Prologo

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Sin importar la senda que Shirou Emiya elija, el destino solo le ofrece dolor. Un torrente de sangre mancha su camino, derramada en ocasiones por su anhelo de justicia y en otras, como en este caso, por la simple protección de sus seres queridos.

La tragedia acecha a cada Shirou Emiya que conocemos, la mayoría condenados a un destino como Counter Guardians, algunos por decisión propia, otros por la crueldad del destino.

En el multiverso infinito, habitan incontables versiones de Shirou Emiya, cada uno con un destino propio. Esta historia nos sumerge en la vida de uno de ellos, un hombre despojado de todo, un ser que ha tocado fondo. Su existencia, marcada por la tragedia y la desolación, nos conduce a una pregunta crucial: ¿Hasta dónde puede llegar un hombre que no tenga nada que perder?

Las palabras de Kischur Zelretch Schweinorg resuenan con un timbre aterrador:

He aquí la historia de un hombre a quien el destino convirtió en su Juguete. Una y otra vez, lo lanzó al abismo del infierno, solo para arrebatarlo de las fauces de la muerte en un acto caprichoso.

Perdió a sus amadas, a las mujeres que ocupaban su corazón. Incluso al final de esa maldita guerra del santo grial, fue su hermana quien lo salvó, irónicamente la única persona que nunca pudo proteger.

Su mayor anhelo era proteger a las mujeres que amaba y a su hermana, las luces que iluminaban su vida. Sin embargo, su debilidad lo llevó a perderlas. Consumido por la perdida, buscó venganza contra aquellos que le arrebataron su luz.

Matanza tras matanza, batalla tras batalla, se fue rompiendo, perdiendo su propia humanidad en el proceso. Cuando sus sueños junto a ellas se hicieron añicos, solo le quedó un mundo plagado de espadas, ese era su destino. A pesar de empuñar tantas armas, nunca pudo proteger lo que realmente le importaba, dio su vida por él.

La vida de Shirou Emiya está condenado a vagar por un camino plagado de dolor y arrepentimiento. Un hombre que, a pesar de sus intenciones de vivir una vida tranquila junto a ellas, sucumbió a la venganza, una que no descansaría hasta hacer pagar a quienes arruinaron su vida.

Impulsado por un anhelo de justicia por sus seres queridos, Shirou Emiya emprendió un viaje por todo el mundo. Pronto descubriría que la línea entre la justicia y la venganza era tan fina como una hoja de espada. Lo que él ignoraba era que toda su vida había sido manipulada, directa o indirectamente, para conducirlo a este fatídico camino.

Atrapado en una cruel encrucijada, Shirou era consciente de la falta de opciones. Su mirada, cargada de impotencia, contemplaba cómo este mundo se aproximaba a un final apocalíptico, víctima de un falso dios nacido de sus propios errores. Un dios que no era más que la materialización de su arrepentimiento, su última y terrible venganza.

Parece que el destino lo obligaba a romper la promesa hecha a su hermana.

Lo siento Illya, mi querida hermana, con mis últimas palabras te imploro perdón. Soy un tonto, un hermano menor que ha cometido una terrible estupidez.

No hay palabras que puedan expresar la magnitud de mi error.

Se que mis disculpas no son suficientes. No puedo borrar el trato que he hecho, solo me queda una mancha imborrable en mi conciencia por incumplir mi promesa hacia a ti. El destino me acorraló, dejándome sin otra alternativa.

Con su cuerpo quebrantado, una amalgama de dolorosas heridas, Shirou yacía sobre la arena del desierto. Su mirada vacía, se elevaba hacia los cielos i. En sus ojos salían lágrimas, los recuerdos de su vida se manifestaban.

Imágenes de alegría y dolor, de amor y pérdida, se mezclaban en un torbellino de emociones. Los rostros de aquellos que había amado y aquellos que había fallado lo observaban desde los cielos, un juicio silencioso que lo llenaba de remordimiento.

Perdonadme, no podré rencontrarme con ustedes después de mi muerte.

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⏰ Última actualización: Mar 17 ⏰

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