capitulo 2

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Mientras subíamos en el ascensor hacia el quinto piso del edificio donde vivíamos, me encontré con Estella, la mamá de Ale, saliendo de mi apartamento con una sonrisa.

— ¡Liam! — la abracé con alegría. Estella fue mi niñera y es como una segunda madre para mí — Tu mamá ha enviado un paquete y lo acabo de dejar allá dentro — indicó, y yo solo asentí.

— Mami — Ale corrió a los brazos de su mamá, apartándome de Estella en un gesto considerado por su presencia. — ¿Qué hay para cenar? — preguntó, con brillo en los ojos. — Liam cenará con nosotros — afirmó sin pedirme opinión alguna, en un intento por hacerme quedar mal al rechazar la oferta porque estaba lleno. Ale sabía perfectamente que solo ella era capaz de volver a comer después de todo lo que habíamos comido; después de todo, ella tenía un apetito voraz.

— Qué bien, hoy cociné la comida favorita de Liam — sonrió de manera inocente, aunque sabía las intenciones de su hija.

— Comeré — contesté sin intenciones de rechazar la propuesta, después de todo siempre hay espacio para mi comida favorita.

Estaba tan lleno que lamenté no poder terminar mi plato favorito preparado por la mismísima Estella, ya que este era mi favorito solo porque lo preparaba ella. Ale disfrutó con una sonrisa disimulada mis lamentos, mientras yo esperaba que Estella hiciera algo para castigarla.

— Se me había olvidado, Liam — dijo Estella, interrumpiendo la pelea de miradas que estábamos teniendo Ale y yo. — Aparte del paquete, dejé un tarro de helado de chocolate en tu casa. Tu mamá se lo envió a Alex, pero recientemente culpa al helado por su subida de peso, así que creí mejor dártelo a ti — dijo, recalcando las últimas palabras para luego mirar a su hija con una sonrisa. Ale tenía los ojos como platos, mirando a su madre indignada por la noticia.

— ¿El helado de mi marca favorita? — pregunto manteniendo la calma.

— Sí. ¿Acaso lo querías? — preguntó su madre haciéndose la ignorante, a lo cual Ale negó. Dicha negación fue por mi presencia.

— Lo disfrutaré — comenté en un punto donde el ambiente se encontraba tenso, regalando así mi mejor sonrisa a la víctima de esta noticia — Muy lentamente — recargué cada palabra, contento con su mirada. Ale se encontraba mal por el asunto.

Ale me regaló de vuelta la sonrisa más fingida que había hecho durante todo el tiempo que nos conocíamos, para luego sonreír de manera sospechosa. Ya sabía que tendría que devolver el botín de esta batalla tarde o temprano, y fue más temprano que tarde, de una manera que no me esperaba.

Alexandra

El reloj apuntaba a las diez y cuarenta y ocho de la noche, tiempo en el que se había agotado la última gota de mi paciencia. Así que salí de mi cuarto y encontré de camino a mi madre tomando agua en la cocina, la cual me detuvo después de analizar mi comportamiento.

— ¿A dónde vas? — preguntó fingiendo ignorancia, sabiendo muy bien a dónde iba.

— A recuperar lo que es mío — respondí, saliendo de mi casa empoderada en busca de mi helado. Escribí la contraseña del apartamento de Liam, que casualmente era la fecha de mi nacimiento, un dato al que nunca le di importancia. Su casa se destacaba por la luz que salía de su habitación. Me dirigí hacia el refrigerador con mucho cuidado para lograr el robo con éxito, pero me detuve: "¿Qué diablos estoy haciendo? No estoy robando, estoy recuperando lo que es mío, así que no debo esconderme". Al reconocer este hecho, caminé hacia la habitación de Liam con confianza.

Narrador

— Liam — llamé al chico al abrir la puerta de su habitación y quedé sorprendida por lo que vi. Miré al chico y bajé lentamente la mirada sin ser consciente de mis acciones, llegando a posar la mirada donde no debía. — ¡Oh, creció! — pronuncié con sorpresa por lo que adornaba mi vista. Liam solo suspiró y prácticamente modeló delante de mí con una mano en su cintura y la otra cubriéndose el rostro excepto los ojos.

— Obvio que creció, ¿qué esperabas, ¿al gusanito de tus plantas? — preguntó en un tono sarcástico, dando la idea de estar enojado pero sin intenciones de cubrirse, el muy descarado. Alexandra lo miró fijamente con intenciones de defenderse.

— En primer lugar, no esperaba nada y en segundo lugar, nunca había pensado en ello — se defendió sin retroceder cuando él apartó su mano de su cara y mostró ese rostro serio que pocas veces mostraba. — ¿Estás nervioso porque te vi? — preguntó soltando una risa llena de gracia por la situación, para luego ver cómo la sonrisa habitual de él volvía a adornar su cara segundos después.

— Y a ti, ¿te gusta lo que está frente a tus ojos? — sonrió divertido por la situación — no dejas de verlo por el rabillo del ojo — confesó — ¿Acaso ya olvidaste dónde se encuentran mis ojos? — una sonrisa avergonzada invadió el rostro de Alexandra, dejándola sin razones para quedarse ahí, bueno, en primer lugar nunca las tuvo.

— La curiosidad mató al gato, por eso me iré a buscar mi helado — le dio la espalda y se retiró de la habitación cerrando la puerta detrás de ella para luego dirigirse al refrigerador a coger su helado.

Liam quedó en la habitación respirando pesadamente tratando de no reaccionar ante tal provocación, terminando con una sonrisa al no tener tan increíble autocontrol. No era un secreto para él, el hecho de que la deseaba; después de todo, él la amaba pero a la vez la respetaba tanto que su madre y Estella a veces se decepcionaban al saber lo enamorado que estaba de su Alexandra. Después de un momento al caer mucho más en cuenta de lo anterior, se avergonzó ante el hecho de que Alexandra reconoció que su "gusanito" creció, ya que la última vez que lo vio desnudo ella tenía diez años y se burló hasta el cansancio de su tamaño, un recuerdo que no pudo borrar a pesar de los años.

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⏰ Última actualización: Mar 21 ⏰

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