Elena:
Me miro por ultima vez en el espejo chequeando que toda mi vestimenta este en orden, voy a conocer a la familia de Eduardo, o sea a los padres ya los conozco, pero a sus hermanos no, por lo que estoy un poco nerviosa, son 4, y en estos 3 años Eduardo no ha hablado mucho de ellos.
Las cosas con el no han estado del todo bien, no lo veo mucho porque estoy centrada en mi trabajo, ya que me ascendieron hace poco, algo que estuve meses luchando, Eduardo no esta de acuerdo, dice que no me esfuerce tanto, que el me mantendrá, pero estoy segura que es porque el quería el puesto, llevamos un mes discutiendo y alejándonos casa vez mas.
Finalmente estoy lista, y me dirijo hacía el estacionamiento de mi departamento para buscar mi auto e irme a su casa. Eduardo no es muy caballeroso, por lo que me dijo que me fuera por mi cuenta y que no llegara tarde, como si la impuntual de la relación fuese yo. Mi hermana me dice que, qué es lo que sigo haciendo con el, pero siempre caigo en cuenta que ha sido él único que ha creído en mis capacidades como vendedora, aun que es contradictorio ya que siempre me dice que cuando nos casemos yo debo dejar de trabajar porque ya no será necesario.
Mientras conduzco hacía la casa de su padres, me replanteo si realmente debo casarme con el, sin embargo no haré nada porque no suelo arriesgarme mucho, esto me hará tener una vida normal, o eso es lo que dice mi mamá. Debería ser más como mi hermana Vicky, es atrevida y consigue todo lo que quiere porque es muy valiente.
Entre mi playlist salió Better Man, haciéndome sentir un poco de identificada. Por suerte antes de comenzar a sobre pensar, llegué a la casa de mis suegros 15 minutos antes de los que me citaron, me quede un momento en el auto. Me di cuenta que un auto totalmente negro llego, se estaciona al frente de mi, no logro visualizar quien es ya que tiene los vidrios polarizados, pero la puerta se abre y sale un hombre alto, de pelo negro, y sumamente blanco, tanto que parece vampiro, no se dio cuenta de mi existencia y solo entró a la casa. Me percaté del reloj, ya era tiempo de hacer lo mismo, así que tomé mi cartera dispuesta a bajarme, pero se me cae un aro, mi hermana siempre dice que si se te cae un aro es porque algo malo va a pasar, pero decido ignorar aquellos dichos, me vuelvo a poner el aro y salgo del auto.
Un poco nerviosa, subo los 4 escalones de la entrada, una vez que me encuentro en frente de la puerta, toco el timbre, y unos segundos después me abre la mamá de Eduardo con una linda sonrisa.
—Hola mi niña, pase que hace frío—abre la puerta y se pone a un lado, yo la miro agradecida.
—¿Como esta, tía Raquel?—avanza hacía a lo que suponía es la cocina, yo la sigo por detrás.
—Muy bien, ¿Y tu?—no se muy bien como responder a eso, pero decido mentir.
—Muy bien también.
Una vez dentro de la cocina veo a todos menos al mino que vi afuera, me acerco a Eduardo y este me mira con desaprobación, no entendí muy bien el porqué, pero decidí ignorarlo y solo saludarlo, al acercarme para besarlo, se me aproxima y me besa la mejilla, para susurrarme en el oído.
—¿Qué mierda te haz puesto?—Me quedé estática en el lugar donde estaba parada, no podía creer lo que me acaba de decir.
—Elena, ellos son Julian y Diego, este es mi niño más chiquito—Diego que parece de unos 17 años la mira con desagrado, pero Raquel lo ignora completamente.—Y Bruno no se que anda haciendo con Javier afuera, ya en la cena lo verás, por mientras ponte cómoda, pásame tu bolso y tu abrigo—se me acerca para recibirme ambas cosas, le entrego primero mi cartera, y luego me saco el abrigo, causando que me sienta muy observada, Raquel sonríe con total aprobación.—Te ves hermosa, Elena, estoy orgullosa que seas mi nuera—su amabilidad sincera de parte de ella solo me dan ganas de llorar, ¿Porqué su hijo no puede tratarme así?.
Pasaron unos 15 minutos, donde los hermanos de Eduardo me preguntaron sobre mi vida, y a lo que me dedico, al escuchar que tengo un puesto mas alto que su hermano mayor, lo molestaron inocentemente, lo cual a Eduardo no le gusto para nada, causando que me mirara en silencio pero con desagrado, me está avergonzado y no se da cuenta, que egoísta, comenzaba a enojarme, ¿Porqué debería de ser mostrarme triste? Mi mamá siempre me ha dicho que no se debe sangrar frente a los tigres, y es ahí él porque de que Eduardo diga que soy una mujer muy fría.
—Bueno chicos, vamos a la mesa que esta todo listo—me adelanté de Eduardo, y me senté donde Raquel me indicó.
Estoy tan sumida en mi rabia que solo me quedo mirando el plato, ni siquiera me fijé que ya estaban todos sentados, comencé a comer, y ellos a conversar sobre cosas triviales.
—Elena, me dijeron mis hermanos que tienes un puesto de directora de ventas, debo admitir que estoy impresionado, Eduardo nos dijo que eras una compañera de trabajo nada mas—levanto mi mirada a quien está enfrente y es su hermano mayor, el hombre que vi antes de entrar.
—Soy su jefa, mas bien—aclaro con una sonrisa forzada en mi cara.
—Bueno tampoco es necesario que lo digas así—Eduardo dice molesto, lo cual colma mi paciencia, pero como no estamos solos no diré nada.
—Ya pero no estoy diciendo ninguna mentira, ¿Por qué te molesta tanto?—Bruno le pregunta tranquilamente mientras corta su carne, mientras que a mi lado esta un Eduardo totalmente enojado, iba a responder pero Raquel se le adelanta.
—Elena, cuéntanos que es lo que haces—Raquel me mira con total atención, y con toda la intención de que no se genere una discusión, con la agilidad que lo hace debe ser porque está acostumbrada, Eduardo nunca habló de Bruno.
No se habla de brruno...
Ay basta, a veces soy muy chistosa en mi mente pero en momentos muy inoportunos.
—Ahora me dedicó de las responsabilidades de la sucursal y de mis compañeros de trabajo, ya no hago ventas pero cualquier inconveniente o algo importante que tengan que hablar los clientes, es conmigo, no es la gran cosa igual—le resto importancia antes de que Eduardo diga algo desalentándome.
—Yo encuentro que si es la gran cosa, Elena, al llegar a un puesto tan importante como general regional de sucursal de ventas en servicios de seguros de autos requiere mucho esfuerzo, deberías darte mas méritos—lo quede mirando extrañada, pero a la vez se sintió bien que alguien me dijera eso.
—Opino lo mismo, por dios que agallas para llegar a ese puesto, espero llegar a verte en un puesto mas alto aun—le sonrió a Raquel, de verdad que es una mujer muy agradable.
—Con suerte llegó al puesto en el que esta, y va a llegar a trabajar en la central—dice Eduardo, mas para si mismo, pero todos lo escuchamos.
Ya estaba harta, no le he hecho nada, y solo se ha comportado así todos los días desde que me ascendieron.
—Ya fue suficiente con tu actitud egoísta, se supone que me quieres y por eso te vas a casar conmigo, pero solo te haz encargado de echarme para abajo este ultimo año, y todo porque no conseguiste el puesto, ¿Tienes que ser tan envidioso?—su mirada era de total sorpresa, nunca pensó que le hablaría así y menos en frente de su familia.—Y esto...—nos apunto a ambos.—Se acabó, no pienso casarme contigo, merezco más que esto—lo miro con desagrado, ese que nunca llegué a creer que podía sentir por el, volteó hacia los demás quienes nos miran con total impresión e incomodidad, si ellos estaban incómodos, yo mas.—Lamento esto, Raquel se que te esforzaste en esta cena, pero no puedo casarme con tu hijo, es un imbécil, lamento ser yo quien te lo diga—me levanto de la mesa sin mirar mas caras y dejo el anillo de compromiso en la mesa.—Buenas noches, gracias por la cena—salí del comedor rápidamente por mis cosas que estaban en la entrada, me puse el abrigo y tome mi cartera.
Abrí la puerta y pude respirar el aire frío de la noche, me apresuré a mi auto, una vez dentro me recuesto en el asiento y cierro los ojos.
He roto mi compromiso.
Y dios, solo fue por un impulso, no me estoy arrepintiendo, pero no es común en mi hacer cosas por impulso, igual ya me tenía podrida, que hombre mas de mierda y aburrido, en el fondo siempre supe que con el no iba a ser.
En fin, enciendo el auto para irme, necesito quitarme este mal sentir que tengo.
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Decisiones inesperadas.
Historia CortaElena es una mujer de 29 años, trabaja en una oficina de ventas, en ella conoce a su prometido, Eduardo, con el que después de 3 años deciden casarse, pero todo comienza a cambiar desde que la ascienden a gerenta de sucursal. y también por conocer a...