Grace y Kaltain van a su primer año en hogwarts estan ansiosas porque quieren poner en práctica lo que les han enseñado sus padrinos y su padre
Fueron criadas por gallert ya que su mamá trabaja en Francia, el les enseñó muchos hechizos y les enseñó...
Arambella se despertó con la primera luz del día, su padre había enviado a los elfos para que la levantaran junto a su hermana Aelin. Una advertencia sonaba en el aire, debían acudir al comedor con rapidez. Aelin, con las mejillas sonrojadas por la prisa, se quedó mientras se encontraban en las escaleras.
- Padre nos ha llamado muy temprano - murmuró Aelin entre bostezos, y le sonreí con complicidad, entendiendo su cansancio.
En el comedor, su padre, sentado en la silla central, les esperaban con una sonrisa orgullosa. Alzó la mano para revelar dos cartas.
- ¿Qué tienes ahí, padre? - preguntó con sospecha, compartiendo una mirada cómplice con mi hermana. Nos acomodamos junto a él, cara a cara.
- Esto, querida Grace, son sus cartas de Hogwarts - dijo nuestro padre mientras nos entregaba las cartas correspondientes desencadenando que mi corazón empezará a latir rápidamente, a mi lado aelin soltó un murmullo de sorpresa.
Yo solo me quede quieta unos segundos pensando y recibiendo un fuerte abrazo de mi querida hermana Aelin emocionada y eso me hizo reaccionar
- No puedo esperar a recorrer el castillo - exclamó mi hermana mientras disfrutaba de un bocado de carne. - ¿En qué casa cree que quedamos? Ojalá nos toque juntas...- Con su característica costumbre, Aelin se sumergió en sus pensamientos. Abrí mi carta lentamente, sintiendo una oleada de emoción al leerla.
Después de terminar la comida, nuestro padre nos condujo a nuestras habitaciones para alistarnos, ya que nos llevaría al Callejón Diagon para comprar lo necesario. Tras ducharme, seleccioné mi atuendo: falda de mezclilla, suéter azul, chamarra de cuero roja, zapatos y accesorios a juego, recogiendo parte de mi cabello en una media cola.
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Bajé al comedor y encontré a mi hermana, elegantemente vestida con una falda gris, camisa blanca, chaleco, zapatos negros, boina y pelo suelto.
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- Te ves preciosa, ¿estás lista? - preguntó con entusiasmo. le respondí con el mismo tono.
- Sí, gracias, hermanita, tú también estás linda - Entrelazamos nuestros brazos y nos dirigimos a la entrada principal, donde nuestro padre nos esperaba.
