La libreta con cubierta se cuero

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La noche continuó siendo completamente tensa, se resumía en acostarnos, abrazarnos mientras hablábamos sobre el hombre de negro y pararnos una y otra vez para comprobar que no siguiera ahí, no volvió a aparecer. A pesar de que nos costó quedarnos dormidos, pudimos descansar después de ver la aterradora imagen de un hombre de identidad anónima que nos miraba directamente desde abajo del edificio.
Al despertar, a eso de las siete de la mañana, me fui a preparar café para mí y Laura, salía Franco, su padre, a tomar su desayuno para ir a trabajar abriendo cuerpos y cortando hilos que unen sus heridas, siempre lo he admirado, es un gran cirujano reconocido de la ciudad, no sé si estudió medicina por elección propia o si sus padres lo obligaron para mantener la línea y el estatus familiar, sin embargo, Laura tiene toda la libertad de decidir qué estudiar y en qué momento, aunque se mantiene muy feliz haciendo algo parecido a lo de su padre solo que más característico de alguien como ella, además de salvar mi mundo emocionalmente, se quiere dedicar a salvar la vida de los animales, estudiando veterinaria, es su primer año y creo que lo lleva lo suficientemente bien.
—Buenos días Will —dice Franco mientras pone su mano derecha sobre mi hombro.
—Hola Franco, ¿como amaneciste?  —pregunte mientras sacaba dos tazones del mueble sobre la cocina eléctrica.
—Todo bien, bueno, si no estoy loco atenderé una anomalía—dijo mientras reía.
—¿Anomalía? —pregunté.
—una paciente dijo ver un gato con una rosa saliendo de su estómago, intentó sacar la rosa pero se cortó la muñeca con una de sus espinas provocándole un corte que rodea su muñeca, debo hacer algunos puntos y cerrar el corte para que su piel no se abra más —dijo tranquilamente mientras bebía un sorbo de su taza de café cargado.
— ¿y crees en esa historia? —pregunté.
—no, tal vez la chica se cortó intencionalmente, pero la historia es absurda, solo alguien mal de la cabeza inventaría algo así. —dijo relajadamente mientras le ponía mantequilla a su tostada.
Pensé dos veces en la versión de la paciente de Franco, pero yo tenía otra opinión al respecto, la historia de esta mujer coincidía perfectamente con el conejo que yo y Paul vimos hace años ¿un gato con una rosa saliendo de su vientre? ¿Es posible que haya pasado otra vez?
Debía actuar natural, como si esto no me importara en lo absoluto, pero estaba completamente seguro de que la historia de esa chica era real. Pensé pedirle el número de la paciente, hasta que me di cuenta que pedir el teléfono de una mujer a mi suegro sería un tanto extraño, además, de ser una vergüenza para él al creer la versión de una chica que supuestamente inventaba una excusa de un corte causado intencionalmente.

Franco se dirigía a lavar el plato que usó durante el desayuno, mientras yo revolvía el azúcar en las tazas de café para mí y Laura.

—Bueno. ¡ten buen día William! —dijo Franco dándome dos palmadas en la espalda y mirándome sonriente.
—cuídate, buen día —contesté.
—¡cuida a Laura! Exclamó antes de cerrar la puerta y largarse al trabajo.
Los padres de Laura trabajan día y noche, hay pocas horas en las que todos están juntos para cenar, Franco es a quien veo la mayoría de veces que vengo a su casa, Ana, mi suegra, es enfermera en urgencias, así que siempre está trabajando en tiempos desorganizados, suelen toparse todos para almorzar algunos días, aunque siempre dejan los fines de semana para pasarlo en familia, al menos una tarde juntos.

Luego de terminar de preparar nuestros cafés, me dirigí al dormitorio de Laura, donde estaba ella recién despertada revisando correos electrónicos desde su notebook.

—Buenos días —dije alegre mientras le entregaba su taza de café a Laura.
—Gracias Willy —dijo Laura mientras me miraba con ternura.
—¿Qué miras? —pregunté mientras me sentaba a su lado en la cama, para luego darle un beso en la mejilla.
—Solo unos correos de la universidad —contestó mientras eliminaba uno por uno los correos de su bandeja.
—Vi a tu papá —mencioné.
—¿Si? ¿Iba al trabajo, o sigue en casa? —preguntó.
—Se fue cuando estaba preparando nuestros cafés, iba a atender una anomalía. —dije mientras volvía a pensar en el gato y su relación con el conejo de hace años atrás.
—¡pff! ¿Anomalía? ¿Debe atender a un alienígena? —preguntó con gracia.
—Bueno... Él dijo que su paciente se cortó la muñeca intentando quitar una rosa del vientre de un gato muerto, aunque no lo creía demasiado —contesté.
—¿Qué?... —contestó manteniendo un silencio tenso en la habitación durante unos segundos.
—¿Todo bien? —pregunté.
—Si, claro, solo fue un deja vu —contestó rápidamente. ¿Y tú crees esa historia?
—no mucho, pero me parece extraño ¿recuerdas que Paul y yo encontramos un conejo con una rosa saliendo de su estómago cuando éramos niños? —dije luego de beber un sorbo de café.
—Claro, es algo muy extraño, la verdad, si creo ese tipo dé historias ¿crees que... eso pueda estar conectado con lo del paciente de mi padre? —preguntó.
—No estoy seguro, debería pedirle a Paul los bocetos que hizo del conejo esa vez, tal vez aún conserve la libreta —respondí.
Encendí mi celular para buscar su número telefónico, cuando nuevamente apareció una notificación de "Paul_R" esta vez decía "hola? He intentado encontrar tu teléfono, insisto, sería genial que asistieras a la discoteca, saludos Paul" Abrí inmediatamente el mensaje para poder comunicarme con él, la noche de ayer y lo de la paciente de Franco habían hecho que olvidara por completo que Paul me había escrito justo antes de llegar a casa de Laura.

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora