Capítulo 10

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NARRADOR

El hobbit había separado a los niños para contarles algo a cada uno.

Sin duda, esto sorprendió bastante a los pequeños, pero algo extraño pasaba.

Mientras caminaban para ir a ver a los lindos conejitos de color gris, Jesse volteó a ver a su gran mejor amigo pelirrojo, preguntado.

—¿Qué te contó, Matti?— Lo miró directo a esos ojos verdes que le gustaban mucho.

—No puedo contarlo —contestó— ¿Qué te contó a ti, Jesse?— Ahora indagó él.

—No lo diré. —Cerró la boca, mirando al frente.

—Bien, contemoslo cuando conozcamos a Amelly— propuso el italiano.

Pero las palabras tienen un poder muy grande, y nunca sabemos cuándo estás se puedan volver realidad.

—Acepto—. Sonrío, y ambos entrelazaron sus dedos meñiques.

Así ambos fueron a jugar, sobretodo en aquel río al lado del barco sobre esas enormes piedras grises. «El río de las emociones».

El agua fluye en algunos sitios de arriba hacia abajo, y en otros en dirección contraria, este se encontraba repleto de pequeños troncos de árbol. Se hacia llamar de aquella manera, pues cada que pisabas algún leño de madera podías revivir alguna emoción.

Desde la más grande alegría, hasta la más absorbente tristeza.

Evocando algún momento de nuestra vida.

Los piratas —mucho más, los hermanos— eran los únicos que lo dominaban, por vivir desde tanto tiempo ahí.

El río era un lugar concurrido por visitantes nuevos e inexpertos, pues cruzarlo era difícil. No solo por lo antes contado, sino porque si recordando alguna situación no puedes salir se ese sentimiento, te consumirá tanto que podrías ahogarte, y si sobrevives temerle.

Al cabo de unas cuantas horas, y que tanto los niños como profesores estuvieran lo suficientemente agotados, fueron llamados para regresar.

—¡Niños, formados!— Ordenó, Neisan—. Señora Slimp, puede comenzar.

Una de las brujas fue llamada para registrar a cada uno de los iniciadores. Después pudieron regresar sanos y completos todos a Little Magyc, porque seguros no se sabía si estaban. Al menos noz hasta terminar el gran libro.

Al llegar a sus aulas fueron director al comedor, quién ya los esperaba con un gran manjar. Estaban agotados así que sin perder más tiempo se dirigieron cada uno a la torre de habitaciones, a su cubículo, a su cama. Apoyándose, y cerrando los ojos.

Mañana sería otro gran día.

🪄🐉📖

Buenos días, niños— una voz bastante familiar inundó las habitaciones de todos los estudiantes—. Hoy es el último capítulo de gran libro —anuncia una fains, sonriendo mientras su piel clara se ve reluciente con el brillo que reflejaba de sus alas azules.

Los ojos de Matti se abrieron al instante de escuchar aquello.

En la habitación de las niñas, un Provb las despertaba con suaves e inocente cosquillas en ayuda de su larga y negra cabellera.

—Les tenemos una sorpresa— sonrió, parándose en medio de la habitación de ellas.

Al llegar a la sala de lecturas, esta vez al niño no se le olvidó ni el chaleco ni su corbata, por lo cual el gnomo Erbag lo dejó pasar sin ningún pero.

Y la profesora Glinda no tuvo porqué llamarle la atención a Emilia por zonza, ni a Jesse por entrometida.

La ojiazul, y el ojiverde se sentaron juntos como cada clase, agarrándose las pequeñas manos, esperaban ansiosos la sorpresa. El brillo de sus ojos se unió, volviéndose un polvo amarillo brilloso, una luz blanca intensa, mas no molestaba a la vista.

—Podrán escuchar la voz de la magnífica Amelly— formuló, por fin, la profesora poniendo una grabación—. Capítulo final— comenzó la voz más hermosa que los niños pudieron haber escuchado.

No podían con la emoción.

Había muchos sentimientos encontrados dentro de sus estómagos, querían reír, llorar, bailar, incluso vomitar. Pero todo pasaría, porque un les quedaba mucho por vivir en Island Magyc.

 Pero todo pasaría, porque un les quedaba mucho por vivir en Island Magyc

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Juntos, pasaron al siguiente año. Un piso más arriba. Si bien no había sido tan complicado, Miles de anécdotas se quedaban atrás.

Solo quedaban dos años más y podían pasar al tan esperado y soñado instituto.

Nunca habían dejado de soñar con aquella voz.

Ahora podían sentirse más grandes, cada año una generación salía, ¿los volverían a ver en aquel instituto?

Miles de cumpleaños se venían, estaban orgullosos de ellos. Ya no solo eran dos, ahora tenían a su aún más pequeño y raro amigo We-lan, acompañándolos en cada una de sus travesías.

Agarrados de la mano ganaban directo al salón de prácticas y actividades, del lado izquierdo del edificio de dormitorios.

—Les sudan los niños, manos— dijo el grisáceo ser.

—¿Los niños, manos?— Sonrió, Matti con burla.

—Ya. —Gruñó.

—No se lleven si luego los Okeitos no se aguantan, chamacos. Ya de por sí, su humor es...— giró los ojos Braulio.

—¡Qué ya!— Se alteró, el supuesto Okeito.

—Qué nombre tan más raro, pero está bien, Braulio— respondió la rubia—. Sigue durmiendo tú, dulces sueños.

Todos, q excepción de We sonrieron y siguieron caminando. Hasta que al llegar se soltaron de sus manos, congelándose al escuchar algo, o a alguien.

Sorprendidos voltearon, con la boca y ojos tan abiertos como platos redondos y grandes.

—Felicidades, chicos. Pasaron a una nueva etapa.

—¡¿Amelly?!

FIN

UNA PEQUEÑA ADMIRACIÓN [Mágica Fantasía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora