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El gato fue entrenado para matar a aquellos seres vivos que tuviesen la capacidad de volar, vistiendo de finas capas sedosas acompañados de un lastimero cantar. Admiraba un rato su actuación y después devoraba su corazón.
Miró atentamente cómo la débil avecilla blanquecina rogaba por una oportunidad. Pero no era para sí misma, ¿para quien sería entonces?
El ave extendió sus alas, cantó la belleza que había en vivir, en salir; sobre los prados, la hermosura de una sonrisa y el cómo es que se veía el cielo.
Su melodía era suave, relajante, te daba un cálido abrazo reconfortante, podía hacerte perder tus ideales. Se percibía la pureza del animal, ajeno a lo negativo.
Demasiado bueno para ser verdad.
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¿Alguien puede oírme? Estoy aquí, sin nadie más, en un escenario sin actores ni público que recibir.
He enloquecido en la soledad.
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« ¡Atención! es un anuncio de gran importancia.
Encima de sus camas se les dejará un pequeño paquete, lo que contiene es:
