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PRÓLOGO

Sergio Pérez

Hace dos semanas quedé atrapado en un lugar sin salida, excepto por ceder ante él. Pero específicamente, todo esto comenzó hace alrededor de un año, cuando uno de mis jefes me asignó una investigación junto a mi equipo, en la cual teníamos que desmantelar una red de prostitución, drogas, venta de armas y el desvío de miles de millones de dólares.

No era la primera vez que me enfrentaba a una actividad tan peligrosa y difícil de roer; sin embargo, mi equipo era el más adecuado para hacerlo. Todos en la jefatura lo sabían; incluso los veteranos preferían entregarme directamente los papeles, y por ello algunos sospechaban de mis contactos fuera del trabajo.

No los culpaba, tenían sus razones para sospechar, pues muchos habían cedido a la corrupción, la tentación y la humillación por diversos motivos, y varios creían que si no lo hacía ahora, me sometería al mal en el futuro.

Confieso que si no hubiera conocido a quien sería mi más allegado (actualmente) dentro de mi primera sede en Inglaterra, estaría muerto en el primer movimiento en falso que di hace cinco años atrás. Para mi fortuna, Carlos siempre se encontraba de mi lado en la jefatura y ambos éramos el perfecto dúo desde sus orígenes que se encontraba en todo Montecarlo y en Alemania. Muchos creían incluso que éramos los mejores a varios kilómetros a la redonda, pero esas eran meras suposiciones que poco nos interesaban.

Varios colegas intentaban imitar nuestro modus operandi creyendo que era algo especial, cuando la verdad era que Carlos y yo teníamos un plan inicial, el típico A, el cual casi nunca desplazábamos, pero de ser el caso, también conteníamos otras estrategias que jamás fallaban.

Carlos y yo planeábamos durante la marcha, no solo uno, sino cientos de posibilidades que al final daban el resultado y destino que deseábamos. No importaba qué camino tomáramos, siempre llegaríamos a la unión de todos y a lo que esperábamos. Por eso tanto enemigos como aliados nos temían a mí y a mi colega.

Sí tan sólo hubiese estado de acuerdo con Sainz aquel día en el que se negó a tomar el caso junto a mi equipo y a mí, no estaría en la posición actual, no me encontraría obligado a someterme ante el mal. El recordarlo, me generaba cierta gracia, pues sabía que así repitiera cientos de ocasiones esa vez, siempre le diría que tomaría la investigación con o sin él.

Los había hundido conmigo. Todos estábamos aquí, por un estúpido descuido de mi parte.

CAPÍTULO UNO

Sergio Pérez

—Me rehusó.

Giro mi cabeza para poder observar a Carlos.

—¿Qué? —Cuestioné incrédulo ante su respuesta.

—Checo, estas son las reales ligas mayores —Aclara como si no lo tuviera en cuenta. Incluso su rostro parece estar mas tenso y amargado que de costumbre.

Miro al quién era el jefe del lugar, Christian Horner y luego, al quién podría tomar como mi mejor amigo, Carlos Sainz Jr.

—Carlos, hemos tratado desde jóvenes con las grandes ligas, esto no es algo del otro mundo —Argumenté sin creerme enteramente su postura respecto al caso.

【𝑫𝒆𝒕𝒆𝒄𝒕𝒊𝒗𝒆 𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora