Segundo Cuento-¿ Solo un juego?

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Erase una vez...
Un joven chico que vivía sólo, estaba en unos de esos días aburridos que solía tener.
En esa noche, estaba el tumbado en la cama, esperando que el sueño viniera.
Se giraba a un lado, sd giraba al otro. Pero seguian sin poder dormir. Se levantó de la cama y caminó en dirección a la cocina atravesando toda la oscuridad que había en su piso. Apenas podía ver la punta de la nariz. Pero como el camino ya le tenía memorizado, si quisiese podría llegar allí con los ojos cerrados sin el mínimo esfuerzo. Al llegar allí, encendió la luz de la cocina, que estaba tan sombría cómo de costumbre. Abrió el frigo y empezó a coger cosas para beber y comer. Siempre que se levantava de noche para comer, sentía un escalofrío por la espalda. Pero ya estaba tan acostumbrado que los siguientes escalofríos no les hizo caso.
"DING DONG" El timbre de la puerta había sonado, por el silencio, el sonido ecoó por todo el piso.
El joven se levantó lentamente hasta la entrada y miró por el ojo de cristal.
No veía nada, incluso estaba más oscuro que dentro de casa.
"¿Quién es?" preguntó algo temeroso.
Un llanto en bajo apenas se podía oír. Parecía ser un niño que estaba allí.
El mozo abrió la puerta lentamente sin pensarlo dos veces.
Adelante suyo estaba un niño, un niño muy bajito. Parecía tener entre cuatro a cinco años. Tenía un pelo muy liso, aparentaba estar mojado. Sus ojos, sus ojos eran lo que más marcó al joven. Eran como enormes cristales manchados con petróleo, no se podía distinguir la pupila o la parte blanca del ojo, sólo se veía lo negro de sus ojos. Ojos cuales estaban llorosos pero no transmitían emoción.
"Señor, me he perdido." dijo el niño.
"Pasa, pasa. No llores más. ¿Sabes el número de tus padres?"
"Sí, ¿podría llamarlos por mi?" pidió el crio miéntras pasaba adentro y extrañamente la puerta se había cerrada sola.
El joven no le negó, además de prestarle un teléfono, le trajo galletas con Leche caliente.
El niño pidió que él hablase con sus padres. Mientras él mismo marcaba el número se sus padres y el joven apenas sujetaba el teléfono para que pudiese hablar con sus padres, el mozo pudo sentir como empezó a oler a podrido de la nada, pero no hizo mucho caso. Al marcar el último dígito... Llamaba y llamaba, pasado unos diez segundos, cogieron el teléfono.
'¿Sí?'
'Perdón por llamar tan tarde. Pero un niño de cinco años me dijo que se había perdido y que llamase a este número.'
Se pudo oír un llanto que duró gran parte de la llamada, antes de que colgasen el teléfono.
El niño se le quedó mirando. El joven no fue capaz de decir nada.
"¿Quieres jugar un juego?" Preguntó el niño.
El mozo apenas dijo que sí con la cabeza.
"Empezemos con el escondite inglés" dijo riéndose el pequeño niño. "Te toca ir primero"
El joven se apoyó en pared, se limitó a jugar pero un pensamiento vino a la cabeza... El timbre le tengo demasiado alto como para que un crio de su tamaño alcancé.
El joven pudo notar cómo el chico tocó su alma diciéndole: "Has perdido, no sólo el juego, sino tu alma"
Lo siguiente que pudo sentir fue cómo una pequeña mano traspasaba su cuerpo y llegaba a su corazón.

El niño pudo engañar otro adulto fácilmente. Se había ganado otra alma para poder sobrevivir en el inframundo. El número que había dado el niño al joven era, verdaderamente, el número de sus padres, padres que habían perdido su hijo de cinco años unos meses atrás, en su cumpleaños.

Cuidado por la noche, nunca sabréis lo que os observa en la oscuridad. La noche fue echa para que los humanos durmiensen y para que otras criaturas se alimenten.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2015 ⏰

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