Capitulo 1

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Narra Alexandra

Terminadas las vacaciones del segundo trimestre de clases, dio inicio el tercer trimestre. Comenzó con un murmullo de estudiantes quejándose por lo difícil que sería esta vez este nuevo periodo, mientras yo esperaba impaciente a mis amigas. La noche anterior me habían exigido que no llegara tarde como la última vez, pero estaban treinta minutos tarde y ni siquiera me habían mandado un mensaje para excusarse. Ya cansada de esperar, decidí irme, y justo cuando ya me iba, ellas aparecieron.

—Buenos días, Alex —se apresuró mi amiga Sara a saludar y darme un fuerte abrazo.

—Buenos días —le respondí mientras miraba por encima de su hombro a Karen, que se encontraba atrás.

—¿Esperaste mucho? —preguntó con una sonrisa emocionada en el rostro.

—¿Ustedes qué creen? —le respondí, quejándome por la espera, sabiendo que iban a ignorar.

—Oh, bueno —respondió restándole importancia—. ¿Ya viste al nuevo capitán del equipo de fútbol? —preguntó entusiasmada.

—No —dije tras haberlo pensado.

—¡¿Cómo que no?! —preguntó una Sara exaltada por mi respuesta, separando el abrazo que antes nos mantenía unidas—. Tienes que verlos, están súper guapos y sexis. Bueno, el 'súper' se apega más al capitán y su segundo al mando —gritó con emoción, un grito que luego tuvo que reprimir por estar en el salón de clases.

—¡¿En serio?! —pregunté dudosa de la información—. ¿Qué tanto? —dije, esperando una información más segura.
—Lo suficiente para hacer el cosplay de tu tal Gojo —respondió Sara, dejándome curiosa por lo que acababa de decir.

—¡Dios! ¿Dónde están? ¿Aún siguen allí? —comenté entusiasmada con la idea.
—Ya acabó el juego matutino, pero no te preocupes, en la tarde hay otro juego —gritó Sara, conteniendo la emoción.

—Maldición —comenté, sintiéndome feliz y triste por la noticia. Esta tarde tendría una bella vista, o eso pensé, cuando no pude mirar bien al capitán y solo pude ver muy concentrado al chico que jugaba a la par con él —¡Liam! —comenté para mí misma, para luego ser movida bruscamente por una Sara emocionada.

—¿No son increíbles, Alex? ¡Qué bella vista para los ojos! —decía Karen.
—Sí, lo son —dije sin emoción alguna. Al segundo siguiente me levanté de mi asiento. —Se me había olvidado, tengo un compromiso esta tarde —me excusé, captando la atención de mis amigas—. Me tengo que ir —me despedí con un beso y su comprensión por lo que debía hacer.

Entré al baño y me lavé la cara, un poco molesta por haber hecho contacto visual con Liam y que él me sonriera descaradamente. Me imaginaba que mi vecino fastidioso no se cansaría de molestarme, diciendo que fui a admirar su belleza, y lamentablemente el idiota era guapo, lo que hacía que sus bromas fueran aún más molestas.

Salí de la universidad y caminé hacia mi casa, que quedaba bastante lejos, pero quería relajarme durante una larga caminata. Estaba a mitad de camino, caminando sin detenerme, cuando escuché el claxon de un auto a mi lado. Vi a Liam en su carro, mirándome con una sonrisita coqueta en su rostro, llena de malas intenciones. Parecía estar preparándose para burlarse de mí.

—No sabía que hacías ejercicio, siempre vives en tu cama —escuché atentamente sus palabras con cara de pocos amigos, notando las burlas en sus palabras.
—No estás completamente equivocado. Después de todo, en la cama también se hace ejercicio, pero al parecer no sabías eso —dije con una sonrisa orgullosa por lo que acababa de decir.
—Bueno, sí. Pero permíteme contradecir tus afirmaciones. Es sabido lo animada que te pones al leer tus novelas. No se puede evitar escuchar hasta en la sala la emoción que desbordas al brincar en la cama —me sorprendí por sus palabras, pero decidí no avergonzarme y continué mi caminata sin intenciones de seguir discutiendo con él, ya que era una discusión difícil de ganar en ese momento.

—Ale, súbete —indicó al estar fuera de su carro con la puerta abierta. Lo miré de arriba abajo con expresión de disgusto.

—¿Me invitarás a comer? —pregunté en tono sarcástico, sabiendo que esa era la única manera en la que me podía subir a su auto.

—Sí, te invitaré a comer —suspiró pesadamente al reconocer mis intenciones, para luego sonreír y guiarme al asiento del copiloto.
Fuimos al mismo lugar de siempre y como era habitual pedía de todo sin importar el costo, una rutina que manteníamos desde niños. En aquel entonces me sobornaba para subirme a su bicicleta y ahora para subir a su carro, llegando al punto en el que sus padres le han dado una tarjeta aparte para estos actos.

Narra Liam

Liam solo observaba cómo ordenaba todo y también pedía doble ración para que él también comiera, a pesar de saber que terminaría comiéndose la mitad de su comida. Él, ya acostumbrado, no perdía el tiempo en reclamos como solía hacer en los primeros años de nuestra rutina.

—¿No vas a comer helado hoy? —preguntó curioso después de que había pedido todo menos mi helado de chocolate favorito.

Ale no respondió, permaneció callada al saber que se burlarían de ella por su respuesta, algo que ya había ocurrido días atrás cuando echó la culpa al helado de chocolate por su reciente aumento de peso y prometió dejarlo por un tiempo indefinido.

—Si comes tanta chatarra vas a engordar —comenté al ver todas las calorías en su comida.

—¿Por qué te importa? —respondió molesta por mis palabras, sabiendo que eran ciertas. Al verla así, decidí no decir nada más, consciente de cómo es ella y sabiendo que en uno de sus arrebatos se iría con toda la comida para seguir caminando a casa, algo que yo no quería.

La observaba comer con una sonrisa tonta en mi rostro, viendo las muecas que hacía a propósito debido a mi mirada, una mirada que intentaba no molestarla para no interrumpir su propia comida.

Amor o amistad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora