ¿Otro poco, Daniel?
DANIEL: Por supuesto, si recién empezamos.
RAÚL: ¿Te acordás, Daniel, de aquel día que fuimos al Tigre?
DANIEL: ¡Cómo no! Ese fue un día bravo. ¿Cuántas botellas de vino nos
tomamos?
RAÚL: (Con énfasis) ¡Once botellas entre tres personas! ¡once botellas! No
me olvido más.
BEATRIZ: ¿No eran nueve? Ustedes cada vez que lo cuentan aumentan la dosis. RAÚL: (Áspero.) ¿Cómo nueve? ¡Once fueron! Me acuerdo que Antonia las contó cuando nos levantamos de la mesa. Once botellas. ¿No es así, Daniel?
BEATRIZ: Está bien, Raúl. Habrán sido once. No es para ponerse así. (Se hace una pausa; Raúl, evidentemente molesto, llena los vasos de Daniel, Carlos y el suyo. Jorge, cuyo vaso está sin tocar, se niega, diciendO)
JORGE: No, gracias, Raúl, no me sirva más
RAÚL: (Luego de beber un trago) ¡Qué día magnífico aquél, ¿eh, Daniel? (A los demás) Nunca me reí tanto como esa vez. (A Daniel) ¿Te acordás cuando Pedrito se cayó al agua? (Ambos ríen ruidosamente ante el recuerdo)
DANIEL: (Riendo) "Me ahogo", gritaba, "me ahogo"... y resulta que después el agua le llegaba a la cintura. (Vuelven a reír, ahora con cierto esfuerzo)
RAÚL: ¿Y Antonia? (Nuevas risas) Corría de aquí para allá pidiendo auxilio: "Se me ahoga Pedrito, se me ahoga Pedrito". ¡Fue genial! ¡Cómo nos reímos! (Las risas de Raúl y Daniel se apagan y se hace una pequeña pausa) Algún día tendríamos que volver a la casa de Pedrito, Daniel.
DANIEL: ¡Cómo no!
RAÚL: (Con entusiasmo) Eso es, vamos a volver. Vamos a pasar un día macanudo. Vos también vas a venir, Carlos. (Carlos asiente con un gesto impreciso. Raúl, para sí) "Se me ahoga Pedrito"... (Ríe en silencio. Por la entrada del foro aparece Alicia. Viste con excesivo lujo pero con buen gusto. Alicia, desde la entrada)
ALICIA: ¿Se puede?
RAÚL: ¡Adelante! (Alicia a Beatriz que sale a recibirla, tras un beso)
ALICIA: ¡Beatriz, querida! (A los demás) Caramba, disculpen, pero se me hizo un poco tarde. No me hubieran esperado. Terminó tardísimo. (Besa a Elvira) ¡Cómo le va, Elvira! ¡Pero qué buena moza está! Para usted ¡lo pasan los años.
ELVIRA: Oh, no crea. Usted sí que está cada día más joven.
ALICIA: Exagera! (Tiende la mano a Raúl) Encantada Raúl...
BEATRIZ: (Tomando los guantes y la cartera de Alicia ) Bueno, tomá un vermut
que ya vamos a cenar. (Sale hacia el interior de la casa)
RAÚL: Venga, Alicia. siéntese aquí. Los conoce a todos, 1 . no es cierto" ALICIA: Sí, por supuesto... (Detiene la mirada en Carlos)
CARLOS: (Tendiéndole, la mano) Soy Carlos, un viejo amigo de Raúl.
RAÚL: No se conocían? Esta es Alicia, la esposa de Daniel,
CARLOS: La señora de la conferencia... ¿Y qué tal estuvo?
ALICIA: ¡Ah, magnífica! ¡Muy interesante!
ELVIRA: ¿Sobre qué tema trataba?
ALICIA: ¿El tema? Bueno... era sobre la moral y la juventud... ¡Muy interesante! El que habló es un profesor muy conocido. ¿Cómo se llama? Doble apellido... ¡Ay, Daniel, hoy te lo nombré!
DANIEL: ¡Qué se yo cómo se llama!
ALICIA: ¡Suárez Aguirre! Doctor Suárez Aguirre. Es toda una personalidad, profesor de no sé cuántos lados, y además tiene publicados muchísimos libros. (Con un suspiro) Y tiene una voz y unas manos encantadoras...
SARA: ¿Es joven?
ALICIA: Unos cuarenta y cinco años... ¡Un churro bárbaro el profesor!
RAÚL: ¡Ajá! Ahora comprendo ese entusiasmo por las conferencias. ¿Oíste
eso, Daniel?
ALICIA: No, no tiene nada que ver. ¡Otras veces me he aguantado cada vejestorio! Además, debe ser muy aburrido estar casada con uN hombre que se la pasa estudiando... (Pequeña pausa) Ah, y cuando terminó de hablar el profesor se armó una discusión bárbara con un muchacho que le* decía que estaba equivocado. El profesor se puso furioso.
ELVIRA: ¿Qué decía el muchacho?
ALICIA: ¡Qué sé yo! Que el concepto de la moral había cambiado... No sé, la
verdad es que no le entendí muy bien.
DANIEL: ¡Ahí está! No sé para qué vas si al final no entendés de qué se habla.
Es perder el tiempo.
ALICIA: ¡No seas sonso! Al que ¡lo le entendí bien es al muchacho; pero lo que dijo el profesor lo comprendí todo. (Transición) Lo más gracioso fue que después me encontré en el colectivo con el mismo muchacho. Vive por aquí cerca, así que hicimos todo el viaje charlando. Inteligente el pibe... y bastante atrevido. (Con un gesto) A toda costa quería sacarme una cita.
SARA: (Con evidente excitación) ¿Ah, sí? ¿Qué le decía?
ALICIA: Nada... que quería explicarme algunas cosas. (Ríe) Te imaginarás la gracia que me hizo la proposición. (Pequeña pausa) Rico chico... estudiante de abogacía, según dijo.
DANIEL: ¿Abogado? Todos esos tienen plata. Hubieras agarrado viaje.
ALICIA: ¡Por favor! ¿Te imaginás a una vieja como yo con un pibe de veinte? Iba a parecer la mamá. (Ríe y luego a Daniel, con una caricia) ¿Viste? Todavía tengo arrastre entre los muchachos jóvenes. (Daniel se encoge de hombros, al tiempo que se dirige a Beatriz, que llega desde el interior) DANIEL: ¿Para cuándo la cena?
BEATRIZ: Ya está lista. Pueden pasar al comedor.
DANIEL: Me parece muy bien. Ya era hora. (Tomando el vaso) El último
traguito en homenaje a la cena de Beatriz.
BEATRIZ: Vayan pasando. Elvira les dirá dónde tienen que sentarse. Raúl, sacá el vino de la heladera. (Todos inician el mutis alegremente Beatriz se detiene en la sala para sacar algunas cosas del aparador, Raúl abre la heladera, saca unas botellas de vino y sale con los demás. Alicia se retrasa para ayudar a Beatriz)
ALICIA: Cuánto trabajo vinimos a darte... BEATRIZ: No tiene importancia... Además, estoy acostumbrada.
ALICIA: Dejáme que te ayude. (Pequeña pausa) ¿Así que ése es el famoso
Carlos?
BEATRIZ: Pero vos no lo conocías?
ALICIA: Oí hablar muchas veces de él. Daniel siempre lo nombra.
BEATRIZ: Aquí viene siempre.
ALICIA: Es la primera vez que lo veo. (Casi en confidencia) Che. La verdad es
que está muy bien. Es soltero, ¿no?
BEATRIZ: Sí, y según él, sin perspectiva ninguna de matrimonio. Es un caso de
lo más pintoresco.
ALICIA: ¿Sí? ¿Por qué? (Salen llevando las cosas que sacaron del aparador. La escena queda vacía y mientras las luces decrecen muy lentamente, se escuchan voces y fuertes carcajadas. Adentro, la alegría es general)

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 28, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

nuestro fin de semanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora