Esteban.

18 0 0
                                    

Me encuentro un viernes 21 de mayo (feriado) a las 13:15 hrs. en el paradero el cual usualmente uso de punto de encuentro. Saco mi teléfono y veo la hora en el. Puta la wea. 15 minutos antes.
Espero sentada mientras escucho música, me miro al pequeño espejo que llevo en la mochila, veo los autos y a la gente pasar, tomando la micro que los llevará a su destino. El reloj marca las 13:30 en punto, mientras giro mi cabeza hacia la derecha para ver aparecer de entre la multitud a un tal Esteban con cara de estar buscando a alguien. Mas bien, de buscándome a mi. Como suelo hacer, me saco el audífono derecho mientras me pongo de pie.

- Hola :) - Saludo mientras pongo mi mejilla.
- Hola ¿que tal? - Me responde depositando un beso en ella, ¿han notado que genial es eso? osea, no genial, pero usualmente al saludarse las personas chocan sus mejillas y tiran un beso al aire. Pero, cuando alguien en vez de hacer eso, te besa directamente la mejilla, te deja pensando como por aproximadamente 5 minutos, con cara de imbécil.
- Entonces... ¿vamos? yo no se donde queda tu casa xD 
- Ah si si, claro. - Me dijo y comenzamos a caminar. Era primera vez que hablaba con Esteban en persona. Había oído hablar de el porque era amigo de la infancia de Kali, Berny e Ignacio, pero era el típico amigo gordo, con cabello ridículo, algo torpe y con cara de niño de 7 años, por lo que solo había oído ridiculeces sobre él de parte de los tres lunáticos previamente mencionados; "¿Recuerdas cando Esteban se calló del tobogán?", "odio cuando a la chicas les gusta Esteban, es que no conocen su pasado", "¿Viste el último estado de esteban en Facebook? Que ridículo".

- No se por qué, pero últimamente me ha dolido mucho la cabeza, creo que le diré a mi madre que me lleve al doctor. - Íbamos en la micro, yo miraba hacia la ventana mientras escuchaba a Kali hablar con Dafne sobre sus dolores. Hace aproximadamente un año. Recuerdo que la micro se detuvo en una luz roja y frente a mi, en la vereda, había un muchacho que miraba los autos pasar, esperando la luz verde para cruzar hacia la misma dirección de nosotras. - ¡MIREN! - Escuché el grito de Kali a mi lado y volteé a verla - ¡Ese es el Esteban! - Dijo apuntando al regordete muchacho, era un niño con su skate en la mano, una gorra hacia adelante, polera ancha, bajo (diría que mas bajo que yo) y con pantalones ajustados. - Les dije que era asqueroso. - Y tal vez tenía razón. No era asqueroso el hecho de ser gordo y bajo, si no que su actitud era asquerosa. Nadie es un Brad Pitt, pero él tenía una cantidad impresionante de chicas detrás suyo, siendo así, medio mierda. Nosotras reímos un momento con un poco de iugh en nuestras carcajadas y la micro continuó con su recorrido.  

No sé como, extrañamente me encontraba ahí... Yo, Petra, caminando a un lado del famoso y ridiculo Esteban. Que ahora media casi 1.80 de alto, se nota que se ha preocupado de su físico o que la pubertad le jugó una buena pasada (ya que se encontraba muy delgado), con sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta y su gorra hacía atrás cubriendo su cabello. 
Después de 5 minutos caminando llegamos a un montón de casas iguales, él se dirige a una, de su bolsillo saca unas llaves y con ellas abre el portón.

- Adelante. - Me dice mientras me mira e indica con su manos que pase yo primero.
- Permiso... - Camino unos cuantos pasos hasta la puerta. - ¿Estas solo?
- Siempre lo estoy. - Dice abriéndose paso para abrir la puerta. - Ten cuidado, tengo un perro que podría matarte.
- ¿Es muy grande?
- Muy... En dos patas sería un poco mas grande que tu :) - Dicho esto, abre la puerta y un pequeño perrito de grandes orejas aparece, brincando sobre mi, sin sobrepasar mis rodillas. - EDDY NO! Cuidado! Cuidado! - Comenzó a gritar poniendo una cara de alarmado. No entiendo bien que está pasando, porque comienzo a reírme de manera muy sincera, de esas risas que te dejan sin respirar, ¿Por una broma de el mismísimo Esteban? - Disculpa, ¿estás bien? - Dice cuando logra sacar al tal Eddy de entre mis piernas.
- Obvio que si ridículo jaja
- Uff, que bueno :D Y... que quieres hacer?
- No lo sé, es tu casa... ¿Que hay de bueno acá? 
- Emm... a ver, sígueme. - Comienza a subir las escaleras y yo hago lo que me dice, llegando a una habitación de murallas verdes, con una cama deshecha al lado de una ventana, un escritorio y una gran pizarra en una de las paredes. - Está algo desordenada... Creo.
- Yo soy mi veces peor, créeme. - ¡¿ Desordenada?! Es la habitación mas impecable que he visto en mi vida.
- A ver a ver... - Toma una tablet que está en su escritorio y comienza a buscar no sé qué, de pronto comienza a sonar la famosa banda de "Los Prisioneros". Después de esto, toma las frazadas de su cama y se recuesta bajo ellas. - ahh :3 
Emm... ¿Que se supone que debo hacer? Comienzo a recorrer su habitación, cada vez que me detenia a observar un objeto, el me decía específicamente que era, de donde lo consiguió o para que lo usa o usó. Después de un rato de mirar el entorno, Eddy llega y se sube a la cama a un lado de Esteban, yo tomo asiento a los pies de la cama y Eddy corre hacia mi, a lo que respondo con unas caricias en su espalda.
- Me encanta tu perro. - Digo sin dejar de mirarlo.
- Me lo encontré un día y no pude dejarlo ahí, era muy pequeño y pudo haber muerto. 
- Aww :3 A mi gato igual lo encontramos así. - Digo. De un momento a otro, sin darme cuenta, doblo mi espalda inclinándome hacia adelante, hasta que mi nariz queda hundida en el lomo de Eddy, no era muy consciente de lo que hacia en ese momento, pero prácticamente me fume al perro y adorable perro de Esteban. Desde que descubrí que mi gato olía a amor puro, tiendo a oler a animales con el cabello lizo, no tan largo. Y Eddy, no fue mas que otra víctima, otorgándome el mayor placer del mundo y brindándome su aroma a suciedad y perro limpio a la vez <3
- ¡¿Que wea?! - Dice Esteban boquiabierto.
- Emm... nunca has olido a tu perro? - Pregunto intentando parecer normal.
- Ehh... No. 
- Pues, deberías. No sabes de lo que te pierdes.
- La verdad, estoy impactado señorita. ¿Tienes hambre? Podríamos ir a almorzar. - Dice poniéndose de pie.
- ¿Tu cocinaras? 
- Por supuesto, soy un gran chef. - Me tiende una mano para acompañarlo, la miro y articulo una pequeña sonrisa de lado, poniéndome de pie y caminando hacia la escalera por mi cuenta delante de el.
Llegamos a la cocina y comenzó a preparar espaguetti. Yo solo lo observaba intentando no estorbar en su camino, ya que mis artes culinarias son nulas no podía aportar mucho que digamos.
Nos sentamos a comer a la mesa, escuchando buena música y conociéndonos mejor. Me costaba creer lo simpático que este hombre era, la verdad, hace mucho tiempo no conocía a alguien que me pudiera sacar carcajadas de esa forma (si es que había conocido a alguien así antes). Yo me esperaba un chico serio, mas bien picao' a filósofo o algo por el estilo. Pero no... resultó ser muy acogedor, resultó ser de esas personas con las que te dan ganas de pasar tardes enteras, o días enteros, o una vida entera para que te haga reír.
Después de comer nos dirigimos a su habitación esta vez.

- Aaaghh!! me bajo toda la paaja (me dio sueño). - Digo acostándome con confianza en la cama.
- Si... el día está como para dormir. - Dice mientras de un cajón saca una gran cámara y prendiéndola. - Sonríe Petra... - Me dice apuntando hacia mi. Yo en vez de sonreír, hago una mueca horrible y el la captura. - Wow! hermosa. - Dice con sarcasmo y vuelve su cámara hacia mi. - Ponte bella ésta vez. - Y eso hago, no sonreí esta vez, puse una cara sería, algo despreocupada y comencé a arreglar mi alborotado cabello mientras el capturaba la escena. 
- ¿Tienes una camisa que me prestes? - Pregunto. Se vería bien una camisa blanca, con las sabanas blancas de su cama y la luz que entraba por su ventana.
- Si, aquí tienes :) - Dice entregándome una, me la pongo, quedando con la gran camisa puesta, mis leggins negros y pies descalzos. Me puse de pie en la cama, me senté, me recosté, miré a la cámara, miré por la ventana, lo miré a el. 
- ¿Que tal las fotos? - Pregunto recostándome en la cama.
- Bien, hemos tomado muchas. - Dice mientras apaga la cámara y se saca los zapatos, recostándose a mi lado. - ¿Me harías el honor de dormir conmigo?
- Tengo mucho sueño para decirte que no... - Digo con los ojos cerrados. 
De pronto, de la nada siento un golpe en mi cara y abro intempestivamente mis ojos para notar que Esteban me acababa de golpear con una almohada y sonreía con cara de chico malvado. - :O Me las pagarás >:C - Digo tomando la otra almohada y golpeándolo a el también. Rápidamente nos ponemos de pie y comenzamos nuestra gran guerra. Yo caigo y el me golpea, yo lo golpeo mientras estoy en el suelo, el cae, me subo sobre el y lo golpeo. Nunca había reído tanto como una mula. Pero no me importaba, en lo absoluto. A veces la música cambiaba haciendo sonar la horrible bachata, que en ese momento no sonaba tan horrible. Él, con un ágil movimiento me toma de las caderas y me pone de pie, comenzando a bailar ridículamente mientras reíamos del otro. Pero luego la guerra volvía y nos matábamos nuevamente, caigo sobre la cama y el cae sobre mí. 
No me dí cuenta cuando de pronto, la inofensiva guerra de almohadas tomó un aire más "romántico", pero en mi mente me repetía una y otra vez "tonta, solo tu puedes pensar que un chico partiéndote la cabeza a almohadazos es romántico".
La luz del sol entra por la ventana, en un giro inesperado quedo sobre él con mis piernas al rededor de sus caderas. Yo no dejo de reír, creo que por los nervios. Sus manos de apoco se posan en mi espalda atrayéndome cada vez mas hacia el. Creo que la música se detiene... o que el tiempo se detiene. Poco a poco, cada vez más cerca. Continúo riendo, hasta que la almohada que tengo en mis manos la ocupo para darle un último golpe y con una gran risa juntar nuestros labios. 
De apoco comienzo a ponerme derecha sobre el, mientras el queda sentado en su propia cama, sin separar nuestros labios.

- Creo que eso no estaba planeado. - Digo al cabo de unos minutos. Me bajo y me siento a orillas de la cama.
- No, no lo estaba. - Dice mirando hacia el techo. 
No sé que hacer. ¿Me voy? ¿O me quedo?.
Siento unos brazos rodeándome por la cintura y unos besos en el cuello, giro mi cabeza hacia la izquierda para encontrarme de nuevo con sus labios. 
Al separarnos nos quedamos mirando, él se pone de pie y esta vez se sienta a los pies de la cama. Quiero abrazarlo y en un rápido movimiento lo hago sin pensar. Lo abrazo por la espalda, lo rodeo con mis piernas haciendo que se apoye en mi. Su gorra ya no cubre su largo cabello por lo que puedo jugar con el. Diez minutos de silencio, en los que solo estamos los dos. 

- Creo que es tarde, debería irme. - Digo al cabo de un rato. Sus padres llegarían en cualquier momento y no quiero que piensen cosas impuras sobre mi.
- ¿Estás segura? - Me dice poniéndose de pie.
- Si, me esperan en casa. - Mentira.
- Oh bueno, te voy a dejar afuera.
- Si, gracias. - Digo poniéndome de pie y poniéndome mis zapatos.


Hago parar la micro que me llevaría a mi destino, subo en ella y tomo asiento. Miro por la ventana en dirección a su casa e inconscientemente deseo estar donde estaba hace veinte minutos atrás.
Donde el tiempo no transcurría, donde nada más importaba, donde nadie más existía. 
Estoy triste. Porque deseo estar con él, deseo acariciar su pelo y ver sus ojos, pero se que no debe ser así.
Estoy triste por sentir lo que siento, cuando me prometí a mi misma que no lo haría.

Estoy triste porque basto un día, un plato de espaguetti, una guerra de almohadas y dos breves besos para enamorarme.

Estoy triste... Porque me enamoré.

Me enamoré de Esteban.


Sawter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora