Las guardianas

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Cassandra estaba intentando hacer un hechizo en clase. Había practicado todas las vacaciones porque sus compañeras de escuela iban más adelantadas que ella y las maestras ya le habían advertido que tendría que repetir año si no se ponía al corriente. Sabía que para las otras brujas era mucho más sencillo puesto que ellas eran brujas nacidas y criadas en el mundo mágico mientras que ella había pasado la mayor parte de su infancia viajando con sus padres entre las ciudades de los seres humanos porque la vida simple de ellos les causaba fascinación.
Ahora estaba avergonzada pues pronunció mal las palabras del hechizo y, en lugar de transformar un ratón en un plato, se transformó a sí misma en un pato con pelo de ratón.
—Tranquila, ya estuviste más cerca, el año pasado ni siquiera lograbas mover un objeto —le dijo Camila, su mejor amiga y compañera de cuarto en el internado, mientras su otra amiga, Selena, hacía un hechizo para ayudarla a volver a su forma original.
—No quiero repetir año.
—No te preocupes, nosotras te ayudaremos —dijo Selena mientras pasaba al frente a hacer el siguiente hechizo, ella era de las mejores, lograba hacer todo con tanta naturalidad que lo hacía parecer como la cosa más fácil del mundo, Selena no hacía nada mal y...
—¡No puede ser!
Y no era posible, pues en vez de convertir una rama en un libro, Selena se había convertido a sí misma en una rana con alas en forma de páginas.
—Todas las estudiantes al salón de juntas ahora mismo —se escuchó por el altavoz a la directora, era claro que algo malo pasaba, Selena nunca se habría equivocado con un hechizo tan simple y la directora no se dirigía a las estudiantes desde hacía siglos, todas las chicas pensaban que su existencia era un mito.
—Buenas tardes, hay una terrible noticia que tenemos que compartir con ustedes —dijo la directora una vez que todas estaban reunidas—. Seguramente han notado algo extraño al intentar hacer algún hechizo, no queremos asustarlas pero revisamos la fuente de magia y al parecer ha sido corrompida, alguien la ha envenenado, lo que nos hace pensar que quizá en unas semanas la magia se habrá agotado por completo.
Todas las brujas presentes comenzaron a hablar al mismo tiempo, Cassandra comenzó a temblar de miedo, ni siquiera había sido capaz de dominar la magia y ahora no podría hacerlo nunca.
—No hay por qué preocuparse, ya habíamos visto una profecía que nos advertía sobre esto y en la misma se cuenta también que llegarán tres brujas llamadas Las guardianas y encontrarán la manera de recuperar y renovar la magia, así que regresen a sus habitaciones por hoy, mientras tanto avisaremos a sus padres sobre esto.
Las chicas regresaron silenciosamente a su habitación, estaban tan preocupadas que parecía que la noticia las había dejado mudas, incluso Camila, quien siempre tenía una opinión de todo, estaba sin habla.
—¡Somos nosotras! —gritó Cassandra después de un rato, lo que hizo que sus amigas se pusieran de pie de un salto.
—¿De qué hablas? —preguntó Selena más pálida que de costumbre.
—Tres brujas que restaurarán la magia, Las guardianas. Nosotras cuidamos las pociones y los libros en la biblioteca.
—Yo los cuido, ustedes solo me acompañan.
—Selena tiene razón, además la directora no dijo que sería una estudiante, podría ser cualquiera. Nosotras somos las menos indicadas.
—Sé que podemos... quizá seamos ellas, ¿podemos al menos intentarlo?
Camila y Selena conocían a Cassandra, sabían que aunque fuera muy mala en la magia siempre hacía lo posible por mejorar y quería hacer algo importante.
—Esto es lo que haremos, vamos a investigar qué está sucediendo, porqué nos estamos quedando sin magia e intentaremos encontrar una forma de arreglarlo; tal vez para cuando hagamos todo esto las verdaderas guardianas llegarán e incluso podríamos ayudarlas con la información que hayamos conseguido —dijo Selena, quien parecía ser siempre la líder del grupo y Cassandra corrió a darle un abrazo.
—¡Salvaremos la magia!

La biblioteca de noche se veía aterradora y mucho más la sección prohibida. Las chicas se encontraban en una de las mesas con una pila de libros y siendo iluminadas solo por una vela que se encontraba en medio de las tres. Las sombras y los libreros enormes hacían temblar de miedo a Cassandra pero ella había sido la de la idea de investigar en la noche para que ninguna maestra intentara detenerlas de su misión y ahora mismo tenía que ser más valiente que nunca.
—No encuentro ninguna profecía relacionada con esto —Camila ojeaba todos los libros pero no prestaba atención realmente, se distraía con facilidad y se movía tanto que en una de las ocasiones casi tira la vela.
—La fuente de magia parece estar muy bien protegida, no tiene sentido lo que está pasando.
—Chicas, creo que encontré algo —dijo Cassandra apuntando a un dibujo pequeño. Camila sacó sus lentes pero aun así no entendía lo que era y mucho menos porqué Selena lo examinaba con tanto detalle. En la imagen se podía observar a las brujas fundadoras de la Fuente que lograron contener la magia en ese lugar, y a un lado de ellas, un elfo oscuro cargando con ambas manos una esfera dorada no más grande que su cabeza.
—Es imposible —murmuró Selena y las tres chicas se miraron en silencio por lo que pareció una eternidad.
—Los elfos son nuestros enemigos mortales, están exiliados, no pueden ni siquiera acercarse a la frontera.
—Si pero ¿desde cuándo?
Las chicas intentaron recordar pero no había registro de que un día las brujas hubiesen vivido en paz con los elfos y mucho menos que uno de ellos hubiera estado presente en un momento tan importante como lo fue la fundación de la Fuente.
—He visto esa esfera, la directora la tiene oculta en la sala de cosas prohibidas, la vi mientras limpiaba —dijo Cassandra y al ver la mirada de sus amigas agregó—. Está bien, puede que estuviera haciendo más que limpiar, ustedes habrían hecho lo mismo.
Las chicas sabían que debía ser un artefacto muy importante si aparecía en esa fotografía y decidieron ir a buscarlo pero cuando iban cruzando el pasillo principal los cuadros comenzaron a temblar, Camila pensó que temblaban de miedo pero poco a poco las paredes se empezaron a partir, se podían escuchar los gritos de las demás brujas y no veían más que una nube de polvo y después un profundo silencio.
—El elfo está aquí —dijo Selena y sacó de su mochila un viejo libro.
—¿Lo tomaste de la sección prohibida?
—Es lo único que nos puede ayudar ahora mismo, tenemos que proteger esa esfera, no sabemos para qué sirve pero estoy segura que viene por ella.
—Ni siquiera hemos practicado, no sabemos hacer hechizos tan poderosos... —la voz de Camila sonaba tan débil que Cassandra pensó que lo que había escuchado era un globo desinflándose.
—Vayan y protejan la esfera, yo me quedaré para retrasarlo.
—No te voy a dejar sola —dijo Cassandra intentando parecer valiente, aunque el sonido de sus dientes al temblar se escuchara en toda la escuela.
—Tú eres la única de nosotras que sabe dónde está esa esfera, por favor ve.
En otro momento Cassandra se habría reído de Selena, tenía la cara sucia por el polvo, el cabello enmarañado y parecía que el libro saldría volando de sus manos de lo mucho que temblaba, pero lo único que hizo fue asentir e irse corriendo con Camila en busca de la esfera.

—No estamos listas para esto, no lo estamos —dijo Camila al ver que Cassandra tomaba la esfera.
—Nadie lo estaría, pero de nosotras depende la magia, debemos hacerlo por nuestras amigas y nuestros padres.
En ese momento muchas cosas comenzar a suceder, la puerta salió volando aunque esta vez sin alas, chispas rojizas se movían de un lado a otro y una figura torcida y delgada levantaba los brazos y gritaba hechizos, Cassandra se dio cuenta que Selena y el elfo oscuro estaban combatiendo, le dio la esfera a Camila y corrió a toda velocidad a abrir las jaulas de los pájaros espada para que lucharan también.
—¡Necesitamos unirnos! —gritó Cassandra.
—Sus maestras salieron huyendo, ¿acaso creen que ustedes, tres niñas sin gran conocimiento en la magia, podrán derrotarme? —dijo el elfo con la voz de un trueno y Cassandra se quedó tiesa del susto, sentía como si le hubieran salido raíces en lugar de pies. En ese momento no podía pensar en nada pero miró a sus amigas, a Camila aferrada a la esfera aunque estuviera muriendo de miedo y a Selena lanzando hechizos aunque ninguno de ellos dañara al elfo, por ella es que estaban en esa situación y no las dejaría enfrentarse al peligro solas.
—¡Tenemos que unirnos! —repitió y tomó las fuerzas para correr hacia Selena, Camila hizo lo mismo y las tres se tomaron de la mano para unir su magia y atacar con más fuerza al elfo. En ese momento la esfera se abrió y las chicas sintieron como una corriente de magia las llenaba y sus poderes aumentaban.
—Repitan conmigo este hechizo —dijo Cassandra apuntando al libro y cada vez que repetían las palabras, el elfo olvidaba más y más hechizos hasta que no pudo siquiera hacer el más básico encantamiento, en ese momento trató de huir pero Cassandra lo atacó y el gran elfo quedó convertido en un plato con pelo y cola de ratón.
—Bueno... sigue siendo un gran avance —dijo Selena intentando no reír.
—¡Lo logramos! ¡Si éramos Las guardianas! —gritó Camila y cayó de rodillas, de repente se sentía muy cansada.
—Lo somos, ¡se los dije! —Cassandra no paraba de llorar y poco a poco las maestras y sus compañeras fueron apareciendo.
—¿Ustedes lo vencieron? ¿como es posible? —dijo la directora y las chicas le contaron lo sucedido, la piel de la directora se ponía blanca, verde y roja, y su cara pasaba de una pequeña sonrisa a enojo y preocupación.
—Nosotras fuimos todo este tiempo Las guardianas de la profecía y la esfera nos ayudó a lograrlo.
—La esfera tiene un gran poder y también podrá purificar la magia, si el elfo oscuro se la hubiera llevado estaríamos acabadas. Siento mucho decirles esto —prosiguió la directora—. Pero ustedes no son Las guardianas porque dicha profecía no existe, la inventé para que no se preocuparan. Nadie iba a venir a ayudarnos.
—¿Qué está diciendo? ¿pudimos haber muerto? —dijo Selena y sus piernas comenzaron a temblar como gelatina.
—Arriesgaron sus vidas por la magia y estaremos agradecidas eternamente, su valor y no su fuerza las ayudó a vencer y eso las convierte en heroínas.
—¡Pero pudimos haber muerto! ¡No éramos las elegidas! —Gritó Selena y todas comenzaron a reír.

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