EL PUNTO DE QUIEBRE

1 0 0
                                    

La lluvia golpeaba las ventanas del pequeño apartamento de Abigail. El sonido era como un eco de su propio corazón, que latía con fuerza. Había pasado semanas en ese lugar, tratando de recomponerse, de sanar las heridas invisibles que Ángel le había dejado.

Las noches eran las peores. Las pesadillas la atormentaban, llevándola de regreso a los momentos oscuros. Veía los ojos fríos de Ángel, sentía los apretones en su brazo, escuchaba las palabras hirientes. Pero también veía su propio reflejo en el espejo, la Abigail que había perdido en el camino.

Un día, mientras miraba la lluvia caer, Abigail tomó una decisión. No podía seguir viviendo así. No podía seguir justificando los malos tratos, creyendo que el amor debía doler. La libertad estaba al alcance de sus manos, solo tenía que tomarla.

Empacó sus sueños rotos en una maleta. Sus libros favoritos, su ropa, las cartas de amor que nunca envió. Miró alrededor de la habitación, sintiendo que dejaba atrás una parte de sí misma. Pero también sabía que estaba dejando atrás la oscuridad.

El café ya no era su refugio. Las sillas seguían apiladas, las mesas vacías. Abigail dejó una nota para el camarero, agradeciéndole por los momentos compartidos. Y luego, con la maleta en la mano, salió al frío de la noche.

El camino hacia la libertad era doloroso. Las lágrimas caían como la lluvia, pero también eran liberadoras. Abigail caminó por las calles mojadas, sintiendo que cada paso la alejaba de las sombras. No sabía qué le depararía el futuro, pero estaba dispuesta a enfrentarlo.

Ángel la buscó, como un lobo que olfatea la presa. Pero Abigail ya no era la misma. Había encontrado su voz, su fuerza. Denunció a Ángel, rompiendo las cadenas que la ataban. La justicia llegó, pero también la sanación.

En su nuevo apartamento, la soledad la abrazó. Las noches eran largas, las pesadillas constantes. Pero Abigail se aferró a la esperanza. Buscó ayuda, terapia, amor propio. Las cicatrices sanarían, aunque dejaran marcas.

Y así, en medio del bullicio de la ciudad y el aroma del café, comenzó su renacimiento. Abigail se convirtió en una historia de resiliencia, de lucha contra las sombras. Las cicatrices invisibles se volvieron insignias de su fuerza.

¿Qué le deparará a Abigail en su camino hacia la sanación? ¿Podrá romper las cadenas que la atan a su pasado?

ENTRE SOMBRAS Y CICATRICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora