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Jimin sabía que estaba siendo observado y monitoreado, no era estúpido.

La primera vez que despertó sin saber quién era estaba en una habitación médica y cuando confirmaron que en efecto no recordaba nada lo habían sedado y luego despertó en esa habitación sucia y maloliente.

No recordaba ni su nombre y lo único que tenía era el nombre Park Jimin que estaba en placas militares que colgaban de su cuello, no tenía idea de cómo sabía que se llamaban placas militares, pero la certeza de saberlo estaba ahí.

Además de eso había notado que tenía un anillo en su dedo meñique que parecía uno de esos que las familias antiguas y ricas utilizaban con el emblema familiar y cuando lo quito noto que tenía inscripciones M. Jimin luego de ello el lugar de ponerlo en su lugar lo puso junto con sus placas.

Además en su dedo anular había un tatuaje con pequeñas figuras que en su opinión significaban viento unido entre sí formando lo que podía considerar un anillo, era raro que él consideraba que ese pequeño tatuaje fuera realmente importante.

También encontró extraño el hecho de que estando cautivo le dieran comidas completas y no lo golpearan claro mientras no estuviera intentando escapar que era cuando tomaban medidas físicas aunque siempre considero que eran cordiales, casi temerosos de dañarlo demasiado ya hora que estaba ahí entendía el motivo.

Querían que lo encontrará vivo y en buenas condiciones, según quienes lo habían visitado en su pequeña habitación médica su nombre en efecto era Park Jimin un ex militar de operaciones especiales y también un agente especial del gobierno.

Había desaparecido hace cinco años en medio de una operación que había salido mal y según le habían comentado había estado bajo privación de libertad por un grupo terrorista.

Jimin no confiaba en ellos, lo único en lo que podía confiar seria en sus recuerdos que aún no tenía completos. Tenía destellos de algunas cosas por ejemplo haber observado rosas o un jardín, cosas sin sentido, pero también había recordado una pequeña celda llena de ratas y cucarachas el lugar era realmente pequeño y hasta asfixiante.

Habían pasado días desde que podía decir que fue rescatado aunque realmente sentía que era otro tipo de privación de libertad sin embargo esa noche había sido diferente, él tenía un tatuaje en la cadera uno que no recordaba haberse hecho y que tampoco tenía idea de que significaba, pero sabía que no era el único que lo tenía.

Había tenido sueños que estaba seguro eran recuerdos, tan vividos que lo asustaban.

Recordaba que estaba en un cuarto con poca iluminación que provenía de los rayos del anochecer o quizás del amanecer no está muy seguro, pero los rayos traspasaban y hacían una vista maravillosa hacia un hombre de cabello negro que besaba el tatuaje de su cadera.

No solo era un recuerdo también eran las sensaciones que venían con ello, había sentido su piel erizarse así como el contacto tibio de los labios eran un gusto tan placentero, lo recordaba tan bien a los dos desnudos y el desconocido entre sus piernas tocándolo y excitándolo.

Recordaba que le había dicho un te amo con una voz gruesa y la respiración agitada, se lo decía mientras estaba muy dentro de él y él recordaba esa presión en su trasero tan delirante, las lágrimas placenteras en sus ojos a punto de desbordarse por lo intenso que era el momento y al final recordaba a la perfección estar en el pecho del hombre delineando el tatuaje en su pectoral que era idéntico al suyo.

Quería obtener respuestas, pero era difícil tenerlas considerando que podrían tenerlo como sospechoso y considerando que estaba en una habitación con instrumentos médicos con solo una puerta de salida y entrada sin mencionar las tres cámaras que había identificado.

Malaquia (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora