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CAPÍTULO DOS

A los seis meses de perseguir a varios integrantes importantes de lo que creían eran varias redes ilegales, descubrieron que algunos de los miembros asistían a un club especial donde también podían llevar a cabo varias de sus conexiones, intercambios, reuniones y actos bochornosos. Pero para ser involucrados en ese mundo, tenían dos opciones: la primera era pertenecer al mundo más bajo, y la segunda era ser vistos y contratados para ser vinculados.

—Agentes Tsunoda y Russell al este —Horner deslizó los papeles en su dirección — Sargento primero al norte — Repetió la acción, entregándole el archivo de apoyo a Pérez — Agente Ocon, escoltarás junto al sargento mayor el ala este. Él te dará las instrucciones — Esteban asintió, acercándose un poco más a Vettel cuando éste recibió los documentos — Agentes Albon y Piastri permanecerán como red de apoyo para la intercomunicación entre el este y el norte, tomen cualquiera de los dos bandos — Demandó sin una expresión en el rostro.

Christian observó a Carlos, pero no lo mencionó inmediatamente.

—Sargento segundo, entrarás al campo para ser un punto de apoyo para Pérez. Sargento primero, permanecerás fuera —Hülkenberg asintió, tomando los otros archivos cuando Horner los dirigió en su dirección.

Carlos se crispó.

—Con todo respeto, señor — abordó el madrileño al británico mayor — Debería ser yo quien entre al campo.

Christian lo miraba inexpresivo.

—¿No confía en su colega? —inquirió.

Nicolas observó ahora a Carlos. Eso había sido una jugada por parte de Horner para evitar un daño colateral en un futuro. Sainz se mordió la lengua, pero no evitó seguir adelante.

—Confío en Hülkenberg, pero no en su fácil persuasión cuando se trata de Pérez, y usted bien lo sabe —argumentó el alfa dominante — Usted sabe que de ser el caso, el sargento mayor tendrá que entrar con él y aún no sabemos si alguien ya ubica su rostro.

Carlos tomó todas las cartas sobre la mesa que poseía en ese instante, intentando convencer a su mayor para que le permitiera entrar al campo y cubrir las espaldas de Sergio.

—Sargento mayor —el omega dominante y director y codirector de la sede de Inglaterra y Montecarlo se dirige a Fernando Alonso.

Fernando, también conocido como el Nano, resopló.

—No me agrada la idea de permanecer fuera de juego, pero reconozco que Sainz tiene varios puntos a favor —admitió sin dudarlo, pasando sus manos detrás de su espalda baja y entrelazando sus largos falanges — Sería poner en riesgo la operación, aparte de que civiles podrían morir si algo se sale de control.

—¿No tiene conflicto en permanecer dentro del camión?

—Lo he hecho durante años. Unas semanas más no me quitarán el sueño —empleó el sarcasmo sin un ápice de temor y remordimiento, pero nunca faltó al respeto a su superior.

Christian suspiró.

—Bien.

Pérez mantuvo su mirada sobre Sainz.

—Hülkenberg, te toca permanecer al costado del sargento mayor. Sainz, al campo.

Finalmente, el alfa dominante que había clavado sus cristales oscuros y profundos sobre quién era, su mejor amigo y más allegado, y un omega sin enlace, desvió su visión para después regresarla a Horner.

—Mantengan esta operación en silencio, nadie más allá de esta oficina debe saber lo que se habló hoy hasta que se indique lo contrario —ordenó Christian— Toto Wolff y unos cuantos de sus más confiables agentes conocen de esta investigación. Nadie más.

—¿Qué hay del superior Binoto y el superior Steiner? —Sergio no había pronunciado sonido alguno después de una hora sin haberlo hecho.

Todos lo observaron.

—Binoto está bajo investigación y se cree que Steiner será el próximo hasta que hallen al hombre que se ha robado información importante —fue concreto el mayor.

Pérez asintió.

—¿Algo más?

Horner miró a los hombres presentes, sabiendo que este cuestionamiento no era en realidad una invitación para que siguieran charlando y, próximamente, tomaran una taza de té.

Todos negaron.

—Retírense.

Les bastó un mandato para decidir no continuar dentro de aquella oficina.

CAPÍTULO TRES

—No me creo que estemos a punto de hacer esto —El omega británico, de orbes azules y profundos, terminó por acomodar su playera negra deportiva.

Yuki desvió su atención hacia George. Sus mejillas se tiñeron de un suave carmesí, haciendo aún más notoria su timidez.

—Tú te ofreciste, George —Sergio dobla correctamente sus pantalones y los coloca dentro de su maleta.

—No es como si tuviéramos otra opción, Checo —Refuta el omega más larguirucho.

—En realidad, sí teníamos opciones, George —Menciona el pequeño japonés hacia su amigo y colega — Simplemente no quisimos dejar a Checo solo en esto — Elevó los hombros de forma simplona y suave, aliviando un poco sus nervios y vergüenza.

George hizo un puchero.

—Pero creí que estaríamos con él. Que compartiríamos pista y seríamos las estrellas de la noche —Dramatizó levemente, decaído y muy en el fondo de su ser, preocupado.

Le aterraba la idea de separarse de Sergio durante bastante tiempo y más en ese tipo de ambientes. Sentía que cualquier cosa podía salirse de sus manos, pero teniendo al omega dominante a su costado, le daba una sensación de tranquilidad que era imposible no quererla constantemente y generosamente arraigada al día de uno.

Sobre todo, cuando tenías una vida como la de ellos. Todos los días parecían bailar más cerca con la muerte y aunque se preparaban psicológica y emocionalmente para ello, no estaban preparados para un momento, simplemente, dejar de existir.

Aunque Sergio, él, posiblemente ya estaba desafiando a la muerte con sus enormes orbes almendrados.

—Por favor, acérquense —Una mujer de cabello castaño y corto, peinado y acomodado hacia atrás, llamó la atención de los hombres que yacían juntos y envueltos en su burbuja de reflexión y conversación.

Sergio, Yuki y George miraron en dirección de quién era, la bailarina profesional que les instruiría desde ese momento.

Russell inhaló hondo, intentando armarse de valor. Tsunoda se encogió de hombros, siendo el primero en dirigirse hacia la mujer. Pérez fue el último en acercarse, dedicándose únicamente a apreciar las figuras de sus amigos, sintiéndose particularmente extraño.

【𝑫𝒆𝒕𝒆𝒄𝒕𝒊𝒗𝒆 𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora