—¿Qué es eso? —inquirió, llena de dudas e incertidumbre.
—Sea lo que sea, tendremos que enfrentarlo —declaré, cerrando el puño y preparando mis katanas, notaba que April soltaba un pequeño suspiro.
Lamentaba el día en que decidí ayudar a esa pelirroja; desde que la encontré, solo me había traído problemas tras problemas. Además, no me había acercado a estos lugares porque sabía que esos experimentos habían evolucionado nuevamente y ya no podía detectarlos a tiempo.
Afiné mis sentidos auditivos para poder percibir algo, al igual que mi sentido del olfato. Todo emanaba un aroma a petricor. Podía escuchar el sonido de un arroyo cercano, así como los latidos de varios corazones; el canto de algunas aves, grillos, a lo lejos, el sonido de pisadas.
—Marchémonos lo más pronto posible de este lugar —declaro, comenzando a correr.
April imita mi movimiento y nos dirigimos hacia el riachuelo. Corremos en dirección al sonido del agua, deteniéndonos un momento para hidratarnos y alejarnos de la criatura que se aproxima hacia nosotros. El aroma a petricor se intensifica a medida que avanzamos.
Nos detenemos cerca del riachuelo, donde April se deja caer en el suelo, cansada, permanezco alerta para evitar que otro experimento nos ataque de nuevo. El riachuelo es un río estrecho y sinuoso, con agua clara que fluye entre las rocas; los árboles se inclinan sobre él, creando una atmósfera de tranquilidad y belleza natural.
—Te veo preocupado —confiesa ella, me mantengo observando el lugar, consciente de que hemos caminado durante mucho tiempo y de que ella merece un descanso.
Soy consciente de que los seres humanos se fatigan más rápidamente que yo, y también de la preocupación que aún persiste por el incidente reciente con el mutante. La veo nerviosa y preocupada.
—Estoy analizando y asegurándome de que no haya otro mutante en las cercanías —respondo.
—¿Crees que pueda haber peces en el agua? —pregunta, dirigiendo una rápida mirada al riachuelo antes de volver a ponerse en modo alerta.
—Quizás —susurro, oyendo cómo suelta un suspiro.
—Espero que sí, llevo mucho tiempo sin probar pescado —la oigo acercarse al agua con pasos cautelosos.
Escucho el canto de las aves, el suave susurro de las hojas de los árboles moviéndose con la brisa, los relajantes sonidos de la naturaleza y, finalmente, las quejas de April por no haber pescado ningún pez. Intento mantenerme concentrado, pero sus lamentos y chapoteos en el agua no me permiten enfocar mi atención.
Me giro hacia ella, exhausto de escuchar sus quejas patéticas. April está en el agua, con el agua hasta las rodillas, intentando pescar un pez de forma irracional, atrapándolo con las manos.
Observo rápidamente el lugar una vez más y diviso a lo lejos, entre unos escombros, a un pequeño ciervo. Camino lentamente hacia él, sin ser detectado, levanto la escopeta, con un movimiento ágil, disparo. El animal cae sin vida al suelo. Me acerco al ciervo, lo tomo de una de sus patas y lo arrastro hacia la orilla del riachuelo.
April me mira con sorpresa; su semblante refleja asombro al ver el cuerpo del ciervo. A pesar de sus reproches, lo dejo en el lugar y regreso a mi puesto, alerta ante cualquier señal de peligro para poder protegerla sin dificultades.
—¡Has causado la muerte de ese pobre animal! —exclama, plantándose frente a mí.
—Nunca lograrías pescar un pez si no cuentas con los utensilios adecuados —aclaro—. Estabas desperdiciando tu tiempo.
—No sé cómo limpiarlo ni nada de eso —dice, señalando al animal y soltando un suspiro.
—Eres simplemente una carga, no sabes hacer absolutamente nada —saqué mi cuchillo de la bota y me acerqué al ciervo.
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Exterminio: El Comienzo
Science FictionFui creado para matar sin sentir culpa, para destruir y asesinar sin compasión. Pero ella llegó, y yo no sabía lo que era amar; eso no estaba en mis planes ni en lo que me enseñaron como exterminador. Hasta que esa pequeña pelirroja me mostró lo que...