Caperucito Rojo

El Fin del Zorro

Caperucito Rojo entró a la choza de la Abuela, con muchas rocas entre sus brazos, le gritó a su abuelita que ya había regresado, ella le dijo que colocara las piedras en el estómago abierto del zorro, mientras esperaban al leñador que había ido por más rocas, no tardó mucho en entrar, y al igual que Caperucito, depositó las rocas en el estómago del zorro, después la abuelita cosió el estómago del zorro y al terminar le dijo a Caperucito que debían esconderse, y ambos se metieron al armario, el leñador se dispuso a esconderse detrás de las cortinas, y observó, pero se dio cuenta que el zorro seguía con el tranquilizante que el Lobo preparó, se acercó y sé lo quitó, dentro de unos minutos y por pura casualidad el zorro se despertó, y se veía que estaba satisfecho, se sobó el estómago y sé levantó, caminaba muy torpemente se veía fatigado, al llegar al patio vio el pozo de la abuelita, decidió beber un poco de agua, no sabía que el leñador, la abuelita y Caperucito lo miraban desde la ventana, se acercó para arrojar la cubeta pero por el peso de su estómago cayó al profundo pozo. Y ya no se supo nada más de aquel malvado zorro.

En ese momento, se sintieron aliviados, de que aquel zorro jamás los volvería a molestar, dentro de cierto tiempo comenzó a lloviznar, la abuelita les ofreció chocolate caliente al leñador y a Caperucito, mientras pasaba la llovizna, ellos aceptaron. Para hacer plática Caperucito les comentó que cuando había salido a buscar piedras, se encontró con un Lobo, con el cual ya había tenido una conversación antes, y comentó que lo había ignorado, y que finalmente huyó de él, la abuelita le dijo, que lo que había hecho estaba bien, "nadie sabría si ese lobo te hubiese querido ¡Devorar!", el leñador al escuchar esto escupió el chocolate que tenía en la boca, la abuelita y Caperucito lo miraron sorprendidos, éste les contó la historia que había pasado, Caperucito al escucharla se quedó atónito, se sintió mal al saber las verdaderas intenciones del Lobo, él se había ofrecido a salvarlo y cuidarlo, y Caperucito sólo lo había rechazado, se sentía miserable, tanto que se levantó bruscamente tomó su cesto, se puso el gorrito de su caperuza, y salió de la choza de la abuelita en busca del Lobo.