EL GRITO TACITURNO

BRUCE CARSON

Jeanie, al volante, compartía con Travis más detalles sobre el biólogo Bruce Carson y su incansable lucha por la reserva. Sus ojos brillaban con dedicación a la causa, y Travis, a pesar de sentir una mezcla de admiración y determinación, se encontraba distraído por la persistente nota de la radio sobre el incidente en la feria de animales, que continuaba resonando en su mente, creando una sombra de inquietud apenas perceptible.

Llegaron al supermercado, y mientras recorrían los pasillos, Travis intentó aligerar el ambiente. "Hagamos de esto algo divertido, ¿de acuerdo?", propuso, tomando la mano de Jeanie. Juntos eligieron ingredientes para la cena, compartiendo risas y miradas cómplices que disiparon la tensión inicial.

De regreso a casa, se sumergieron en la preparación conjunta de la cena. Mientras cortaban verduras y sazonaban el plato, Travis y Jeanie compartieron momentos de complicidad. El aroma de la comida llenaba la cocina, creando una atmósfera relajada y familiar.

En ese momento, Jeanie, consciente de que durante toda la mañana y la tarde no había tocado el tema del caso en Briarwood, aprovechó la oportunidad para preguntarle.

"Las noticias indican que fueron mordidos por su perro", mencionó Jeanie mientras observaba a Travis con curiosidad. Travis, sin estar seguro de cómo responder, recordó las palabras del pequeño Julián y temió ser reprochado nuevamente por la tardanza, especialmente si Jeanie descubría que se demoró escuchando la historia de un niño.

Ante la mirada inquisitiva de Jeanie, Travis decidió abordar el tema con honestidad. "Sí, así es. Pero hay algo más, Jeanie. Esta mañana, mientras investigaba en Briarwood, conocí a un niño llamado Julián. Contó una historia intrigante sobre su perro y su familia".

Jeanie, sorprendida pero intrigada, le instó a continuar. Travis compartió los detalles de la conversación con Julián, describiendo la conexión que sintió con la historia del niño y cómo eso lo llevó a llegar tarde.

"¿Harrington, ¿verdad?" preguntó Jeanie, sus ojos explorando el rostro de Travis en busca de alguna señal de reconocimiento. Me parece haber escuchado ese apellido antes, agregaba Jeanie, intrigado, Travis respondió, "¿De dónde podrías haber escuchado ese apellido?" Jeanie, entrecerrando la ceja en un gesto de burla, replicó con humor, "Tengo una vida propia, señor", concluyendo con una sonrisa que iluminó el rostro de Travis. La atmósfera ligera se mezclaba con un toque de misterio, dejando a Travis curioso sobre la conexión de Jeanie con el apellido Harrington.

Al regresar a casa, Jeanie percibió que quedaban apenas unas horas antes de la llegada del Dr. Carson. Con una determinación palpable, se sumergió de inmediato en la organización del comedor. Contando con la colaboración de su amable esposo Travis y alimentada por la contagiosa alegría de las risas de Paul, emprendieron juntos la tarea de poner en orden la casa mientras se fraguaba la preparación de la exquisita cena.

Los rayos dorados del sol de la tarde acariciaban las ventanas, iluminando la atmósfera cálida y acogedora que se creaba en la casa. Jeanie, con un delantal colorido, dirigía la coreografía de los preparativos con una mezcla de gracia y eficiencia. Travis, animado por el bullicio familiar, se sumergía en las tareas domésticas con un brillo juguetón en los ojos.

Paul, el pequeño vórtice de energía, reía y correteaba por la casa, su risa resonando como una melodía alegre que llenaba cada rincón. Su participación espontánea agregaba un toque de caos encantador a la escena, haciendo que cada tarea se convirtiera en una aventura divertida.

La cocina emanaba fragancias tentadoras mientras preparaban la grandiosa cena. El aroma de las hierbas frescas y los ingredientes cuidadosamente seleccionados llenaba el aire, anticipando el festín que aguardaba a sus invitados.