Capítulo 1.

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Ese chico rubio de ojos azules y manos delicadas, ese que estudiaba gastronomía, ese que había robado más de una mirada sin darse cuenta, incluyendo una mirada que todos quisieran tener encima, pero nadie logra; la mirada de Roronoa Zoro.

Zoro había estado mirándolo por un tiempo, incluso sin volverse consiente de ello, simplemente se había vuelto un hábito en su rutina.

No sabía si era porque le irritaba el hecho de que pareciera perfecto o por otra razón, la cual aún no lograba descifrar, pero, qué importaba eso.

Zoro se estaba convenciendo así mismo que solo miraba a aquel chico por la curiosidad que le daba el saber porque Luffy lo seguía a todo lugar... incluyendo sus clases.

—Tks, niño de mami.

El peliverde se dio la vuelta y comenzó a dirigirse a la cafetería, allí podría tomar algo de licor reenvasado en una botella de "agua" mientras el resto de sus amigos hablaban estupideces y Luffy se comía su comida, claro si es que venía y no se quedaba con el rubio.

Luego de un rato en la cafetería, pudo ver a luffy sentarse frente a él, sonriendo tanto como siempre, y claro, tomando su comida sin preguntar. Zoro puso una sonrisa ladina y se recostó un poco sobre su silla.

—Ya te le despegaste del culo al cocinero, por fin. —Mencionó el peliverde.

—uh skehskj. —Luffy intentó hablar, pero su boca aún estaba llena de comida.

Zoro frunció el entrecejo. —Termina de masticar primero.

—Si ya sabes cómo es, ¿para qué le preguntas a la hora de la comida?, idiota. —Respondió la de cabellos naranjos sin levantar la vista de su celular.

—Para Luffy siempre es la hora de la comida. —Mencionó Usopp desde su computadora.

—Como sea. —Zoro tomó un trago más.

—Es Sanji, sabe cocinar muy bien, y estaba pensando... ninguno sabe cocinar en la casa, así que...

—No. —Interrumpió Zoro con un leve tono de molestia en su voz. —Ya somos suficientes, hasta el anciano de Brook está en la casa, somos muchos Luffy. Robin, franky, Chopper, Namí, Ussop, tú, yo. Ya somos 7 no necesitamos alguien más ahí.

—Zoro tiene razón, ¿no crees que ya somos demasiados? —Mencionó Ussop cerrando su lapto.

—Sabe cocinar... y en la casa aún hay habitaciones libres.

—Tiene mi voto. —Mencionó Nami.

—Entonces el mío también. —asintió Ussop.

Y así fue hasta que todos dijeron que sí, a excepción del peliverde.

— Sigo estando en contra. —Mencionó él, con el ceño fruncido.

Zoro no quería otra persona más en la casa, y menos si se trataba del refinado, rubio, alto, y sexy cocinero; Sanji.

Pero ya era una decisión casi unánime, eran más a favor que en contra (en realidad él era el único). No había nada que hacer, su única opción en el momento era aceptar la decisión y que el cocinero estuviera en la fraternidad o no aceptarla y aun así el cocinero estuviera en la fraternidad.

El peliverde suspiró con desagrado y siguió bebiendo su botella con una cara aún más larga que la de costumbre.

—Ah miren, ahí viene. —Dijo luffy mientras una gran sonrisa se diseñaba en sus labios. —¡SANJIIII POR AQUÍ! MÍRAME, AQUÍ ESTOY.

La ruidosa y fuerte voz del pelinegro retumbó por todo el comedor universitario, llamando la atención de todos, haciendo que Zoro solo quisiera desaparecer del lugar.

Mientras tanto, Sanji se sentía sofocado, desorientado y con algo de vergüenza por el momento.

Para él, Luffy había sido un dolor de cabeza por semanas, no lo dejaba en paz. Luffy aparecía en sus clases, en sus horas libres, o incluso cuando estaba a punto de conseguir una cita (o eso creía él).

El rubio ya comenzaba a molestarse, así que decidió hablar con él directamente y finalizar eso, o si no, todos en la universidad iban a pensar que era gay e iba a arruinar todas sus oportunidades con las chicas (si es que tenía algún tipo de oportunidad).

El rubio se acercó con un semblante serio, más decidido que nunca.

—Luffy. —Dijo frunciendo el ceño.

—Shishishi. —Rio él pelinegro. —siéntate sanji, debo decirte algo.

El rubio enarcó una ceja y miró la mesa, lo único en lo que realmente se fijaron sus ojos es que habían dos mujeres realmente hermosas, como nunca había visto en su vida.

Se sentó sin antes darse cuenta mientras miraba a la hermosa Pelinegra; Robin, y a la pelirroja; Nami. Pero su mirada fue interrumpida por la gran sonrisa de Luffy, el cual estaba a su lado.

—¿Qué? —Dijo el cambiado su expresión nuevamente.

—¡¡Vas a vivir con nosotros!! —Soltó de golpe aquel pelinegro tragón.

Sanji, el cual se había decidido por tomar un sorbo de su malteada, terminó escupiéndolo sin querer, y no justo sobre la persona más agradable, si no sobre la persona lo cual en ese momento estaba detestándolo; Zoro.

Roronoa limpio parte de su cara con asco y chastio. —Este imbecil... —Murmuró para él mismo.

Tomo un par de servilletas y siguió limpiándose mientras el resto solo lo veía con algo de pena y en algunos casos; burla.

—Yo no acepté mudarme contigo o... —Sanji miró a todos en la mesa parando en el de cabellos olivos y miró con desdén. — Ustedes.

Zoro enarcó una ceja y se levantó abruptamente.

—Mejor, así no aguanto tu horrorosa cara por la casa, puedes irte muy a la mierda.

—¡ZORO! —Se levantó Nami dándole un golpe en la cabeza.

Así mismo la hermosa pelirroja dejó verse por completo por el rubio. Sanji suspiro y se cruzó de brazos.

—Lo lamentamos, pensamos que luffy había hablado contigo... — Suspiro la pelinegra apoyando su rostro en su mano. —Ah... yo estaba ansiosa por probar lo que cocinabas, señor cocinero.

El blondo parpadeo un par de veces, ¿¡hermosas chicas querían que se mudara con ellas!? Dejando de lado a los estupidos hombres... podía intentarlo, era mejor eso a dejar las hermosas señoritas con el Neanderthal del cabello de... lo que fuera que pareciera su cabello verde, según sanji.

El rubio suspiro y miró al más joven; luffy.

—Bien, me mudaré con ustedes, solo por la insistencia de las hermosas señoritas de la casa.

—Genial... —Soltó el peliverde con fastidio.

Así que ahora era oficial, Sanji viviría en la fraternidad con todos los que ocupaban esa mesa y con... Zoro, el cual le daba mala espina desde que vio su forma de mirarlo desde que llegó a la mesa.

Y para Zoro esto no era más que una tortura por saltarse los días que le tocaba cocinar.

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⏰ Última actualización: Jun 12 ⏰

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