El Nuevo Emperador

Un escape mejor planeado de lo previsto

Ellos dirán que su oficio es más noble, más útil o más meritorio. Desde los guerreros locos que provocaron la sedición hasta esos seres enloquecidos que se mal denominan médicos. No creáis sus palabras crueles y sus pensamientos fugaces. Nada ha definido nunca más a la humanidad que crear: Herramientas para moldear el mundo, refugios para habitarlo y artes para decorarlo. Ese es nuestro propósito: En eso reside el alma de la humanidad.

Malkin Cincelbrillante, primer regente de Ekut tras la Emancipación.

Planeta Ekut,

Hora Meridiana: 13:17; Hora Meridiana Regular: 08:07

- Así que has decidido huir cómo una cobarde...- Fue lo primero que escuchó desde que la noche se había impuesto sobre el mundo que conocía; en sentido literal y figurado.- Aunque que esperar de ti, Ek-Naem.- Atacó la voz divertida, con un timbre agudo y femenino.

La oyente se giró, recogiéndose el cabello dando una agotada inspiración. Agarró su larga melena marrón y la retorció una y otra vez hasta conseguir un inflado moño, que causó una sonrisa cruel en el rostro de la mujer que la había descubierto. Siempre habían sido cómo dos polos opuestos, desde lo físico hasta lo psicológico. Donde Naem era bajita, flaca y morena; su adversaria era alta, corpulenta y rubia. Naem tenía ojos estrechos y oscuros; mientras que ella los tenía amplios y de un azul brillante. Naem tenía un pelo largo y rizado, moreno cómo su piel; ella lo tenía corto y liso, blanco cómo la suya.

-  Te apareces con tanta descortesía cómo siempre Ekut'Il-Amal.- Se defendió con desagrado.- No pienso quedarme a ver cómo un juicio injusto me da una condena exorbitante, si es a lo que te refieres.- Zanjó a la defensiva, devolviendo la vista a su habitación.

Otra gran diferencia entre ambas. Naem provenía de la nada más absoluta, entrando a la institución a través de un exámen de admisión de inexcusable dificultad y sosteniendo su enseñanza con becas y trabajos eventuales e irregulares. Amal, por el contrario, provenía de una buena familia con una abultada cantidad de créditos y una nutrida lista de contactos. Esa diferencia, más aún que la física, era algo que hacía rechinar los dientes de la pequeña joven morena.

- Se te dará el castigo adecuado: expulsión y desacreditación para ejercer. No es el fin del mundo Ek-Naem, aún podrás tener otros trabajos distintos a las artes funcionales.- Continuó burlándose mientras se apoyaba en el marco de la puerta.- ¿Quién sabe? Si me lo pides de rodillas, tal vez te deje ser mi secretaria personal.- Quiso humillarla con una sonrisa malévola.

Durante la etapa final de su infancia y buena parte de su adolescencia, Naem a menudo se había dejado llevar por sus comentarios retorcidos; alguna vez incluso habían llegado a golpearse la una a la otra. Por suerte, las amonestaciones y sentencias derivadas de esos momentos impulsivos la habían vuelto un poco más reflexiva y le habían dado cierta capacidad de autocontrol. Debido y gracias a ello, su respuesta a Amal fue una gélida mirada, cargada de sorna y acompañada de un gesto soez que la hizo sonreír con diversión infantil.

- Prefiero convertirme en una proscrita y ejercer ilegalmente antes que ser tu esclava personal.- Revisó las pocas pertenencias de sus maletas y se despidió de la que había sido su habitación durante la última década con un suspiro entristecido. Lo más parecido que había tenido a un hogar... y nunca había sido suyo.

- No digas eso Ek-Naem...- Ella se giró hacia Amal al oírla.- Yo trato bien a mis esclavos, sólo les muerdo cuando me lo piden.- Bromeó relamiéndose los labios.

Eso produjo un extraño ardor en las entrañas de la joven morena, que la susodicha malinterpretó cómo desagrado. Deseosa de salir del estrecho cuarto en el que había vivido para poder escapar de su oscuro futuro, no se dignó a responder a Amal e intentó cruzar la puerta. La peliblanca se lo impidió, ocupando toda la abertura y perdiendo su sonrisa por un gesto más serio.