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Después del primer encuentro de ambas híbridas, sus días no voy volvieron a ser los mismos. Cada que Yuna se iba a la escuela, Yeji corría a sentarse debajo de la jaula de Ryujin, esa jaula de la que nunca salía.
Durante semanas, Yeji jamás vio a Ryujin salir de su jaula, tampoco le gustaba hablar mucho, así que la gata recibía respuestas cortantes cada que hacía alguna pregunta curiosa, con el tiempo comenzó a llamar a la mayor Ryujin-unnie y eso pareció molestar menor a la lora en comparación a la vez en que le dijo señora.
—Oiga unnie, anoche escuché ruidos raros en las paredes.
Ryujin había notado a la pequeña Yeji muy inquieta desde que se apareció en su medio campo de vista aquella mañana, de hecho estaba muy callada y con las orejas caídas, ni siquiera serpenteaba la cola como era de costumbre.
—¿Te refieres a dentro de las paredes? —Indago Ryujin, fingiendo desinterés.
Yeji asintió aunque Ryujin no la vió. —Sí. Cómo si hubieran otros animales pequeños dentro de ellas, no me dejaron dormir —La voz de la menor se escuchaba desanimada.
Ryujin comenzó a reír. Yeji frunció el ceño.
—¿De qué se ríe, unnie? —Bufó la gatita.
—Creo que ya descubriste a unos invasores más antiguos que tú, niña —Respondió Ryujin sacudiendo sus alas. —Son ratones, ratones muy escurridizos y latosos.
—¡Oiga, Ryujin Noona! —Una voz masculina pero algo chillona se escuchó en alguna esquina de la sala poniendo a Yeji en alerta y esponjando todo su cuerpo en señal de ataque.
—¿Qué haces aquí, rata tonta? —Se quejó Ryujin con burla. —¿No ves que ya hay una gata en casa?
El roedor salió de su escondite y fue directamente a subirse a la mesa de noche alejándose del suelo para evitar ser comido.
—Cualquier peligro vale la pena si al final podré verla a usted, noona? —El ratón sonrió bobo. Ryujin rodó los ojos.
—Que tonto eres, Beomgyu —La lora hizo el amago de darle la espalda no solo a Beomgyu sino también a Yeji.
—¿Vives aquí, Beomgyu? —La rata asintió.
—Algo así, vivo por todo los edificios —El ratón se encogió en su lugar mirando acusatoriamente a Yeji. —¿Vas a comerme? —Preguntó con recelo.
Yeji hizo una mueca de asco. —No cambiaría mis croquetas de leche por tus peludo cuerpo.
Y Beomgyu comenzó a reír. —En ese caso, hola ¿Cómo te llamas?
—¡Soy Yeji! —Exclamó Yeji contenta de que alguien estuviera interesada por ella. Ryujin solo los escuchaba atenta.
—Yeji —Beomgyu canturreó su nombre. —Mírate, eres una niña aún, eres muy tierna.
