Capitulo 2: La sombra.

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9:30 P.M.

El timbre sobre la mesa suena sobre la música del restaurante, otro plato que entregar. Me pongo mi bata de cocina y tomo el platillo con la comida escogida por el cliente y lo llevo a la mesa de afrente de mi.

Pongo el platillo frente al cliente en su mesa y vuelvo a la barra, tomó el paño y limpio un poco la barra. Tomó más platillos pedidos por algunas personas y los llevo mesa por mesa, al terminar de entregar los platos elegidos vuelvo a la barra y apoyo mis manos en ella un poco cansada hasta que escucho la voz de mi padre.

—Isabella.

Levanto mi cabeza para ver a mi padre saliendo con 2 platillos en la mano y poniéndolos a un lado de la barra.

—Si, padre?

—Ve a entregar esos platillos a la mesa 7. Ahora. —me hace seña con un ligero movimiento de mandíbula hacia la mesa 7.

Hay un hombre rubio de unos 30 años sentado en ella fumando, sus ojos son profundos, no tiene ni una sola expresión en su rostro lo que me aterra un poco.

Maldita sea, ¿Es en serio? —pienso.

Asiento y tomó los platillos y camino hacia la mesa 7, al llegar pongo suavemente los platillos sobre la mesa, el hombre levanta su mirada profunda hacia mí, sus ojos se ven cansados, pero también peligrosos mientras lleva el cigarrillo a su boca y le da una buena bocanada antes de soltarlo de repente haciendo que todo el humo toque mi rostro.

Aguanto la respiración hasta que todo el humo desaparece.

—¿Se le ofrece algo más? —pregunto cuidadosamente.

—No. —confiesa, sin rodeos y firme, su voz es fuerte y profunda al igual que sus ojos.

Asiento y vuelvo a la barra para dejar su pedido en el mostrador y seguir repartiendo platillos, camino hacia las mesas desordenadas y tomó los platos y cubiertos de ellas, luego las limpio con mi paño dejándolas limpias.

Tengo que admitir que esto es muy cansado, pero tengo que seguir. Siento unos ojos que siguen todos mis movimientos, pero no me detengo y sigo con mi trabajo, vuelvo a la cocina con los platos dejándolos a un lado.

Quito el sudor de mi frente volviendo al área de la barra y me detengo, veo que el hombre ya no está en la mesa y los platos aún están allí con la comida totalmente palpable, quedo muy confusa así que miro por todo el restaurante, pero está vacío y no hay nadie, ya todos se han ido.

Me acerco a la mesa 7 y me doy cuenta de la gran cantidad de dinero que hay sobre la mesa, me quedo sorprendida.
La comida solo hacía 32 dólares y hay…¿96 dólares?... —susurro mirando el dinero.

Mi padre se detiene entre la puerta de la cocina poniéndose su saco negro.

—Muy bien Isabella, te espero en casa, no olvides cerrar todo muy bien, ¿vale?

Levanto mi cabeza y asiento rápidamente mientras meto el dinero en mi bolsillo trasero.

—Si, claro papá...

La mirada de mi padre va de mi bolsillo hasta mis ojos y asiente suavemente antes de salir por la puerta trasera, mi cabeza aún trata de procesar todo mientras yo aún  miro el dinero en mi bolsillo, miro por todo el restaurante a través de las ventanas en mi misma posición sin moverme, pero no hay nadie, ni a mí alrededor, ni afuera. Suspiro y tomó los platos para llevarlos a la cocina y dejarlo a un lado.


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Al llegar a casa entro y cierro la puerta detrás de mí, subo las escaleras hasta mi habitación. Al entrar saco el dinero de mi bolsillo y lo guardo en un cajón adentro de mi clóset cerrándolo muy al terminar.

Me dejo caer en mi cama mirando el techo, me pongo de pie acercándome al baño abriendo el grifo de la tina. Dejo a que se llene totalmente antes de meterme.

El agua es cálida, pero un poco fría a la vez, lo que hace que mi cuerpo pueda relajarse luego de todo el trabajo de esta noche. Me recuesto del borde de la tina y cierro los ojos suspirando.

Luego de un gran momento todas las luces se apagan, lo que hace que me espante y abra los ojos de repente, no veo nada.

—¿Qué diablos? —maldigo.

Veo la puerta que lleva hacia mi habitación y veo una sombra sentada a lo lejos sobre el sofá de la esquina de mi habitación. Mi corazón se acelera, todo parece una película de terror. Me quedo totalmente helada al ver la sobra.

¿Es alguien o es una sombra? —pienso—. ¿Cómo podría saberlo si ni siquiera se mueve? ¿Talvez es una sombra?

Mi corazón se acelera a casa segundo que pasa.

DELIRIO©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora