│➤ apítulo 1.3

29 1 3
                                    


Era una habitación fría, con poca luz y polvorienta, casi abandonada de no ser por la silueta de un hombre que escribía sobre un escritorio arrinconando contra una esquina. Era entusiasta en cada letra que plasmaba sobre el papel, cuidaba que la tinta no manchara más de lo necesario y que no goteara de la pluma, el sonido de "tic tac" que produce el reloj de pared lo acompaña en su soledad mientras, la voz de alguien familiar resuena en su mente, llamándolo una y otra vez por su nombre. 

El sol es cubierto por las nubes, momento exacto en el cual deja de escribir y se detiene a leer cada pequeño párrafo. Mira las páginas anteriores deteniéndose a analizar el dibujo en una de aquellas hojas amarillentas y arrugadas, es el rostro de alguien; toca sus facciones con la punta de sus dedos. Una imagen poco a poco aparece en su mente, hace a un lado todo lo que hay sobre el escritorio, a excepción de la pluma, saca una hoja del cajón izquierdo y comienza a trazar rayones toscos, descuidados que parecen estar hechos por manos temblorosas e inexpertas, la pluma estaba cerca de romperse si no fuera por el repentino llamado a la puerta, que si bien no era estruendoso sí fue persistente.

—Entra —dijo, de forma átona. Supo que la puerta se abrió por el chirrido que provocó, una figura entró y se sentó en el sofá que había detrás suyo, le dio una señal con la mano en señal de espera, y así fue, espero a que dejara de escribir. 


Querido Nikola  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora