Capítulo 5

11 2 1
                                    


-¿Para mi padre?

No entendía nada. ¿Qué tenía que ver mi padre aquí? No sabía nada sobre él desde que se desentendió de nosotros hace cinco años. No había tenido contacto alguno en todo ese tiempo. Sólo sabía que le iba bien económicamente, pues pagaba religiosamente la manutención. Nada más. Mi madre siempre intentó que mantuviéramos el contacto y mi hermano Miguel fue el único que lo hizo. Antes no quise perdonarle. Después no lo intenté. No sabría decir qué ocurrió con exactitud, pero sé que él no trató de buscar ser perdonado. Formó una nueva familia y nos olvidó.

-Lo único que puedo decirte por ahora, es que te conozco desde hace algún tiempo y quise hacerme cargo de esta situación. Aunque fue en la distancia, te cogí cariño y no permití que te ayudase otro.- Sonaba sincero. Tenía los ojos vidriosos por las lágrimas no derramadas e intentaba acercar su mano a la mía, buscando contacto.

-Entiende que ahora sólo quiero ir a mi habitación y reflexionar sobre esto. No puedo pensar con claridad en este momento.

El resto del trayecto fuimos en silencio. Miraba por la ventana, pero sin ver nada. Paul me observaba en ocasiones, esperando recibir una cálida sonrisa mía, que no vio.

Salí del coche y volví a enfrentarme a él.

-Dime que no me seguías el día que ocurrió.- Sabría a qué me refería si realmente era quién decía ser.

-Lo siento – Mi mundo cayó en picado.

-¿Estabas y no hiciste nada? ¡Qué clase de guardaespaldas eres entonces!- La sangre me hervía. Estaba furiosa.

-No pienses así, por favor. En aquella época ya te seguía. Tu padre fue bastante claro con respecto a mi forma de actuar si te ocurría algo. – Percibí temblor en su voz. No sé cómo seguía, aunque furiosa, bastante serena –. Ese día tú debías pasarlo con tu madre y por esa razón fue de mis pocas jornadas de descanso; las cuales dedicaba a ver a mi familia por internet. Lo siento mucho Ami. Te juro que cuando me enteré, no volví a dejarte sola ni un sólo instante. No me lo perdonaré nunca.

Había pasado un año y lo recordaba con demasiada claridad. Era cierto. Ese día lo iba a pasar con mi madre, de compras. Esa llamada que cambió mi vida, fue la causante de no salir con ella y por eso supe que Paul no me engañaba. Lo abracé, llorando.

-Gracias. Gracias por no engañarme y por haber cuidado de mí.

-Al principio, sólo era mi trabajo. Después, fuiste como una hija a la que cuidar. - Recordé que la última vez que alguien me miró con esa calidez en los ojos, fue mi padre. Hacía más de cinco años que no recibía esa mirada, y por eso, cuando vi a Paul la primera vez, sentí esa confianza. No parecía un abuelo como creí ese día; sino un padre que miraba orgulloso a su hija –. Margaret lo pasó muy mal. A través mío, se encariñó de ti. Por eso es tan importante para ella que estés aquí.

-No te preocupes. No me marcharé.

Al darnos la vuelta y andar hacia la casa, advertimos la presencia de otro coche. Noté la rigidez de mi acompañante y supe inmediatamente quién era.

Mi nerviosismo no era el que yo esperaba. Estaba deseosa de verle y a la vez de enfrentarlo. No lo entendía. ¿Qué me pasaba? Mi corazón latía con tanta intensidad que me puse a hiperventilar y me mareé.

-Paul, ¿te importa que me siente un rato aquí? En cinco minutos entro. – Sintió que necesitaba estar a solas y entró en su casa.

Idiota. Más que idiota. ¡Sólo es un chico guapo que te odia!, pensaba. Tenía los ojos cerrados, sentada en el escalón del porche. Intentaba respirar con regularidad, para tranquilizarme, cuando la puerta se abrió. Abrí los ojos como platos y me tensé, automáticamente. Ese olor no correspondía con mis salvadores. El aroma que desprendía era dulce, sin llegar a empalagar. Sus pasos iban acercándose hasta que llegó, bajó los escalones que faltaban para ponerse a mi altura, y se sentó a mi lado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 31 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

FAIRBANKSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora