Todo parecía un sueño, nunca me hubiera imaginado que mi mejor amiga me correspondería.
–Aún quiero verlas.
–Mira las tuyas, pervertida.
–No es lo mismo, las tuyas son más grandes– Comenzó a topar por encima de la camisa, mi cabeza me gritaba que parara, pero mi cuerpo era muy perezoso que se quedó a gusto con su tacto –Ahora entiendo la fascinación de los hombres con esto, es... – Nuevamente me intento quitar la camisa, pero esta vez fui yo la que se sentó y pase la camisa por mi cabeza.–Tenemos lo mismo, pero tengo la necesidad de investigar.
Comenzó por mí rostro, luego a mis labios, bajando por mi cuello dejando varias marcas en su trayectoria y paro en el lugar que tanto pedia ver.
–Si me miras mucho tiempo así, me volveré timida nuevamente– Ella bajó nuevamente sus labios, y cuando ya iba a llegar su teléfono empezó a sonar, pero ella lo silencio, no podía evitar ver la luz del teléfono. –Deberías contestar.
–Si te molesta lo puedo apagar.
–No es eso, pero es que desde que hemos estado en la discoteca ha estado sonando sin parar, y ¿si es algo importante?
–Créeme, no lo es, prosigamos... – Nuevamente se estaba arrastrando hacia mí, pero la luz del celular seguía, lo termino apagando mejor. Ella no quería más interrupciones.
Paso lo que tenía que pasar, el alcohol por primera vez fue mi amigo, me dejó ser más liberal y no ser tan timida, pero todo eso cambió a la mañana siguiente.